Aquese famoso Cid,—con gran razón es loado

Nota: Esta transcripción respeta la ortografía original de la época.


LXVIII


A

quese famoso Cid

con gran razón es loado;
ganada tiene á Valencia,
de moros la ha conquistado;
en ella está su mujer,
fija del conde Lozano.
Doña Sol y doña Elvira
poco há que habían llegado
de San Pedro de Cardeña,
do el Cid las habia dejado.
Estando el Cid á placer
nuevas le habían llegado
que el gran Miramamolín,
rey de Túnez coronado,
venía á se la quitar
con gran gente de á caballo;
cincuenta mil eran éstos,
los de á pié no tienen cabo.
El Cid, como era valiente,
y en armas tan aprobado,
basteció bien los castillos,
y en todo puso recaudo;

esforzó sus caballeros
como lo habia acostumbrado.
Subiera á doña Jimena,
y á sus fijas en su cabo,
en una torre más alta
que en el alcázar se ha hallado.
Miraron contra la mar,
los moros están mirando,
viendo cómo armaban tiendas
á gran priesa y gran cuidado.
Al rededor de Valencia
grandes alaridos dando,
tañendo sus atambores
los aires van penetrando.
Doña Jimena y sus fijas
gran pavor habian cobrado,
porque jamás habian visto
tantas gentes en un campo.
Esforzábalas el Cid,
de aquesta suerte fablando:
—No temáis, doña Jimena,
y fijas que tanto amo;
mientras que yo fuere vivo
de nada tengáis cuidado,
que los moros que aquí vedes
vencidos habrán quedado,
y con el su gran haber,
fijas, os habré casado,
que cuantos más son los moros,
más ganancia habrán dejado;
y las bocinas que traen
y ante vos se habían tocado,
servirán para la Iglesia
d’este pueblo valenciano.—
Viendo entonces que los moros
por las huertas se han entrado

derramados y esparcidos,
sin orden y á mal recaudo,
á don Alvar Salvadores
le dijo:—Sed luégo armado,
tomaréis doscientos homes
de á caballo aderezados,
y haced una espolonada
contra los perros paganos,
porque Jimena y sus fijas
vean que sois esforzado.—
Salvadores lo cumpliera
como el Cid lo habia mandado.
Dió de tropel en los moros,
de las huertas los ha echado:
firiendo iban en ellos,
firiendo van y matando
hasta dentro de las tiendas
que los moros han armado.
De allí se tornaron todos,
doscientos moros matando:
preso queda Salvadores,
que por ser aventajado
se metió tanto en los moros,
que lo habían cautivado:
sacóle el Cid otro día,
los moros desbaratando.