El final de Norma: Segunda parte: Capítulo XV


En efecto: triste es decirlo...

¡Serafín no tenía buen pulso!

Así es que en vez de perderse su tiro en el aire, como era su propósito, se perdió en el mar.

¡Gracias a Dios! dirá el lector, dando el último suspiro de los que le ha costado este incidente.

Pues ¿qué creíais? ¿Que Serafín se había suicidado? ¡No era tan tonto!... Serafín tenía un lazo que lo ligaba a la existencia, y este lazo era aquella frase de Brunilda:

«¡Os lo juro!»

Además, Serafín creía en Dios.