Primor XIX

Paradoja crítica


Aunque seguro el héroe del ostracismo de Atenas, peligra en el criticismo de España.

Estravagante aquel, le desterrará luego, y pudiera a los distritos de la fama, a los confines de la inmortalidad.

Paradojo este, le condena a que peca en no pecar. Es primor crítico deslizar venialmente en la prudencia o en el valor para entretener la envidia, para cebar la malevolencia.

Juzgan estos por imposible el salvarlas, aunque sea un gigante de esplendor, porque son tan arpías que cuando no hallan presa vil, suelen atreverse a lo mejor.

Hay intenciones con metafísica ponzoña que saben sutilmente transformar las prendas, malear las perfecciones y dar siniestra interpretación al más justificado empeño.

Sea, pues, treta política permitirse algún venial desliz que roa la envidia y distraiga el veneno de la emulación.

Y pase por triaca política, por contraveneno de prudencia; pues, naciendo de un achaque, tiene por efecto la salud. Rescate el corazón exponiéndose a la murmuración, atrayendo a sí el veneno.

A más de que una travesura de la naturaleza suele ser perfección de toda una hermosura. Un lunar tal vez da campo a los realces de la belleza.

Hay defectos sin defecto. Afectó algunos Alcibíades en el valor, Ovidio en el ingenio, llamándolos las fuentes de salud.

Ocioso me parece el primor, y más melindre de confiado que cultura de discreto.

¿Quién es el sol sin eclipses, el diamante sin raza, la reina de lo florido sin espinas?

No es menester arte donde basta la naturaleza. Sobra la afectación donde basta el descuido.