Viaje al interior de Tierra del Fuego/Capítulo III

CAPÍTULO III.


FLORA Y FAUNA.

Distribución del monte. — Tamaños y densidad. El Fagus antarctica y el Senecio. — El zorro, guanaco coruro.

Limitados por las nieves eternas que en casi todas las cumbres se divisan, visten la superficie total de las islas, ó bajan á la llanura de Tierra del Fuego, hermosas arboledas de hayas (Fagus) de diferentes especies, cuyo aspecto fácilmente hace olvidar las frías regiones en que se desarrollan, trayendo al espíritu las gratas evocaciones de los bosques tropicales.

En cuanto alcanza la vista, el escenario está cubierto de variados verdores, y, bajo el matiz de los árboles, la exhuberante naturaleza fueguina se apeñusca, ávida de recoger los escasos rayos de aquel Sol, casi siempre arrebatado á la tierra por las frecuentes nieblas del mar y de las nieves, y que con razón ha hecho decir al Botánico Alboff: La Tierra del Fuego puede ser muy justamente llamada el reino de los bosques, porque éstos son los que dan la nota predominante y homogénea en los caracteres de su naturaleza.» (1) Es un escenario frío y silencioso, en el que cuanto más rica es la vida de las plantas, más pobre parece el reino animal.

Y aquel contraste para el viajero habituado al eterno susurro de nuestras selvas del Norte, en que todo palpita y se extremece eu el coro incesante de infinitas especies canoras y bulliciosas, es el primero y más sobresaliente rasgo que recoge el espíritu observador.

El frío, las nieblas y el silencio interrumpido sólo por una que otra nota lastimera con que alguna ave anuncia su presencia, revisten las soledades de intensa melancolía. Nada se agita allí; la Naturaleza no canta, la Naturaleza elabora y lucha lentamente, no como empeñada en extenderse sino. en conservarse.

Estas selvas, denominadas fitogeográficamente Formación de los bosques antarcticos y semejantes por sus principales componentes á los que se extienden hacia el Norte por la cordillera de los Andes de Santa Cruz y Neuquén, ocupan como dije, casi todas las islas del archipiélago fue—(1) Doctor Nicolás Alboff—La naturaleza de la Tierra del Fuego.—Conferencia.—I.a Plata.Arbole: de la Tormación de los montes antáreticos" guino, llegando por el Sur hasta el grupo del Cabo de Hornos, aunque no se los encuentra en las últimas islas de este.

Limitándome á la Tierra del Fuego, diré de su dispersión que se extienden por la costa del Beagle, no llegando siempre á la misma orilla, se aproximan por el lado del Atlántico hasta las barrancas del Océano y en su avance hacia el Norte continúan por ellas, para detenerse á menos de media legua al Norte de Río del Fuego.

Allí se ve bien distintamente su tendencia á alejarse del mar, pues su línea de límite dobla al Noroeste, de manera que ocho leguas más al Norte, sobre el Río Grande, se los encuentra recien á tres leguas de la costa. Esta línea declina cada vez más bruscamente sobre el Oeste, hasta desaparecer sobre la costa del Estrecho, se los ve de nuevo cubriendo totalmente casi la Isla Dawson y reapareciendo en la península de Brunswick por la que continúan hácia la Cordillera.

Estos bosques no se muestran como los del Chaco y Formosa, por ejemplo, en grupos aislados ó manchones contínuamente, sinó. á veces, en sus términos: pero en el interior de la inmensa sábana de árboles, existen grandes claros, muy de tener en cuenta por su extensión de leguas, cou aspecto de pampas dilatadas. Tal es el codo que forma el Río del Fuego, la llanura que se extiende al Norte de la cadena que cierra el Lago Cheépel ocupada por las lagunas y en una gran curva del Río Ewan á la mitad de su curso.

El primero y último de estos claros, son los suelos más pobres que tiene el territorio, pues el terreno es liviano, con gran proporción de pedregullo arrastrado por los vientos, y crecen en él, en reducida proporción, gramillas raquíticas.

