Don Álvaro o La fuerza del sino/Jornada tercera
Jornada tercera
La escena es en Italia, en Veletri y sus alrededores
El teatro representa una sala corta, alojamiento de oficiales calaveras. En las paredes estarán colgados, en desorden, uniformes, capotes, sillas de caballos, armas, etc.; en medio habrá una mesa con tapete verde, dos candeleros de bronce con velas de sebo, los cuatro OFICIALES alrededor, uno de ellos con la baraja en la mano, y habrá sillas desocupadas
PEDRAZA | (Entra muy deprisa.) ¡Qué frío está esto! |
OFICIAL 1º | Todos se han ido en cuanto me han desplumado: no he conseguido tirar ni una buena talla. |
PEDRAZA | Pues precisamente va a venir un gran punto, y si ve esto tan desierto y frío... |
OFICIAL 1º | ¿Y quién es el pájaro? |
TODOS | ¿Quién? |
PEDRAZA | El ayudante del general, ese teniente coronel que ha llegado esta tarde con la orden de que al amanecer estemos sobre las armas. Es gran aficionado, tiene mucho rumbo, y a lo que parece es blanquito. Hemos cenado juntos en casa de la coronela, a quien ya le está echando requiebros, y el taimado de nuestro capellán lo marcó por suyo. Le convidó con que viniera a jugar, y ya lo trae hacia aquí. |
OFICIAL 1º | Pues señores, ya es este otro cantar. Ya vamos a ser todos unos... ¿Me entienden ustedes? |
TODOS | Sí, sí, muy bien pensado. |
OFICIAL 2º | Como que es de plana mayor, y será contrario de los pobres pilíes. |
OFICIAL 4º | A él, y duro. |
OFICIAL1º | Pues para jugar con él tengo baraja preparada, más obediente que un recluta, y más florida que el mes de mayo. (Saca una baraja del bolsillo.) Y aquí está. |
OFICIAL 3º | ¡Qué fino es usted, camarada! |
OFICIAL lº | No hay que jugar ases ni figuras. Y al avío, que ya suena gente en la escalera. Tiro, tres a la derecha, nueve a la izquierda. |
DON CARLOS DE VARGAS. EL CAPELLÁN
CAPELLÁN | Aquí viene, compañeros, un rumboso aficionado. |
TODOS | Sea pues muy bien llegado. (Levantándose y volviéndose a sentar.) |
D. CARLOS | Buenas noches, caballeros. ¡Qué casa tan indecente! (Aparte.) |
OFICIAL 1º | Sentaos. (Se sienta DON CARLOS, haciéndole todos lugar.) |
CAPELLÁN | Señor, capitán (Al banquero.) ¿y el concurso? |
OFICIAL 1º | Se afufó (Barajando.) en cuanto me desbancó. |
OFICIAL 2º | El que nunca se aprovecha de tales gangas soy yo. |
OFICIAL 3º | Y yo en el juego contrario me empeñé, que nada vi, |
CAPELLÁN | Vamos. |
PEDRAZA | Vamos. |
OFICIAL 1º | Tiro. |
D. CARLOS | Juego. |
OFICIAL 1º | Tiro, a la derecha el as, y a la izquierda la sotita. |
OFICIAL 2º | Ya salió la muy maldita. Por vida de Barrabás... |
OFICIAL 1º | Rey a la derecha, nueve a la izquierda. |
D. CARLOS | Yo lo gano. |
OFICIAL 1º | ¡Tengo apestada la mano! (Paga.) Tres onzas, nada se debe. |
OFICIAL 4º | Ya quebró. |
OFICIAL 3º | Pegarle fuego. |
OFICIAL 1º | A la izquierda siete. |
D. CARLOS | Juego. |
OFICIAL 2º | Sólo el verla me rebota. |
D. CARLOS | Copo. |
CAPELLÁN | ¿Con carta tapada? |
OFICIAL 1º | Tiro, a la derecha el tres. |
PEDRAZA | ¡Qué bonita carta es! |
OFICIAL 1º | Cuando sale descargada. A la izquierda el cinco. |
D. CARLOS | (Levantándose y sujetando la mano del que talla.) No, |
OFICIAL 1º | ¡Cómo trampas!... ¿Quién osar?... |
D. CARLOS | Yo: pegado tras del cinco está el caballo, buen brinco |
OFICIAL 1º | Soy hombre pundonoroso, y esto una casualidad... |
D. CARLOS | Esta es una iniquidad, vos un taimado tramposo. |
PEDRAZA | Sois un loco, un atrevido |
D. CARLOS | Vos un vil, y con la espada... |
TODOS | Esta es una casa honrada. |
CAPELLÁN | Por Dios no hagamos ruido. |
D. CARLOS | (Echando a rodar la mesa.) Abreviemos de razones. |
TODOS | (Tomando las espadas.) Muera, muera el insolente. |
D. CARLOS | (Sale defendiéndose.) Qué puede con un valiente |
El teatro representa una selva muy oscura.
