Lee este soneto a una hermosura que murió de repente con un reloj en la mano


 Ese volante, que continua espía    
 es siempre en lo viviente presuroso    
 en Nise, que murió de lo dichoso,    
 aviso quiso ser, y fue porfía.    
 

 No muere, no, reloj de tu armonía, 
 la que vivió lo breve de lo hermoso,    
 tú señalas no más de lo forzoso,    
 y un mérito apresura más que un día.   
 

 Si en frágil duración de los instantes    
 tiene su mayor priesa en lo que dura,  
 ¿cómo tu oficio de morir ignoras?    
 

 sin ejercicio mueves tus volantes,    
 que a quien le dan por vida una hermosura    
 es perezosa edad la de tus horas.