Tertulia lunática

​Tertulia lunática​ de Julio Herrera y Reissig


I
Vesperas
Jam sol recedit igneus...
(Ya se retira el sol de fuego)

En túmulo de oro vago,
cataléptico fakir,
se dio el tramonto a dormir
la unción de un nirvana vago...
Objetivase el aciago
suplicio de pensamiento
y como un remordimiento
pulula el sordo rumor
de algún pulverizador
de músicas de tormento.

El cielo abre un gesto verde,
y ríe el desequilibrio
de un sátiro de ludibrio
enfermo de absintio verde...
En hipótesis se pierde
el horizonte errabundo,
y el campo meditabundo
de informe turbión se puebla,
como que todo es tiniebla
en la conciencia del Mundo.

Ya las luciérnagas –brujas
del joyel de Salambó–
guiñan la “marche aux flambeaux”
de un aquelarre de brujas...
Da nostalgias de Cartujas
el ciprés de terciopelo,
y vuelan de tu pañuelo,
en fragantes confidencias,
interjecciones de ausencias
y ojeras de ritornelo.

Todo es póstumo y abstracto
y se intiman de monólogos
los espíritus ideólogos
del Incognoscible Abstracto...
Arde el bosque estupefacto
en un éxtasis de luto,
y se electriza el hirsuto
laberinto del proscenio
con el fósforo del genio
lóbrego de lo Absoluto.

Todo suscita el cansancio
de algún país psicofísico
en el polo metafísico
de silencio y de cansancio...
Un vaho de tiempo rancio
historia la unción plenaria,
y cunde, ante la arbitraria
lógica de la extensión
la materialización
del ánima planetaria.

Del insonoro interior
de mis oscuros naufragios,
zumba, viva de presagios
la Babilonia interior...
Un pitagorizador
horoscopa de ultra-noche,
mientras, en auto-reproche
de contricciones estáticas,
rondan las momias hieráticas
del Escorial de la Noche.

Fuegos fatuos de exorcismo
ilustran mi doble vista,
como una malabarista
mutilación de exorcismo...
Lo Subconsciente del mismo
Gran Todo me escalofría
y en la multitud sombría
de la gran tiniebla afónica
fermenta una cosmogónica
trompeta de profecía.

Tal en un rapto de nieve
se aguza la ermita gótica,
y arriba la aguja hipnótica
enhebra estrellas de nieve...
El bosque en la sombra se mueve
fantásticos descalabros,
y en los enebros macabros
blande su caña un pastor,
como un lego apagador
de tétricos candelabros.

Duerme, la oreja en acecho,
como un lobo montaraz
el silencio suspicaz
del precipicio en acecho...
Frunce el erial su despecho,
mientras disuelve y rehúsa
el borbollón de la esclusa
monólogos de esquimal,
en gárgaras de cristal
y euforias de cornamusa.

Adarga en ristre, el sonámbulo
molino metaforiza
un Don Quijote en la liza,
encabalgado y sonámbulo...
Tortura el humo un funámbulo
guiñol de caleidoscopio
y hacia la noche de opio
abren los pozos de Ciencia
el ojo de una conciencia
profunda de espectroscopio.

Sobre la torre, enigmático,
el búho de ojos de azufre,
su canto insalubre sufre
como un muecín enigmático...
Ante el augurio lunático,
capciosa, espectral, desnuda,
aterciopelada y muda,
desciende en su tela inerte,
como una araña de muerte,
la inmensa noche de Buda...


II
Ad completorium

En un bostezo de horror,
tuerce el estero holgazán
su boca de Leviatán
tornasolada de horror...
Dicta el Sumo Redactor
a la gran Sombra Profeta,
y obsediendo la glorieta,
como una insana clavija,
rechina su idea fija
la turbadora veleta.

Ríe el viento confidente
con el vaivén de su cola
tersa de gato de Angola,
perfumada y confidente...
El mar inauditamente
se encoge de sumisión
y el faro vidente, en son
de taumaturgas hombrías,
traduce al torvo Isaías
hipnotizando un león.

Estira aplausos de ascua
la hoguera por los establos:
rabiosa erección de diablos
con tenedores en ascua...
Un brujo espanto de Pascua
de Marizápalo asedia,
y una espectral Edad Media
danza epilepsias abstrusas,
como un horror de Medusas
de la Divina Comedia.

