Escena V editar

VISITACIÓN y ADELINA.


VISITACIÓN.-¿No te da vergüenza? Delante de esos señores, ¡llorar como una niña! Y todo, ¿por qué? Ya te lo decía Nicomedes: ¿es caso de muerte?

ADELINA.-Quién sabe.

VISITACIÓN.-¡Bah! ¡Ya salieron tus romanticismos! ¡La joven de dieciocho años que se muere de pena porque va a pasar una temporadita en una preciosa aldea! ¡En una aldea encantadora! Yo estuve allí cuando era muchacha, y te digo que no hay más allá. ¡Qué árboles! Todos verdes, en primavera. ¡Ah! Un encanto.¡Y qué río!..., con su agua que corre... Una delicia. ¡Y qué pájaros!..., que vuelan que es un asombro; vaya si vuelan. ¿Te gustan mucho los pájaros? Pues te hartarás de coger gorriones. Ya no lloras, ¿verdad? ¿Estás más consolada?

ADELINA.-Consolada; Pues no. Ustedes mandan: es su derecho; yo obedezco: es mi deber, agradecerles lo que por mí han hecho. ¿Qué obligación tenían ustedes?

VISITACIÓN.-Muy bien. Eso ya es otra cosa.

ADELINA.-Podían ustedes arrojarme a la calle; se contentan con enviarme con Juana. Pues ¿de qué me quejo? Quien no tiene padres..., vive..., de limosnas de cariño, claro está. Yo nada pido; ustedes algo me dan. Que Dios se lo pague..., que por poco que sea..., ya es mucho para mí.

VISITACIÓN.-No digas esas cosas... ¡Tienes unas ocurrencias!

ADELINA.-¿Y cuándo... han decidido ustedes... que sea la marcha?

VISITACIÓN.-Ahora mismo. Ya ves, hay que aprovechar el viaje de don Prudencio.

ADELINA.-Bien está. Siento que sea tan pronto porque no puedo concluir de arreglar a mi gusto...

VISITACIÓN.-¿De arreglar... qué?

ADELINA.-El cuarto de Lola. ¡Yo me había esmerado tanto! Le llevé mi espejo y mi Cristo de marfil... Pero, en fin, hay que tener paciencia.

VISITACIÓN.-No, hija mía. Todo eso es tuyo. Se te enviará a la aldea.

ADELINA.-(Levantándose.) ¿Para qué?

VISITACIÓN.-¿Adónde vas?

ADELINA.-A preparar mi ropa. Don Prudencio espera...

VISITACIÓN.-No, querida, no lo consiento... Quédate aquí... y yo misma... ¡Que no lo consiento...! No quiero que te molestes... Siéntate y espera, y aquí se te traerá todo. (Se dirige a la derecha. Aparte.) ¡Pobrecilla!... Pero nada: ¡primero es mi Lola!