Cuando se observa el conjunto de las selvas de la sub—formación sub—tropical que cubre las faldas del Aconquija, se nota la influencia de los vientos y las lluvias, pues trepando las arboledas se recuestan uniformemente sobre un lado solo de las quebradas, lo que llaman a la sombra de las lluvias. Eu estos bosques no sucede nada semejante: su dispersión es general, pero, en cambio, nunca se aproximan á los ríos ni á las lagunas, pues estos corren y se extienden por largos valles limitados por las lomas y los bosques que se alzan sobre ellas. El único caso que he visto. es el del Río General Cerri, debido naturalmente—á que este rio pasa encajonado entre quebradas y los árboles cubren á estas. Sin embargo, no dudo de que sobre el lado Sur ó sea el espacio comprendido desde la Cordillera de Rumania hasta el canal, los bosques llegan hasta la misma orilla de los ríos, principalmente porque estos bajan por entre las montañas. De manera pues que, al calcular el área de dispersión dentro del territorio Argentino, debemos ante todo descontar la parte Norte, desde el Estrecho de Magallanes hasta Río Grande con lo cual los bosques ocuparían tres cuartas partes del territorio.

Este ha sido calculado por Latzina en 21048 km2. de los cuales serían de bosque 15786 km2. á los que hay que descontar una parte ocupada por los claros que este forma y á que hice referencia. de donde resulta una disminución que aproximadamente (una décima parte menos) hace que el total sea de 14208 kilómetros cuadrados.

Grupo de robles (Fagus antarctica) en el interior.

— 38Pero si bien es cierto que la dispersión se presenta homogénea, hay que tener en cuenta que su valor varía por el tamaño de los árboles y la calidad de las maderas.

Dentro de estos bosques antárcticos es necesario hacer una subdivisión: la sub—formación del roble sub—formación del coibo. La parte de Tierra del Fuego que yo he estudiado, está constituida por el Fagus antarctica, que todos allí llaman roble, y el coibo que, guiándome por la descripción del Dr. Spegazzini, es la variedad de este: bicrenata (1).

Según mis observaciones, el roble que cubre siempre la parte llana de Tierra del Fuego, llega á pasar sólo los 100 metros de altura, ocupando 20193 kilómetros cuadrados. El coibo sólo se extiende sobre las montañas, hasta los 490 y 500 metros, ó sea una extensión de 6593 kilómetros cuadrados.

Como se vé, la dispersión del roble es visiblemente mayor que la del coibo, y, apesar de esto y de que la densidad del monte de robles es mayor, estos bosques valen mucho menos, sobre todo, en la parte recorrida por mi.

Penetremos al bosque de robles.

Ia altura de los árboles es sunamente uniforme, no pasando los mayores de 10 metros de altura. Del lado de la costa del mar, se vé que están limitados por una línea contínua y característica, como si para resguardarse de los vientos del Este formaran ante él una cortina de hojas y de ramas. Estos árboles Fagus obliqua Mirb... van siendo cada vez más bajos á medida que se aproximan á la orilla, raras veces crecen derechos en ella, á cierta altura desprenden un brazo generalmente, abren su copa dejando el tronco desnudo y se inclinan en dirección contraria al mar, debido sin duda á los frecuentes y fuertes vientos del Norte y Noroeste. Un poco más adentro, los hay—y muchos—(F. antarctica) que se abren en horqueta desde el suelo, siendo estos más rectos, aunque no sobrepasan la altura indicada.

Por más altos que sean estos árboles, en el llano, siempre ofrecen grandes ramas ó se abren en horqueta á los 1.50 y 2 metros. Seis términos medios de circunferencia (diez árboles cada término medio) me dieron respectivamente 0.58—0.59 0.64 0.65—0,69—0.80 centímetros, á un metro del suelo, ó sea un término medio general de 0.65.

La proporción de los árboles buenos era de uno por nueve malos, bien entendido que en el sentido de su figura é incluidos los jóvenes.