En una burla espantosa,
el túnel del terraplén
bosteza como Gwynplaine
su carcajada espantosa...
Hincha su giba la unciosa
cúpula, y con sus protervos
maleficios de hicocervos,
conjetura el santuario
el mito de un dromedario
carcomido por los cuervos.

Las cosas se hacen facsímiles
de mis alucinaciones
y son como asociaciones
simbólicas de facsímiles...
Entre humos inverosímiles
alinea el cañaveral,
con su apostura marcial
y sus penachos de gloria,
las armas de la victoria
en un vivac imperial.

Un arlequín tarambana,
con un toc-toc insensato,
el tonel de Fortunato
bate en mi sien tarambana...
Siento sorda la campana
que en mi pensamiento intuye;
en el eco que refluye,
mi voz otra voz me nombra;
¡y hosco persigo en mi sombra
mi propia entidad que huye!

La realidad espectral
pasa a través de la trágica
y turbia linterna mágica
de mi razón espectral...
Saturno infunde el fatal
humor bizco de su influjo
y la luna en el reflujo
se rompe, fuga y se integra
como por la magia negra
de un escamoteo brujo.

En la cantera fantasma,
estampa Doré su mueca
fosca, saturniana y hueca,
de pesadilla fantasma...
En el Cementerio pasma
la Muerte un zurdo can-can;
ladra en un perro Satán,
y un profesor rascahuesos
trabuca en hipos aviesos
el Carnaval de Schumann.


III
Avernus

Tú que has entrado en mi imperio
como feroz dentellada,
demonia tornasolada
con romas garras de imperio,
¡infiérname en el cauterio
voraz de tus ojos vagos
y en tus senos que son lagos
de ágata en cuyos sigilos
vigilan los cocodrilos
réprobos de tus halagos!

Consustanciados en fiebre,
amo, en supremas neurosis,
vivir las metempsicosis
vesánicas de tu fiebre...
¡Haz que entre rayos celebre
su aparición Belcebú,
y tus besos de cauchú
me sirvan sus maravillas,
al modo que las pastillas
del Hada Pari-Banú!

Lapona Esfinge: en tus grises
pupilas de opio, evidencio
la Catedral del Silencio
de mis neurastenias grises...
Embalsamados países
de ópalo y de ventiscos
bruma el esplín de sus discos,
en cuyos glaciales bancos
adoran dos osos blancos
a los Menguantes ariscos.

En el Edén de la inquieta
ciencia del Bien y del Mal,
mordí en tu beso el fatal
manzano de carne inquieta...
Tu cabellera violeta
denuncia su fronda inerte,
mi brazo es el dragón fuerte
y los frutos delictuosos
tus inauditos y briosos
senos que me dan la muerte!

Carnívora paradoja,
funambulesca Danaida,
esfinge de mi Tebaida
maldita de paradoja...
Tu miseria es de una roja
fascinación de impostura,
¡y arde el cubil de tu impura
y artera risa de clínica,
como un incesto en la cínica
máscara de la Locura!...


IV
Et noctem quietam concedet Dominus...

Canta la noche salvaje
sus ventriloquias de Congo,
en un gangoso diptongo
de guturación salvaje...
La luna muda su viaje
de astrólogo girasol,
y olímpico caracol,
proverbial de los oráculos,
hunde en el mar sus tentáculos,
hipnotizado de Sol.

Sueña Rodenbach su ambigua
quimera azul, en la bruma;
y el gris surtidor empluma
su frivolidad ambigua...
Allá en la mansión antigua
la noble anciana, de leda
cara de esmalte, remeda
–bajo su crespo algodón–
el copo de una ilusión
envuelto en papel de seda.

En la abstracción de un espejo
introspectivo me copio
y me reitero en mí propio
como en un cóncavo espejo...
La sierra nubla un perplejo
ritus de tormenta mómica,
y en su gran página atómica
finge el cielo de estupor
el inmenso borrador
de una música astronómica.

Con insomnios de neuralgia
bosteza el reloj: la una;
y el parque alemán de luna
sufre una blanca neuralgia...
Ronca el pino su nostalgia
con latines de arcipreste;
y es el molino una agreste
libélula embalsamada,
en un alfiler picada
a la vitrina celeste.

Un leit-motiv de ultratumba
desarticula el pantano,
como un organillo insano
de un carrusel de ultratumba...
El Infinito derrumba
su interrogación huraña,
y se suicida, en la extraña
vía láctea, el meteoro,
como un carbunclo de oro
en una tela de araña.


