El Congreso de Abril

EL CONGRESO DE ABRIL

Recopilado en "Estudios Históricos e Internacionales", de Felipe Ferreiro, Edición del Ministerio de Relaciones Exteriores, Montevideo, 1989

I

Desde el 5 hasta el 21 de abril de 1813 – separados por el espacio de algunos días – se sucedieron frente a la “rebelde” Montevideo, pero eso sí, lejos de la “Línea del Sitio” y su consiguiente ruido de armas, dos actos civiles de orden nacional – distintos aunque complementarios – de inigualable trascendencia política.

El local donde se cumplieron estos actos, corrientemente considerados hasta aquí en la historia como uno solo, realizado en dos etapas, fue el alojamiento particular de Artigas, sito en el lugar denominado entonces “Las Tres Cruces”, a “tres quartos de legua de la ciudad de Montevideo y con habitaciones de regular comodidad” según textual información de la época a la vista.

Cuando, hace ahora treinta y ocho años, la República celebró alborozada las fechas centenarias de dichos actos, que “digámoslo de una vez – consistieron en el 1º Congreso Representativo de los “pueblos” orientales y en una Asamblea directa: instituyente de su primer Gobierno Civil”, dióse por verdad sabida que ellos habían tenido por escenario un local no identificado de la zona de Peñarol.

¡Lamentable error debido a las confusiones de una tradición! En el primer Sitio de Montevideo sí, Artigas, después de haber tenido su alojamiento en el Cordón, pasó a establecerlo en la llamada “Chacra de la Boticaria” que, en efecto, estaba, según parece, ubicada dentro de aquel distrito. En el segundo Sitio su residencia fue siempre en “Las Tres Cruces” y así se hace constar por quien tenía razones para saberlo, en las letras de molde de un panfleto “más citado que leído” que luce al pie de imprenta de 1818.

Referimos a “El Protector Nominal”, etc., de D. Pedro Feliciano Cavia (ya advirtió el clásico que no hay libro malo que no contenga algo bueno) donde en breve nota puesta a la página 29, se puede leer<<<<.

“En tiempo del 2º sitio de Montevideo se hallaba (Artigas) un día comiendo en su alojamiento de tres cruces con varios oficiales de sus divisiones, y algunos del exército de línea …” etc. etc.

II

El Congreso de “Las Tres Cruces” inauguró sus deliberaciones el 5 de abril. Como en el oficio circulado por Artigas a “los pueblos” en el mes anterior, convocándolos a la elección de sus Representantes, se estableció que éstos debían estar presentes en el lugar de la reunión el sábado 3, cabe aquí la conjetura – partiendo de la base de que los electos así lo hicieron – de que este día pudo haber efectuado el Congreso una sesión preparatoria o “informal” de tanteos e intercambio de impresiones. Documentalmente consta que la reunión del día 5 fue destinada por los congregados a oír a Artigas y a designar la Comisión Interna que debía informar sobre el temario por aquél propuesto. También entonces – pensamos – y esto debió ser previo, el Congreso de “Las Tres Cruces” eligió su Mesa de la cual solo se sabe – documentalmente – que fue secretario el Presbítero Don Antonio Díaz, un antiguo amigo del Jefe de los Orientales que por tener Estancia en Paysandú – aunque ejercía de párroco en la Banda Occidental del Uruguay – suponemos que concurría a la convocatoria como Diputado del “pueblo” nombrado.

En cuanto al designado Presidente nada definitivo se puede establecer por ahora. Sin embargo, nosotros, por nuestra parte, nos aventuramos desde ya a opinar que tal cargo no le fue conferido a Artigas, quien, por lo demás, seguramente no lo habría admitido si se le ofrece.

Por distintas razones que en la ocasión no corresponde explayar, nosotros presumimos que esta presidencia del primer Congreso Representativo de los Orientales fue ejercida por Don Pedro Fabián Pérez, Diputado de “los emigrados de Montevideo” y ex alumno de las Universidades de Córdoba y Charcas.

