Compendio de Literatura Argentina: 20

Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.


CAPITULO XIII

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Nació el 26 de junio de 1821 y pasó sus primeros años en Patagones.

Al mismo tiempo que nutría su inteligencia en diversos colegios de Buenos Aires y Montevideo, aprendió también á pulsar la lira y á esgrimir la espada.

Su primer trabajo poético fueron los Ecos de mi lira, que publicó siendo muy joven.

Durante su destierro en Montevideo y en medio de las continuas intranquilidades de una guerra civil, contribuyó á la fundación del «Instituto histórico-geográfico» redactando al mismo tiempo La Nueva Era y colaborando también en El Nacional, El Iniciador y El Corsario.

Poco después pasó á Bolivia, donde fué encargado por aquel gobierno de la fundación de un colegio militar. No por esto abandonó el periodismo, al que siguió afiliado desde las columnas de La Época.

Envuelto en los sucesos políticos de aquel país, se vió perseguido, y pasó á Chile, donde al frente de El Mercurio y otros diarios emprendió una campaña contra su gobierno, que tuvo por consecuencia un calabozo y por epílogo el destierro.

Fué entonces que regresó á su patria, tomando parte el año 1854 en la convención constituyente del Estado de Buenos Aires.

Este mismo año publicó un interesante estudio sobre el literato Rivera Indarte; y dió también á luz la colección de sus Rimas, reeditadas lujosamente en 1891.

Durante la Administración de Alsina, Mitre volvió á la prensa, tomando la dirección de «Los Debates», que abandonó al poco tiempo por aceptar el ministerio de gobierno. Mitre había ya publicado interesantes artículos en «La Ilustración Argentina» sobre la simpática figura del general Belgrano; por este tiempo su trabajo primitivo fué ampliado y su Historia de Belgrano levantó un monumento á aquel héroe.

Las páginas de esta obra, dice du Mesnil, son dignas de Tácito, siendo de admirar en ella, que lo voluminoso del trabajo no quite la perfección que hay en todo él.

Como hombre de estado, su obra magna ha sido establecer la unidad de su patria, de la que fué electo presidente en 1862.

Terminado su período volvió al diarismo, fundando «La Nación».

Desde sus folletines empezó á publicar la Historia de San Martín, que comprende tres gruesos volúmenes. La edición completa recién apareció en 1889.

Esta obra ha sido reconocida por autoridades competentes en la materia como un trabajo de gran valor histórico, al que hay que agregar un estilo claro y fácil y una gran imparcialidad.

Además de estos trabajos tiene como historiador, varios otros importantes, como los Episodios de la Revolución, y otros más recientes, Comprobaciones históricas y Nuevas comprobaciones históricas.

El talento de Mitre es eminente como militar é historiador, así como político, literato y orador.

En la tribuna parlamentaria subyugan sus brillantes improvisaciones. Uno de sus grandes triunfos como orador fué la interpelación al gobierno de Buenos Aires sobre su participación en el famoso «Acuerdo de San Nicolás» en el que, con la fuerza de su palabra y una argumentación irrefutable, decidió el rechazo de aquel pacto por la legislatura del Estado.

Sus Arengas, han sido impresas en un volúmen.

En Una provincia guaraní, Mitre ha estudiado los orígenes y antecedentes de la provincia de Corrientes.

Sus últimas producciones literarias son las traducciones de «La Divina Comedia» del Dante y de las «Odas» de Horacio. La primera está hecha en tercetos, y su principal mérito consiste en las notas ilustrativas del traductor.

Las obras literarias de Mitre, representan en conjunto, uno de los mayores esfuerzos intelectuales, llevado á cabo por un argentino.

A su vasta ilustración agrega gran facilidad para la narración animada, dando interés y movimiento á los mas grandes cuadros de la historia nacional, en medio de los cuales es de notarse su amor á la verdad y su gran independencia para juzgar los sucesos y los hombres.

Su muerte, acaecida el 23 de Enero de 1906, dió oportunidad para apreciar la intensa veneración que profesaban los argentinos al eminente anciano, que después de haber recorrido las altas cumbres del poder, vivia, por voluntario aislamiento, en la serena región de sus prestigios, recibiendo constantemente en él, el homenaje de respeto de sus conciudadanos, que lo admiraban tanto por sus talentos como por sus virtudes.