Aparece al fondo. DON ÁLVARO, solo,
vestido de capitán de granaderos,
se acerca lentamente,
y dice con gran agitación
DON ÁLVARO | (Solo) ¡Qué carga tan insufrible |
D. CARLOS | (Dentro.) ¡Traidores! |
VOCES | (Dentro.) Muera. |
D. CARLOS | (Dentro.)¡Viles! |
D. ÁLVARO | (Sorprendido.) ¡Qué clamores! |
D. CARLOS | (Dentro.) ¡Socorro! |
D. ÁLVARO | (Desenvainando la espada.) Dárselo quiero, que oigo crujir el acero; |
DON ÁLVARO y DON CARLOS, con las espadas desnudas
D. ÁLVARO | Huyeron... ¿Estáis herido? |
D. CARLOS | Mil gracias os doy, señor; sin vuestro heroico valor |
D. ÁLVARO | ¿Y herido estáis? |
D. CARLOS | (Reconociéndose.) Nada siento. (Envainan.) |
D. ÁLVARO | ¿Quiénes eran? |
D. CARLOS | Asesinos. |
D. ÁLVARO | ¿Cómo osaron tan vecinos de un militar campamento?... |
D. CARLOS | Os lo diré francamente; fue contienda sobre el juego. |
D. ÁLVARO | Ya caigo, aquí a mano diestra... |
D. CARLOS | Sí. |
D. ÁLVARO | Que extrañe perdonad, que un hombre de calidad, |
D. CARLOS | Sólo el ser recién llegado puede, señor, disculparme; |
D. ÁLVARO | ¿Con qué ha poco estáis aquí? |
D. CARLOS | Diez días ha que llegué a Italia; dos sólo que |
D. ÁLVARO | (Con indiferencia.) Al acaso. |
D. CARLOS | (Con expresión.) Que me deis vuestro nombre a suplicaros |
D. ÁLVARO | ¡Qué franco es, y qué expresivo! (Aparte.) Me cautiva el corazón. |
D. CARLOS | Me parece que es razón que sepa yo por quién vivo, |
D. ÁLVARO | Soy... don Fadrique de Herreros, capitán de granaderos |
D. CARLOS | (Con grande admiración y entusiasmo.) ¿Sois... ¡grande dicha es la mía! |
D. ÁLVARO | Señor... |
D. CARLOS | Desde que llegué a Italia, sólo elogiaros |
D. ÁLVARO | Con ella, señor, contad, que me honráis muy altamente. |
D. CARLOS | Tanto honor, será muy corto, señor, |
D. ÁLVARO | Y por todo el campamento, de los tambores el son |
D. CARLOS | Yo también, y a vuestro lado asistiré en la pelea, |
D. ÁLVARO | Favorecedor y amigo, si sois cual cortés valiente, |
El teatro representa un risueño campo de Italia, al amanecer: se verá a lo lejos el pueblo de Veletri y varios puestos militares; algunos cuerpos de tropas cruzan la escena, y luego sale una compañía de infantería con EL CAPITÁN, EL TENIENTE y EL SUBTENIENTE. DON CARLOS sale a caballo con una ordenanza detrás y coloca la compañía a un lado, avanzando una guerrilla al fondo del teatro.
D. CARLOS | Señor capitán, permaneceréis aquí hasta nueva orden; pero si los enemigos arrollan las guerrillas, y se dirigen a esta altura donde está la compañía de Cantabria, marchad a socorrerla a todo trance. |
CAPITÁN | Está bien; cumpliré con mi obligación. (Vase DON CARLOS.) |
CAPITÁN | Granaderos, en su lugar, descanso. Parece que lo entiende este ayudante. (Salen los oficiales de las filas y se reúnen mirando con un anteojo hacia donde suena rumor de fusilería.) |
TENIENTE | Se va galopando al fuego como un energúmeno, y la acción se empeña más y más. |
SUBTENIENTE | Y me parece que ha de ser muy caliente. |
CAPITÁN | (Mirando con el anteojo.) Bien combaten los granaderos del Rey. |
TENIENTE | Como que llevan a la cabeza a la prez de España, al valiente don Fadrique de Herreros, que pelea como un desesperado. |
SUBTENIENTE | (Tomando el anteojo y mirando con él.) Pues los alemanes cargan a la bayoneta y con brío; a Dios, que nos desalojan de aquel puesto. |
CAPITÁN | (Toma el anteojo.) A ver, a ver... ¡Ay! sino me engaño, el capitán de granaderos del Rey ha caído o muerto o herido; lo veo claro, claro. |
TENIENTE | Yo distingo que se arremolina la compañía... y creo que retrocede. |
