Tanto es lo de más como lo de menosTanto es lo de más como lo de menosTirso de MolinaActo I
Acto I
Salen NINEUCIO, LIBERIO y LÁZARO
NINEUCIO:
¿En fin, en mi competencia
amáis los dos á Felicia?
LIBERIO:
No siempre guarda justicia
el juez que ciego sentencia;
y siendo ciego el Amor,
cuando te venga a escoger
Felicia, por ser mujer,
vendrá a escoger lo peor.
NINEUCIO:
No imagines que me afrento
de tu loca mocedad;
que yerra tu voluntad,
pero no tu entendimiento;
que éste, por torpe que sea,
confesará, aunque forzado,
que no hay hombre afortunado
que el bien que gozo posea.
No hay caudal ni posesión
que en Palestina pretenda
ser réditos de mi hacienda;
casi mis vasallos son
cuantos en Jerusalén
saben mis bienes inmensos,
sus casas me pagan censos,
sus posesiones también.
Desde el Nilo hasta el Jordán
Ceres me rinde tributo;
cada año a Baco disfruto
desde Bersabé hasta Dan.
¿No cubren estas comarcas
vellocinos apacibles
para el número imposibles
respetados por mis marcas?
Los vientos me engendran potros
que brotan aquesos cerros,
en sus crías los becerros
se impiden unos a otros.
A la aritmética afrenta
la suma de mi tesoro,
pues entre mi plata y mi oro
se halla alcanzada de cuenta.
De suerte el planeta real
con diamantes me enriquece
y esmeraldas, que parece
que traigo el sol a jornal.
Las ondas del mar, si a verlas
llego, son tan liberales,
que en nácares y en corales
me ofrecen púrpura y perlas;
con las unas y otras quiso
honrarme el cielo, que trata
mi dicha, visto escarlata,
gasto cambray, rompo biso.
Mi mesa es la cifra y suma
donde el gusto no preserva
desde el arbol a la hierba,
desde la escama a la pluma.
Bríndo a la sed que desprecia
vides que poda Tesalia,
ya con Falernos de Italia,
y ya con Candias de Grecia;
y a tal gloria me provoco,
que conforme a lo que escucho,
para rey me sobra mucho,
para dios me falta poco.
Si de esto tenéis noticia,
¿no será temeridad,
viendo mi felicidad,
que pretendáis a Felicia?
LIBERIO:
Ponderativo has estado,
rico y poderoso eres,
mas no es razón que exageres
con tal soberbia tu estado.
Arrogante, a Dios te igualas,
y a nadie te comunicas;
caudaloso te publicas
y a ti solo te regalas.
El bien es comunicable,
Dios es bien universal;
tú para ti liberal,
para todos miserable;
mira cuán diversos modos
distinto de Dios te han hecho:
tú a ninguno de provecho,
y Dios todo para todos.
Podremos sacar de aquí,
aunque te injuries, los dos,
que no es bueno para Dios
quien es todo para sí.
Yo en las riquezas no fundo
la pretensión de mi amor,
que en fin soy hijo menor,
pues me hizo el cielo segundo,
en las partes personales
con que me aventajo, sí;
de ilustre sangre nací,
dotes tengo naturales;
juventud y gentileza
es el tesoro mayor
para los gustos de amor,
cuyo objeto es la belleza.
En esta felicidad
hallarás tus desengaños.
No quita el oro los años
que ya han mediado tu edad;
ya en la tela de tu vida
teje la vejez ingrata
hilos de peinada plata
que traen la muerte escondida;
ya con arrugas procura
tu cara desengañarte,
pues te dobla por guardarte
el tiempo en la sepultura.
Disforme estás para amante,
que la gula corpulenta,
en fe que en ti se aposenta,
te hizo su semejante.
Si Amor se pinta con alas,
porque siempre es ágil, ¿cómo
siendo tú un monstruo de plomo,
a mi agilidad te igualas?
Anda, que ése es barbarismo.
Come, bebe y atesora,
de ti mismo te enamora,
pues eres dios de ti mismo.
Procura desvanecer
el fuego que te estimula,
y pues adoras la Gula,
no busques otra mujer.
NINEUCIO:
Eres loco y te desprecio. A LÁZARO
Sólo, sobrino, de ti
me admiro por ver que así
intentes como este necio,
haciéndome oposición,
desacreditar la fama
que sabio y cuerdo te llama.
LÁZARO:
Sobrárate la razón
si estribara la esperanza
que en Felicia tengo puesta
en la riqueza molesta,
que es tu bienaventuranza.
Si es causa la voluntad
del amor, y ésta potencia
del alma, cuya excelencia
goza de inmortalidad,
no creo yo, siendo tan sabia
Felicia, que hará elección
de tus riquezas, blasón
caduco que el alma agravia.
