Viaje maravilloso del Señor Nic-Nac/XXIV

CAPÍTULO XXIV
Un presente de valor psíquico

Durante algunos dias permanecíamos en aquel paraiso, sin pensar en otra cosa que en las delicias de nuestra nueva vida.

El señor de la casa era el mas amable de los hombres; su señora, la mas complaciente de las mujeres, y las tres hijas de esta feliz pareja, las niñas mas graciosas y agradables que sea posible hallar en este mundo—digo mal: en el otro.

—"Nic-Nac," me dijo el Doctor cierto dia que recorríamos solos la gran ciudad, "Nic-Nac, ¿no os sentis atraído espiritualmente por alguna de las hijas de nuestro generoso amigo?"

—"En verdad os digo," repuse, "que las tres me atraen igualmente. Pero vos, por vuestra parte, no sois insenlible respecto de una de ellas."

—"Es natural."

—"Sin duda; pero recuerdo que alguna vez me habeis dicho que pensabais ejercer aquí vuestra antigua profesion."

—"He estudiado durante estos dias las predisposiciones de los Sophopolitas, y he deducido que las enfermedades son desconocidas en este planeta."

—"Y sinembargo, las lluvias formidables que lo refrescan continuamente son los generadores mas eficaces de ciertas afecciones pulmonares."

—"Imposible! hasta ahora no ha habido un solo enfermo en Sophopolis."

—"¿Y en Theopolis?"

—"Os les cedo en caso de que los haya."

—"Gracias; no sé firmar pasaportes de transmigracion. Pero volviendo á nuestro cuento ¿qué pensais hacer?"

—"Vivir en Sophopolis."

—"¿Perpétuamente?"

—"Si es posible."

—"Y nuestros viajes, este deseo que dominó nuestra vida?"

—"La vuestra, señor Nic-Nac, la vuestra; jamás he pensado en viajes. Mi transplanetacion no ha sido originada por ningun deseo, sino por un terror —debeis recordarlo."

—"Oh! sí! cuando visteis aparecer en mi cámara mortuoria los signos que trazaba mi espíritu subordinado."

—"La vida en Marte es deliciosa."

—"Os alejais, Doctor, de la cuestion. ¿Qué pensais hacer con la hermosa Sophopolita?"

—"Lo que puede cualquier hombre que se encuentra en mis circunstancias."

—"Admitiendo, empero, que son exepcionales?"

—"Oh! eso sí; lo que no impide que obre en armonía con mi deseo. Lo único que lamento es que se prolongue tanto la fusion del espíritu imágen. La prueba á que me somete Seele es bastante ruda."

—"Porqué"

—"Porque de ese modo será ménos intensa la fusion de la materia imágen."

—"La familia no se opone?"

—"Absolutamente."

—"Estais seguro de ello?"

—"En Sophopolis no existen trabas de ningun género; el mismo señor de la casa me lo ha comunicado."

—"Y bien Doctor, á mí tambien. Y puesto que ya se lo habeis dicho, os manifestaré que se considera plenamente satisfecho."

—"Tanto mejor para él y para mí."

Cuando volvimos á casa, todo habia mudado de aspecto. Se preparaba una fiesta, espléndida. ¿Sabeis cual? Las bodas del Doctor.

De todos los puntos de Sophopolis acudian regalos para la jóven, y como puede esperarse de una ciudad en que todos son sábios, uno enviaba una obra completa en treinta tomos sobre la determinacion de las estrellas fijas, otro una monografia del género Mirto, alguno el exámen crítico de las publicaciones de Hacksf, Biopos remitía varios ejemplares de su obra monumental sobre los anfibios de Ingelia, Geot una coleccion de Flores del aire, con sus descripciones. En una palabra, la casa era un museo. ¿Pero qué destino creis que se dió á aquellos regalos? ¿Hacer uso de ellos inmediatadiente? De ninguna manera. Se guardaron en lugar seguro, y cuando llegára la hora solemne, se juzgarian, y el que tuviera un valor psíquico mas notable se aceptaría, devolviendo los otros á sus autores ó respectivos dueños, manifestándoles cuanto agradecían el señalado interés que los trabajos habían deepertado, lo que no era sino una fórmula.

Entre los innumerables presentes que recibió la jóven, se hallaba uno cuya trascendencia ó valor psíquico podía muy bien ponerse en duda.

Era una pequeña caja. "de una sustancia verde y transparente como la esmeralda, en cuyo interior, suspendido á semejanza de un astro en el espacio, se veia un punto intensamente luminoso." En ella reconocimos, el señor de la casa y yo, la caja que habíamos visto en la Academia.

Una carta de Hacksf la acompañaba.

"Es un rayo de sol recien condensado," decía "lo he visto flotando en el espacio, como si una fuerza extraordinaria le hiciera trazar una curva inexplicable. Conservadlo. Que no lo vea el Doctor hasta el último momento. Mantiene viva la llama de la vida y ahoga con sus blancas irradiaciones los negros sinsabores á que puede exponeros la proximidad de los Theopolitas—Hacksf."

¿Qué misterio encontraba aquel presente? ¿Porqué se quería evitar que el Doctor lo viera?

Felizmente el Doctor paseaba, en aquel momento entre la sombra del próximo jardín; pero cuando un instante despues penetró en la casa, notamos todos que rostro estaba encendido y que una agitacion visible le dominaba á medida que le aproximaba al salon de los presentes.

Dirijía la vista á las alturas, como tratando de descubrir algo en el espacio. Nada.

—"Que es eso, Doctor?" le pregunté.

—"Siento, amigo mio, un malestar extraño, y que no obstante puedo considerar un bien. Experimento la misma impresion que cuando flotaba en las altas rejiones mi espíritu complementario."

¿Qué nuevo misterio era aquel?

—"Vamos" le dije, "vuestra situacion no es para menos. Hoy vais á celebrar uno de los actos mas solemnes de vuestra vida y....

—"Nic-Nac! Nic-Nac!" exclamó el señor de la casa precipitadamente.

Ahí cerca me ssperaba.

—"Amigo mio," me dijo, "leed esta carta."

Leí: "En el recinto de la Academia existe un gran matraz, dentro del cual se ha encerrado un Theopolita, y en vuestra casa una caja enviada por el astrónomo Hacksf, la cual contiene un rayo de Sol condensado por él. Ese rayo de Sol no es otra cosa que el espíritu complementario del Doctor y de vuestra hija. Si en vez de bañar sus almas, penetra en la del Theopolita encerrado, este se transformará del ser mas desgraciado como tal, en un Sophopolita digno y feliz, y aunque es verdad que la felicidad absoluta de vuestros hijos depende de esa fusion, no es menos cierto que en el fondo de sus almas existe un venero inagotable de abnegacion, y este sacrificio, aunque muy grande, importa la salvacion de un alma."

—"Es un lance terrible, amigo mio!"

—"No lo dudo, pero es necesario que el Doctor no lo ignore."