Nota: Se respeta la ortografía original de la época
¡TIERRA!


Envuelta en los celajes de la tarde
Oh, tierra codiciada, al fín te miro,
Y brota de mis labios un suspiro
Y se dilata el corazón cobarde.

¡Tierra que siempre amé, que Dios te guarde!
Y ora tumba me ofrezcas ó retiro,
Haz que la dulce brisa que respiro
El fuego temple que en mis venas arde.

Dicha, esperanza, amor, en tí se encierra
Cuanto el humano corazón ansía,
Cuanto nos da placer, encanto y guerra;

Por eso lloro al verte de alegría:
Y pues te llaman todos madre tierra,
¡Recíbeme en tus brazos, madre mia!


Enfrente de Saint Nazaire, 1868.