Estos bosques próximos al mar, tienen sus árboles á una distancia de y medio metros unos de otros, lo que dá un total de 1600 árboles por hectárea..

Más al interior, hay mucho monte nuevo también; pero la proporción es de dos buenos por ocho malos, con la característica superior de que hay gran cantidad de los que aún parecen arbustos.

Sobre la orilla del bosque, son, término medio, de 0,10 á 0.15 centímetros de diámetro, y mayores los grandes en su circunferencia, pues pasa esta de un metro frecuentemente.

(1)—C. Spegazzini Plantae per Fuegiam collect.—1846.

Río del Fuego Fagus autarefa (joven).

— 40 Las distancias entre sí son iguales en toda su formación.

Bajo los bosques de robles predominan, en la vegetación arbustiva, el Calafate, Berberis buxifolia ilicifolia, la Zarzaparrilla y el Senecio, notándose que donde no son hermosos los pastos que crecen bajo el bosque las especies de Senecio sou abur dantes.

En la parte oriental de estos bosques, los árboles pierden sus hojas más rápidamente que en el interior.

Yo no Dije que los bosques de coibo sou superiores á los de roblelos he visitado del lado del Beagle; sólo los he visto desde lejos, pero si en las cadenas del interior, próximas al Lago Fagnano.

Los propietarios y explotadores de montes en Tierra del Fuego, se lamentan con frecuencia de cuánto engañan los colosos: — Vd. los vé —me decía uno empinados. rectos, seculares; les dá un golpe con el hacha.....estan podridos y suena hueco su interior.» En la marcha al Sudoeste. encontrará el lector algunas impresiones del conjunto y lo que á este árbol respecta.

Salta á primera vista que aquellos bosques del interior son de dificil explotación por la distancia que hay hasta la costa. por la clase de terreno que hay que recorrer y por estar entre las montañas.

Sin embargo, por mi parte. los considero más explotables aún que les robles, y de mayor valor. Los robles tienen que salir forzosamente al Atlántico.

Los puertos son malos. distantes y escasos. Los mejores robles están en el interior. inevitablemente pues, tienen que recorrer la llanura en su mayor parte. Con los Coibos, aunque ocupan el interior, sucede lo contrario. Dije que cubren las montañas y que las mejores maderas están en el Lago Fagnano. bien, el Fagnano es navegable y pueden pasar por el grandes jangadas. El Fagnano tiene una salida: —El Río del Almirantazgo, que, excepto un reducido trecho en que habria que hacer volar algunas piedras que lo obstruyen, es también navegable. Saliendo pues del río, están en la Sonda del Almirantazgo, es decir, eu magnífico puerto tranquilo. sobre el Estrecho, el paso de los trasatlánticos, sin haber tenido que navegar en embarcaciones apropiadas.

He dado esta mi opinión á cuantos conocí que habían visitado el Río del Almirantazgo, y todos están de acuerdo con ella. Así, las maderas del Fagnano están casi sobre el mismo mar.

Tanto bajo los montes de robles como de coibos, la cantidad de grandes árboles caídos es enorme: pero esto no disminuye la densidadpues pronto son reemplazados por los nuevos.

Al Norte de la región boscosa, próximo á San Sebastián, corre de Oeste á Este una dilatada zona invadida por diferentes especies de Senecio. extendiéndose desde ella hasta el Estrecho la llanura cubierta de espléndidos pastizales. La presencia del Senecio allí como arbusto predominante es explicable, pues estos buscan la humedad, causa á que atribuyo su abundancia en casi toda la Tierra del Fuego y especialmente en esa parte Norte del territorio en que la llanura forma un dilatado valle invadido por él, lo que hace que produzca el efecto de ser la avanzada de los bosques fueguinos, que á pocas leguas más al Sur empiezan á presentarse.

Volviendo á las subformaciones del bosque, haré notar, como otros tantos, que éste no dá aún sus productos en la forma que es de desear, pues, por conveniencias económicas, muchos de los aserraderos actuales explotan sus maderas en una época que no es la que corresponde. Los árboles no se cortan en invierno por diferentes causas, principalmente porque los días son más cortos y todo está cubierto de nieve lo que dificulta su transporte.

