Primor III

La mayor prenda de un héroe


Grandes partes se desean para un gran todo, y grandes prendas para la máquina de un héroe.

Gradúan en primer lugar los apasionados al entendimiento por origen de toda grandeza; y así como no admiten varón grande sin excesos de entendimiento, así no conocen varón excesivamente entendido sin grandeza.

Es lo mejor de lo visible el hombre, y en él el entendimiento; luego sus vitorias, las mayores.

Adécuase esta capital prenda de otras dos: fondo de juicio y elevación de ingenio, que forman un prodigio si se juntan.

Señaló pródigamente la filosofía dos potencias al acordarse y al entender. Súfrasele a la política con más derecho introducir división entre el juicio y el ingenio, entre la sindéresis y la agudeza.

Sola esta distinción de inteligencias pasa la verdad escrupulosa, condenando tanta multiplicación de ingenios a confusión de la mente con la voluntad.

Es el juicio trono de la prudencia, es el ingenio esfera de la agudeza; cuya eminencia y cuya medianía deba preferirse, es pleito ante el tribunal del gusto. Aténgome a la que así imprecaba: «Hijo, Dios te dé entendimiento del bueno».

La valentía, la promptitud, la sutileza de ingenio sol es de este mundo en cifra, si no rayo, vislumbre de divinidad. Todo héroe participó exceso de ingenio.

Son los dichos de Alejandro esplendores de sus hechos. Fue prompto César en el pensar como en el hacer.

Mas, apreciando los héroes verdaderos, equivócase en Augustino lo augusto con lo agudo, y en el latino que dio Huesca para coronar a Roma compitieron la constancia y la agudeza.

Son tan felices las promptitudes del ingenio cuan azares las de la voluntad. Alas son para la grandeza, con que muchos se remontaron del centro del polvo al del sol, en lucimientos.

Dignábase tal vez el Gran Turco desde un balcón antes al vulgo de un jardín que al de la plaza, prisión de la majestad y grillos del decoro. Comenzó a leer un papel que, o por burla o por desengaño de la mayor soberanía, se lo voló el viento de los ojos a las hojas. Aquí los pajes, émulos dél y de sí mismos, volaron escala abajo con alas de lisonja. Uno de ellos, Ganimedes de su ingenio, supo hallar atajo por el aire: arrojose por el balcón. Voló, cogiole y subía cuando los otros bajaban; y fue subir con propiedad, y aun remontarse, porque el príncipe, lisonjeado eficazmente, le levantó a su valimiento.

Que la agudeza, si no reina, merece conreinar.

Es en todo porte la malilla de las prendas gran pregonera de la reputación, mayor realce cuanto más sublime el fundamento.

Son agudezas coronadas, ordinarios dichos de un rey. Perecieron grandes tesoros de monarcas, mas consérvanse sus sentencias en el guardajoyas de la fama.

Valioles más a muchos campiones tal vez una agudeza que todo el yerro de sus escuadrones armados, siendo premio de una agudeza, una vitoria.

Fue examen, fue pregón del mayor crédito en el rey de los sabios y en el más sabio de los reyes, la sentenciosa promptitud en aquel estremo de pleitos, que lo fue llegar a pleitear los hijos; que también acredita el ingenio la justicia.

Y aun en bárbaros tribunales asiste el que es sol de ella. Compite con la de Salomón la promptitud de aquel Gran Turco: pretendía un judío cortar una onza de carne a un cristiano, pena sobre usura. Insistía en ello con igual terquería a su príncipe, que perfidia a su Dios. Mandó el gran juez traer peso y cuchillo: conminole el degüello si cortaba más ni menos. Y fue dar un agudo corte a la lid, y al mundo un milagro del ingenio.

Es la promptitud oráculo en las mayores dudas, esfinge en los enigmas, hilo de oro en laberintos; y suele ser de condición de león, que guarda el estremarse para el mayor aprieto.

Pero hay también perdidos de ingenio como de bienes, pródigos de agudeza para presas sublimes, tagarotes para las viles águilas mordaces y satíricos, que si los crueles se amasaron con sangre, estos con veneno. En ellos, la sutileza, con estraña contrariedad, por liviana, abate; sepultándolos en el abismo de un desprecio, en la región del enfado.

Hasta aquí, favores de la naturaleza; desde aquí, realces del arte. Aquella engendra la agudeza; esta la alimenta, ya de ajenas sales, ya de la prevenida advertencia.

Son los dichos y hechos ajenos en una fértil capacidad semillas de agudeza, de las cuales, fecundado el ingenio, multiplica cosecha de promptitudes y abundancia de agudezas.

No abogo por el juicio, pues él habla por sí bastantemente.