Jícaras Tristes (1932)
de Alfredo Espino
Tarde poblana

Casucas apretadas como los finos dientes
que al abrirse las tusas las mazorcas enseñan.
Delante de las casas los naranjos se empeñan
en dar sombras y frutos a las sencillas gentes.

Las penumbras se adornan de joyas relucientes;
las campanas del ángelus del poblado se adueñan,
y en tanto que los mansos ojos de un buey ensueñan,
poco a poco se alegran de cántaros las fuentes...

En los pajizos ranchos tiembla un fulgor escaso;
y antes de que la vida se apague en el ocaso,
cuando el día se adorna de penúltimas galas,
por el atajo asoma la tardía carreta;
y asordan el ambiente, vago cristal violeta,
los gallos, que en las frondas aplauden con las alas...