SOLOTETES. Enano lector. Cuando murió, lo metieron desnudito en una media calada de doña Clitemnestra y lo enterraron en la maceta de un naranjo de terraza. Sabía imitar la gallina-búho y la variedad de las voces humanas. También imitaba con soplos y resoplidos los animales mudos, que los hay, como el perro aborigen americano. Ocultándose, Solotetes solía acudir en las tardes de verano a casa de Filón el Mozo, el dramaturgo, a declamar actos de sus tragedias.

"Cuando el rey se fue a la guerra con sus siete naves, Clitemnestra quedó con sus tres hijos en el palacio, servida por cien esclavas, y lo más del día lo pasaba preguntando noticias del ausente, mandando sacar agüeros y escuchando lecturas sosegantes inglesas, que le hacía el enano Solotetes."

A. Cunqueiro, Un hombre que se parecía a Orestes