Cercada tiene á Valencia

Nota: Esta transcripción respeta la ortografía original de la época.


LXI


C

ercada tiene á Valencia

ese buen Cid castellano,
con los moros que están dentro
cada día peleando:
muchos ha muerto y prendido
y á otros ha cautivado.
Al real del buen Rodrigo
un caballero ha llegado:
Martín Peláez ha por nombre,
Martín Peláez, asturiano:
muy crecido es en el cuerpo,
en los miembros arreciado.

Aqueste es de buen donaire,
pero muy acobardado:
halo mostrado en las lides
y batallas do se ha hallado.
Mucho le pesó al buen Cid
cuando lo vido á su lado;
no es para vivir con él
hombre tan afeminado.
Un día entrara el buen Cid,
y con él los sus vasallos,
en batalla, con los moros
pelean como esforzados.
Allá va Martín Peláez
bien armado y á caballo:
antes de dar el torneo
al real había tornado;
fuése para su posada
cubierto y disimulado.
En ella anduvo escondido
hasta que el Cid ha tornado;
dejó muertos muchos moros,
á ellos ganara el campo.
El Cid se sentó á comer,
como tiene acostumbrado,
solo en su cabo á una mesa,
y en el su escaño asentado,
y en otra sus caballeros,
los que tiene por preciados:
con aquestos nadie come
sino los más afamados.
Así lo ordenó el buen Cid
por facerlos esforzados,
y que cada uno procure
facer fechos estimados
para comer á la mesa
de Álvar Fáñez y su hermano.

Bien cuidó Martín Peláez,
que non vió el Cid lo pasado,
y así las manos se lava,
á la mesa se ha sentado
donde está don Álvar Fáñez
con la compaña de honrados.
El Cid se fué para él,
y del brazo le ha trabado,
diciendo:—Non sois vos tal
para en tal mesa sentarvos
con esos parientes míos,
á quien vos podáis llegarvos;
más valen que yo ni vos,
que son buenos y aprobados;
sentadvos á la mi mesa,
comed conmigo á mi plato.—
Con mengua de entendimiento
no creyó que es baldonado,
asentóse con el Cid
á su mesa y á su lado,
y el Cid con grande cordura
esta reprensión le ha dado.