A fuerza de arrastrarse: 26
Escena VII
editarDICHOS y JOSEFINA.
JOSEFINA.-¿Estorbo?... Parece que estabais en conversación muy interesante.
PLÁCIDO.-¡Interesante!... Sí..., vino Blanca llamada por la curiosidad a ver mi nuevo alojamiento..., y hablábamos de lo bueno
que es su padre de usted para conmigo.
JOSEFINA.-(Con malicia.) Sí, papá es muy bueno. Y a eso he venido yo..., a lo mismo que Blanca..., a ver su nuevo alojamiento de usted. Las dos hemos venido a lo mismo, ¿verdad?
BLANCA.-Y puesto que ya lo hemos visto, podemos marcharnos las dos.
JOSEFINA.-No, porque estoy muy cansada. (Se sienta.) Y hazte el cargo, mujer; yo no he hecho más que entrar. Tú ya lo habrás visto todo. Muy bien y con calma, porque hace mucho que estás aquí; me lo ha contado Tomás.
BLANCA.-Es cierto: me entretuve más de lo que pensaba.
JOSEFINA.-Sí..., ¿eh?
PLÁCIDO.-Hablábamos de nuestro pueblo.
BLANCA.-Comparábamos aquella casucha miserable que tenía Plácido con esta habitación lujosa que el señor marqués ha querido darle en prueba de su bondad y del cariño que le tiene toda la familia. (Con intención.)
JOSEFINA.-Sí, todos le queremos mucho. Para hacerse querer, no hay como ser bueno. Si fuera agrio, huraño, desagradecido, no le querríamos. Cada uno se gana lo suyo, ¿no es verdad, Blanca?
BLANCA.-¡Cada uno tiene lo que merece, y Plácido merece vuestro afecto, «el tuyo sobre todo»!
JOSEFINA.-No sé si has querido decirme algo desagradable, porque es tu costumbre.
PLÁCIDO.-¡Por Dios, Josefina, no piense usted eso! Es que allá, en el pueblo, tenemos un modo de hablar un poco..., un poco...
BLANCA.-Un poco brutal, dilo. Tiene razón Plácido: no me acostumbro al lenguaje cortesano.
PLÁCIDO.-De todas maneras, Blanca no ha querido decir lo que usted supone.
JOSEFINA.-Pues entonces, ¿qué ha querido decir? No, yo soy a mi manera. Yo quiero que me den la razón o que me la quiten.
PLÁCIDO.-¿Quién es capaz de negar que Josefina tiene siempre razón?
BLANCA.-Nadie; ni yo.
JOSEFINA.-Es decir, ¿que te das por vencida?
BLANCA.-Ahora y siempre me doy por vencida.
JOSEFINA.-(Riendo con cierta crueldad.) Pues. los vencidos, ¿sabes tú lo que hacen?
BLANCA.-Resignarse.
JOSEFINA.-Resignarse y apelar a la fuga; sobre todo si el vencimiento es derrota, ¿no es así, Plácido?
PLÁCIDO.-¡Qué bromista! (No sabe qué decir; está violento.)
JOSEFINA.-¿No me entiendes?
BLANCA.-¿Quieres que me vaya?
JOSEFINA.-La modista está arreglando mi vestido. Papá dice que para estas cosas, tú tienes buen gusto.
BLANCA.-Pues iré.
JOSEFINA.-Y te pones mi traje... Me ahorras la primera prueba.
BLANCA.-(Con cierta ironía, fina venganza de mujer.) Eso sería inútil; no tenemos el mismo cuerpo. Y si lo dudas, que lo diga Plácido, a ver si en eso te da también la razón. (Dirigiéndose a la puerta.)
JOSEFINA.-¿Por qué no?
BLANCA.-(Ya en la puerta y riendo.) Es capaz. (Sale.)