Tarde poblana
Casucas apretadas como los finos dientes
que al abrirse las tusas las mazorcas enseñan.
Delante de las casas los naranjos se empeñan
en dar sombras y frutos a las sencillas gentes.
Las penumbras se adornan de joyas relucientes;
las campanas del ángelus del poblado se adueñan,
y en tanto que los mansos ojos de un buey ensueñan,
poco a poco se alegran de cántaros las fuentes...
En los pajizos ranchos tiembla un fulgor escaso;
y antes de que la vida se apague en el ocaso,
cuando el día se adorna de penúltimas galas,
por el atajo asoma la tardía carreta;
y asordan el ambiente, vago cristal violeta,
los gallos, que en las frondas aplauden con las alas...