Y es sensible que esto suceda. Ya en 1883 decía el Dr. Spegazzini: «La esencia de los bosques, bien manejada y no destruida con cortes bárbaros é inconsiderados, además de modificar un poco el clima, puede dar bastantes buenos resultados, si nó en la actualidad, al menos apenas aumente el movimiento de colonización de la costa patagónica y de la parte oriental de la Tierra del Fuego.

En su trabajo sobre la Flora fueguina (1), nuestro sábio botánico se ha ocupado de la explotación de estos bosques, y como su palabra es más autorizada que la mía, transcribo los siguientes párrafos: El Fagus obliqua, en efecto, puede dar inaderas excelentes para trabajos toscos, un material no despreciable para las construcciones; cuando se tiene la precaución de carbonizarlo exteriormente para impedir la putrefacción, presta servicios de mucha duración para travesaños, pilotes, etc.

El Fagus betuloides dá una madera inmejorable para todo género de trabajos, tanto por la duración como por la belleza de la veta y del color, siempre empero que sea cortado en tiempo oportuno y trabajado después de estacionado.

El Fagus antarctica, que no puede utilizarse en los trabajos, será siempre un tesoro, como combustible para los futuros habitantes de la costa patagónica, fueguino—patagónica y de las islas Malvinas. » El conocimiento práctico de estas maderas, ha hecho que los intereses de la explotación sean mayores que aquellos con que el Dr. Spegazzini apreciaba entonces esta gran riqueza fueguina, y que hoy, las maderas que en tanta extensión del territorio se encuentran, constituyan una de las grandes fuentes de riqueza y de porvenir allí.

En cuanto á la Fauna, no es mi ánimo extenderme sobre ella, por cuanto no siendo este tema de inmediato interés, reservo mi trabajo para publicarlo conjuntamente con la parte botánica. Esto pertenece más bien á la Zoología sistemática; pero, en la parte que atañe al Ministerio, sólo diré que, en la Fauna del Interior, los principales elementos de que el hombre puede sacar provecho, se reducen al Zorro, Guanaco y Coruio.

A mi juicio, el estudio del zorro fueguino puede darnos una buena sorpresa, pues cuando se compara con el Canin Azane de otros puntos de la Argentina, se le encuentra mucho más grande,—casi una tercera parte más y sus colores son mucho más fuertes. Si á esto se agregan otros detalles, muy posiblemente en esta especie se encontrará una novedad.

(1) Ver: C. Spegazzini.—Informes pr: liminares del Capitán G. Bove. Buenos Aires. 1853.

Este, es el único representante de los mamíferos carniceros en la isla, pues ni el Puma (Felis concolor), tan común en Patagonia, se encuentra allí, habiendo quedado su límite de dispersión en la tierra continental y una que otra pequeña y próxima isla siendo para mí inexplicable cómo este felino no ha llegado á Tierra del Fuego.

El Guanaco, en cambio, que parece haber cruzado por las angosturas del Estrecho de Magallanes, existe allí en relativa abundancia, pues lo he visto hasta en piños de veinte y treinta, lo que parece poco cuando se compara con las enormes tropillas de 1000 y 2000 que recorren los territorios patagónicos. Sin embargo, su cantidad es suficiente para abastecer las necesidades de los indios, y una vez que el Gobierno Nacional produzca una ley tendente a proteger este valioso y útil animal, ella podrá hacerse extensiva á esta gobernación.

El Coruro Ctenomys magellanicus), aunque con caracteres de plaga, y perjudicial el día que la Agricultura pueda invadir Tierra del Fuego, es hoy un animal útil, por cuanto el indio encuentra en él uno de los medios de alimentación, y de sus pequeñas pieles hace mantas y capas de valor mayor que las de zorro y guanaco.

Estas son las especies que en el interior se aprovechan.

Conducción de rollizos al serradero
Onas "de capa" en pleno invierno