Que Artigas no actuó – según creemos – en el Congreso y sí, solamente ante él, para ser oído y como ejemplar conductor y ejecutor de la “voluntad soberana de los pueblos”, se deduce – inequívocamente para nosotros – no solo del hecho negativo de que nadie le otorgó al efecto poderes de Representante sino también y muy esencialmente – del positivo, que acusa la intención y tono de su admirable pieza sobre la cual no pasará nunca el tiempo a pesar de correr sin término - advertirá a cada momento que el jefe oriental, sin ocultar, desde luego, sus personales opiniones sobre cada tópico de los en ella considerados, se remite sin vacilar a lo que al fin resultará sobre los mismos un Cuerpo que no podría integrar.

Y ya que hemos aludido al Mensaje leído por Artigas ante el Congreso de “Las Tres Cruces” aquí parece de oportunidad puntualizar sin más demora que esta meditada y elocuentísima pieza, y asimismo las “Condiciones” fijadas por el Congreso en su sesión de lunes 5 de abril para la validez del reconocimiento que harían los Orientales – pueblo y ejército – de la supremacía de la Asamblea General Constituyente reunida entonces en Buenos Aires fueron divulgados por primera vez entre nosotros en el año 1856 por el joven y malogrado escritor (fervoroso artiguista cuando todavía era difícil serlo) José Pedro Pintos en el diario “La República” que entonces redactaba.

Pintos incluyó los textos citados en un intento de relato de nuestra historia de los años heroicos por parte de un supuesto actor en ellos a quien gustaba evocar sus grandes recuerdos. Aunque el momento era de auge artiguista, parecería sin embargo, que entonces esas piezas (que identificó no hace mucho – y nos place señalarlo – el laborioso y modesto estudioso compatriota D. Juan Emilio San Martín) no llamaron mayormente la atención.

Lo cierto es, de todos modos, que su recuerdo se perdió rápidamente y tanto que cuando en 1885 Don Justo Maeso – que por señas también había sido redactor de “La República” en la época de Pintos – publicó su valioso estudio titulado “El General Artigas y su Época” al reproducir (véase Tomo 1, págs. 163 a 166) algunos fragmentos del discurso de Artigas, los precedió el siguiente párrafo:

“A fin de justificar nuestro juicio sobre el carácter de las tendencias reformadoras de Artigas, entre tantas pruebas como aduciremos al efecto, llamamos la atención del lector al notable discurso que reproducimos a continuación el cual no se ha publicado hasta ahora (!), pronunciado por Artigas en la apertura del Congreso de cinco de Abril de 1813”, etc.

III

En el Mensaje leído por el Jefe de los Orientales el 5 de Abril de 1813 ante el Congreso Representativo de los Pueblos de la Provincia decíase textualmente lo siguiente:

“La Asamblea General tantas veces anunciada, empezó ya sus funciones en Buenos Aires. Su reconocimiento – continuaba – nos ha sido ordenado. 'Resolver sobre este particular' (el subrayado es nuestro)'ha dado motivo a esta congregación' porque yo ofendería altamente vuestro carácter y el mío, vulnerando enormemente vuestros derechos sagrados, si pasase a resolver por mí una materia reservada solo a vosotros.” Y redondeando, agregaba el Jefe de los Orientales:

Bajo ese concepto yo tengo la honra de proponeros los tres puntos que ahora deben hacer el objeto de vuestra expresión soberana: 1º) Si debemos proceder al reconocimiento de la Asamblea General antes del allanamiento de nuestras pretensiones encomendadas a nuestro diputado D. Tomás García de Zúñiga. 2º) Proveer de mayor número de diputados que sufraguen por este territorio en dicha Asamblea. 3º) Instalar aquí una autoridad que restablezca la economía del país.”

Por solo la lectura de los párrafos transcriptos del discurso de Artigas fácil es advertir que mientras los puntos 1º) y 2º) de su temario – que por otra parte resultaban entre sí conexos – correspondían lógicamente al motivo declarado con anterioridad como ocasional determinante de la reunión del Congreso de “Las Tres Cruces”. No ocurría lo mismo con respecto al 3º) de ellos. Éste, evidentemente, estaba por afuera, y aún mejor por encima, de la causa momentánea o circunstancial…

“Instalar aquí (en la Provincia Oriental) una autoridad que restablezca la economía del país” era exigencia pública derivada no de la reunión de la Asamblea General que poco antes había comenzado a funcionar en Buenos Aires, sino, a todas luces, complementaria de la actitud asumida por el Pueblo Oriental el 23 de Octubre de 1811, cuando constituyéndose en soberano de su destino – en un campamento en marcha – se decidió a la emigración al Ayuí.