SOLDADOS | A ellos, a ellos. |
CAPITÁN | Silencio. Firmes. (Vuelve a mirar con el anteojo.) |
SUBTENIENTE | Uno corre a caballo hacia allá. |
CAPITÁN | Sí, es el ayudante... Está reuniendo la gente y carga... ¡con qué denuedo!... nuestro es el día. |
TENIENTE | Sí, veo huir a los alemanes. |
SOLDADOS | A ellos. |
CAPITÁN | Firmes, granaderos. (Mira con el anteojo.) |
TENIENTE | A ver, a ver. (Toma el anteojo y mira.) |
TODOS | Dios nos le conserve, que es la flor del ejército. |
CAPITÁN | Pero por este lado no va tan bien. -Teniente, vaya usted a reforzar con la mitad de la compañía de guerrillas que están en esa cañada; que yo voy a acercarme a la compañía de Cantabria; vamos, vamos. |
SOLDADOS | Viva España, viva España, viva Nápoles. (Marchan.) |
El teatro representa el alojamiento de un oficial superior; al frente estará la puerta de la alcoba practicable y con cortinas. Entra DON ÁLVARO herido y desmayado en una camilla llevada por cuatro granaderos; EL CIRUJANO, a un lado, y DON CARLOS, a otro, lleno de polvo y como muy cansado; un soldado traerá la maleta de DON ÁLVARO y la pondrá sobre una mesa; colocarán la camilla en medio de la escena, mientras los granaderos entran en la alcoba a hacer la cama
D. CARLOS | Con mucho, mucho cuidado, dejadle aquí, y al momento |
CIRUJANO | Y que haya mucho silencio. |
D. ÁLVARO | (Volviendo en sí.) ¿Dónde estoy? ¿Dónde? |
D. CARLOS | (Con mucho cariño.) En Veletri, a mi lado, amigo excelso. |
D. ÁLVARO | . ¡Dios eterno! ¡Con salvarme de la muerte, |
D. CARLOS | No digáis tal, don Fadrique, cuando tan vano me encuentro |
D. ÁLVARO | ¡Ay don Félix de Avendaña, qué grande mal me habéis hecho! |
CIRUJANO | Otra vez se ha desmayado; agua y vinagre. |
D. CARLOS | (A uno de los soldados.) Al momento. ¿Está de mucho peligro? (Al cirujano.) |
CIRUJANO | Este balazo del pecho, en donde aún tiene la bala, |
D. CARLOS | (Con gran vehemencia.) Salvad su vida, salvadle; |
CIRUJANO | Lo agradezco: para cumplir con mi oficio |
D. ÁLVARO | (Vuelve en sí.) ¡Ay! |
D. CARLOS | Ánimo, noble amigo, cobrad ánimo y aliento: |
D. ÁLVARO | (Muy agitado.) ¿Qué escucho? ¿Qué? ¡Santo cielo! |
CIRUJANO | Ya otra vez se desmayó: sin quietud y sin silencio |
D. CARLOS | (Suspenso aparte.) El nombre de Calatrava |
CIRUJANO | No puedo esperar más tiempo. ¿Aún no está lista la cama? |
D. CARLOS | (Mirando a la alcoba.) Ya lo está. |
CIRUJANO | (A los cuatro soldados.) Llevadle luego. |
D. ÁLVARO | ¡Ay de mí! (Volviendo en sí.) |
CIRUJANO | Llevadle. |
D. ÁLVARO | (Haciendo esfuerzos.) Esperen. Poco, por lo que en mí siento, |
CIRUJANO | Si habláis, señor no es posible... |
D. ÁLVARO | No volver a hablar prometo. Pero sólo una palabra, |
D. CARLOS | (Al cirujano y soldados.) Apartad, démosle gusto; |
D. ÁLVARO | Don Félix, vos solo, solo (Dale la mano.) cumpliréis con lo que quiero |
D. CARLOS | Yo os lo juro, amigo mío; acabad, pues. |
D. ÁLVARO | ¡Ah! no puedo. Meted en este bolsillo, |
D. CARLOS | Sí, encuentro una llavecita... |
D. ÁLVARO | Es ésa. (Saca D. CARLOS la llave.) |
D. CARLOS | ¿Sin abrirlos? |
D. ÁLVARO | (Muy agitado.) Sin abrirlos, que en ellos hay un misterio |
D. CARLOS | Yo os la doy con todo el alma. |
D. ÁLVARO | Entonces tranquilo muero. Dadme el postrimer abrazo, |
CIRUJANO | (Enfadado.) Al momento a la alcoba. Y vos, don Félix, |
D. CARLOS | ¿Ha de morir...¡qué rigor! tan bizarro militar? |
EL CIRUJANO, que sale muy contento
CIRUJANO | Albricias pediros quiero; ya le he sacado la bala, |
D. CARLOS | (Le abraza fuera de sí.) ¿De veras?... Feliz me hacéis: |