Unos caminantes y un ladron
Dos hombres iban caminando á la ligera cobarde el uno, mas el otro muy valiente. Sáleles al encuentro un ladron, y amenazándoles con la muerte, les pidió la bolsa. El animoso acometiéndole con brio, rebate la fuerza con la fuerza, atraviesa con su espada al ladron, que no lo esperaba, y se libró del peligro con su valor. Muerto este, acudió el compañero cobarde, desembaina el acero, y terciando el capote, dice: Déjamele, que yo le haré saber con quien se las toma. Entonces el que habia vencido, le respondió: hubiérasme ayudado antes siquiera con esas palabras, y hubiera estado mas alentado, creyendo que iban de veras. Ahora embaina la espada, y juntamente esa lengua fanfarrona, para deslumbrar á otros que no te conozcan. Yo, que por experiencia he visto cuan ligero huyes, sé muy bien que no hay mucho que fiar de tu valor.
Esta fábula se debe aplicar á aquel, que hace del valiente á golpe seguro, y en trance dudoso escapa.
Viam. Falta el principio de esta fábula Y así como á la antecedente se le añade el último verso por faltarle este, así tambien se le añade los cinco primeros versos. Estos versos son de algun autor antiguo.
Seio quòd. Aunque Sanchez en su Minerva l. 3, se empeña en que esta locucion Scio quòd no es latina, otros muchos la aprueban.Re secunda. Es propio de los cobardes mostrarse valientes fuera de peligro, segun aquel adagio: Leoni mortuo Lepores insultant: A moro muerto gran lanzada. Al contrario sucede en los valientes. Ovid. l. 3, Trist. Eleg. 5.
- Corpora magnanimo satis est postrasse leoni:
- Pugna suum funem, cum jacet hostis, habet.