A esa resolución y a su fecha inmortal se refirió el mismo Artigas en el discurso del 5 de Abril al expresar al principio que ésta era la segunda vez que los Orientales hacían uso de su Soberanía y al final del mismo, cuando alude – con rigor matemático – a los 529 días que ellos habían visto correr hasta el presente entre peligros y trabajos, pero nimbados por la gloria.

Al pueblo mismo, actuando en forma directa correspondía también esta vez como en la anterior, resolver en definitiva sobre el tercero de los puntos planteados en el temario de Artigas. Primero, porque era de interés enteramente nacional y segundo, porque por su propia magnitud no debía sujetarse a contingencias.

Así debió entenderlo el Congreso, puesto que clausuró sus sesiones sin haber tomado – que se sepa – ninguna resolución sobre aquel punto.

Entre tanto, días después, el 21 de Abril se congregaban, según reza el acta respectiva, (fue publicada en la Gaceta de Montevideo del 4 de Mayo de 1813) “los vecinos emigrados de la plaza de Montevideo y los habitantes de sus extramuros con gran parte de los que residen en los diferentes pueblos de la campaña” y después de oír la exposición de Artigas destinada a encarecer la necesidad y ventaja de la institución de un gobierno civil provisorio, “la multitud de ciudadanos que estaban reunidos por sí y representación de la provincia”, resolvió proceder de conformidad.

Fue el Pueblo pues, en Asamblea directa, el instituyente de nuestro primer Gobierno Patrio. Cabe todavía agregar en su honor que el anhelo de llegar a ese momento ya venía preocupándolo de antiguo. Prueba de ello – y por cierto bien clara – nos la proporciona el trozo de un documento publicado por el historiador Don Ariosto D. González que reproduciremos poniendo fin a estas páginas.

“Exmo. Sr. El Cm.te de la 3º División de Inf.a anoticia a V.E. que el día 23 del corr.te salieron a recoger firmas del Vecindario dos Sujetos con el objeto de nombrar un Diputado al día siguiente en q.e se devía juntar el Vecindario en la tienda del Gral.; llegó el día asignado y poniéndose en pie un Dn. F. Sierra aciendo funciones de representante arengó al S.r Gral. en nombre del Pueblo, llevando consigo un papel q.e hacía cabeza a él del nombramiento. Su contenido era vilipendiar el procedimiento de nuestro Sup.r Gob.no contra los Orientales y la necesidad q.e havía de nombrar una junta independiente de aquel, etc. etc.

Suscribió esta pieza don Pedro José Viera, el caudillo de Asencio, ya definitivamente alejado del núcleo artiguista entonces. Su prueba es la de 26 de agosto de 1812 y el lugar de redacción la históricamente inolvidable Barra del Ayuí. Ella testimonia pues que ya en los amargos tiempos de la Patria Peregrina, los Orientales, hijos al fin y al cabo de una democracia territorial y por ende amigos sin reservas de la libertad, buscaban presurosos, la institución de su propio Gobierno.

Con estas breves páginas procuramos cumplir un honroso encargo de la Comisión Nacional de Homenaje a Artigas. Ella deseaba que la publicación de que ha dispuesto con fines de divulgación de los documentos públicos relacionados con el Congreso y la Asamblea de “Las Tres Cruces” fueran sino valorados, concisamente complementados con una Introducción portadora de referencias y datos aclaratorios. Eso es lo que aquí rectamente nos propusimos realizar. Si lo hemos podido hacer, lo dirá a su hora el lector.

Fuente: Introducción al folleto EL CONGRESO DE ABRIL DE 1813 publicado por la Comisión Nacional de Homenaje a Artigas el 18 de abril de 1951.