Una cabeza de espediente
Una cabeza de espediente.
Un alcalde de monterilla, instruyendo las primeras diligencias de un proceso en averiguación del paradero de un borrico robado por los gitanos, tropezaba con el inconveniente de no hallar en su ca beza el medio de rotularlo bien. Para salir de este embarazo preguntó al secretario:
— ¿Qué has puesto en la primera hoja de esos papeles?
— He puesto, contestó el interpelado: Espediente para un borrico.
— Eso no está bien.
— Pondré, Espediente sobre un borrico.
— Aun es eso peor.
— Diga V. su parecer, dijo el secretario.
— Dame acá, que yo lo arreglaré mejor.
Y cogiendo el espediente puso en letras muy gordas:
— Espediente por un borrico.