V

¡Oh negra flor de Idealismo!
¡Oh hiena de diplomacia,
con bilis de aristocracia
y lepra azul de idealismo!...
Es un cáncer tu erotismo
de absurdidad taciturna,
y florece en mi saturna
fiebre de virus madrastros,
como un cultivo de astros
en la gangrena nocturna.

Te llevo en el corazón,
nimbada de mi sofisma,
como un siniestro aneurisma
que rompe mi corazón...
¡Oh Monstrua! ¡Mi ulceración
en tu lirismo retoña,
y tu idílica zampoña
no es más que parasitaria
bordona patibularia
de mi celeste carroña!

¡Oh musical y suicida
tarántula abracadabra
de mi fanfarria macabra
y de mi parche suicida!
–¡Infame! ¡En tu desabrida
rapacidad de perjura,
tu sugestión me sulfura
con el horrendo apetito
que aboca por el Delito
la tenebrosa locura!


VI
Officium tenebrarum

Tal como en una capilla
ardiente de hiperestesia,
entre grillos de anestesia,
tiembla la noche en capilla...
Un gato negro en la orilla
del cenador de bambú,
telegrafía una cu
a Orión que le signa un guiño,
y al fin estrangula un niño
improntu hereje en miaú!

La luna de plafón chino
prestidigita en su riesgo,
la testa truncada al sesgo
de algún Cuasimodo chino...
Sangra un puñal asesino
en la encrucijada obtusa;
y cual Tornera Reclusa,
abre –entre sordos cuidados–
las puertas, con solapados
llavero agrios, la Intrusa!

Su hisopo sacramental
vierte en el lago amatista,
el sauce como un Bautista
en gesto sacramental...
¡Diverge un fauno invernal
el símbolo de sus cuernos,
y con sulfuros internos
riela el charco de disturbio,
como un tragaluz del turbio
sótano de los Avernos!

En el Coro de la Noche
cárdena del otro mundo,
retumban su “De Profundo”
los monjes de media noche...
Desde el púlpito, un fantoche
cruje un responso malsano,
y se adelanta un Hermano,
y en cavernosas secuencias
le rinde tres reverencias
con la cabeza en la mano.

Eriza la insidia sorda
del bituminoso piélago,
Caronte, con el murciélago
de su barca –vela sorda...
En las riberas aborda
el desgreñado turbión,
¡y como la interjección
de un rayo sobre la Nada,
se raja la carcajada
estridente de Plutón!...


VII
Numen

Mefistófela divina,
miasma de fulguración,
aromática infección
de una fístula divina...
¡Fedra, Molocha, Caína,
cómo tu filtro me supo!
¡A ti –¡Santo Dios!– te cupo
ser astro de mi desdoro:
yo te abomino y te adoro
y de rodillas te escupo!

Acude a mi desventura
con tu electrosis de té,
en la luna de Astarté
que auspicia tu desventura...
Vértigo de ensambladura
y amapola de sadismo:
¡yo sumaré a tu guarismo
unitario de Gusana
la equis de mi Nirvana
y el cero de mi ostracismo!

Carie sórdida y uremia,
felina de blando arrimo,
intoxícame en tu mimo
entre dulzuras de uremia...
Blande tu invicta blasfemia
que es una garra pulida,
y sórbeme por la herida
sediciosa del pecado,
como un pulpo delicado,
“¡muerte a muerte y vida a vida!”

Clávame en tus fulgurantes
y fieros ojos de elipsis,
y bruña el Apocalipsis
sus músicas fulgurantes...
¡Nunca! ¡Jamás! ¡Siempre! ¡Y Antes!
¡Ven, antropófaga y diestra,
Escorpiona y Clitemnestra!
¡Pasa sobre mis arrobos,
como un huracán de lobos
en una noche siniestra!

¡Yo te excomulgo, Ananké!
Tu sombra de Melisendra
irrita la escolopendra
sinuosa de mi ananké...
eres hidra en Salomé,
en Brenda panteón de bruma,
tempestad blanca en Satzuma,
en Semíramis carcoma,
danza de vientre en Sodoma
y páramo en Olaluma!

Por tu amable y circunspecta
perfidia y tu desparpajo,
hielo mi cuello en el tajo
de tu traición circunspecta...
¡Y juro, por la selecta
ciencia de tus artimañas,
que irá con risas hurañas
hacia tu esplín cuando muera,
mi galante calavera
a morderte las entrañas!...