Menos rico que tú soy,
aunque con bastante hacienda
para que esposa pretenda
a quien inclinado estoy.
Y advierte, porque deshagas
la rueda sobre que estribas,
más considerado vivas,
y menos te satisfagas,
que imitó Naturaleza
a una madre que ha crïado
dos hijas a quien da estado,
una de extraña belleza,
y ofra fea, y que acomoda,
porque casarlas desea,
toda su hacienda a la fea,
y a la otra su gracia toda.
Entre sabios e indiscretos
Dios sus dones repartió;
ingenio a los sabios dió
y hacienda a los imperfetos;
que por eso es pobre el sabio,
y el ignorante es tan rico.
Pon el ejemplo que aplico
en los dos, aunque en tu agravio,
que si para tu desprecio
la sabia Naturaleza
reparte hacienda y riqueza
a la medida del necio,
de estos dos diversos modos
la cuenta podrás hacer,
que tan necio vendrá a ser
el que es más rico de todos.
NINEUCIO:
Consuélete esa opinión,
que no por eso me agravio;
tan rico fue como sabio
Job, David y Salomón.
No es bien que por eso cobre
desestima de mi estado.
Siempre el rico es murmurado
y desvergonzado el pobre.
Llamados hemos venido
por Felicia todos tres;
si es hermosa, discreta es;
escoger quiere marido.
Al más digno ha de nombrar
por esposo de nosotros.
Ésta es. ¡Pobres de vosotros,
cuáles os he de dejar!
Sale FELICIA
FELICIA:
Reconocida al amor
que todos tres me mostráis,
y aunque confusa en la deuda,
deseosa de pagar,
os permito, caballeros,
que agora merced me hagáis,
honrando esta casa vuestra,
que ufana en veros está.
Si yo tuviera tres almas
en tres cuerpos que lograr,
entre sujetos tan nobles
diera en amorosa paz
fin a vuestra competencia,
brío a vuestra voluntad,
quietud a mi confusión
y a mi sangre calidad.
Mas siendo vosotros tres,
y una sola la que amáis,
fuerza es que entre vuestro amor
viva mi elección neutral.
Desvelos me habéis costado
con que el cuidado, a pesar
del sueño, diversas noches,
ya abogado, ya fiscal,
os abona y os condena.
Ved como sentenciará
quien es juez en causa propia,
si es pasión su tribunal.
Reconozco de Liberio
que es ilustre, que es galán,
que es discreto, que es hermoso,
que es cortés, que es liberal;
y cuando voy a elegir,
hallo que alegando está
Lázaro merecimientos
de valor y estima igual.
Considérole apacible,
virtuoso y principal,
bienhechor de sus vecinos,
amado en esta ciudad.
Bien pudieran tantas partes
reducir mi libertad,
si no la contrapusiera
Nineucio, prosperidad
de este siglo, mayorazgo
de la Fortuna, caudal
del contento y la riqueza,
que en él colmados están. A LIBERIO
En fin, halla en vos el gusto
gentileza y mocedad; A LÁZARO
en vos, prudencia y virtud; A NINEUCIO
Y en vos halla autoridad
y riqueza el interés.
Colegid cuál estará
quien ha de escoger al uno,
y perder a los demás.
Pero, pues ha de ser fuerza,
y Felicia me llamáis
la inclinación determino
con el nombre conformar.
Felicia soy; solamente
aquel mi dueño será
que poseyere en su estado
la humana felicidad.
Vos, Liberio, mientras vive
vuestro padre y a él estáis
sujeto hijo de familia,
tasándoos la cortedad
de su vejez alimentos,
mal os podréis alabar
de ser feliz, pues consiste
el serlo, en la libertad.
Juventud y bizarría
son venturas al quitar
que, o el tiempo las tiraniza,
o postra la enfermedad.
Felicidad de futuro,
sujeta a la variedad
de mudanzas y accidentes,
mientras llega, pena da;
en espera, sois dichoso,
martirio es el esperar;
dichas presentes procuro,
pues que tardan, perdonad.
Y vos, Lázaro también,
que puesto que sea verdad
que os den fama las virtudes
que piadoso ejercitáis,
ya remediando pobrezas,
componiendo pleito ya,
con que os llama todo el reino
su socorro universal,
entretanto que adquirís
a costa de la mortal
la felicidad eterna,
a que piadoso aspiráis
disipando vuestra hacienda
y faltándoos el caudal,
fuerza es, casando con vos,
que también falte la paz.
En la casa de Nineucio
no halló la necesidad
puerta franca, ni hasta ahora
ha entrado en ella el pesar.
La abundancia es quien la habita,
y hasta ella corriendo van
los deleites como ríos,
por ser Nineucio su mar.
Llámale rico avariento
la murmuración vulgar,
porque con ellos no gasta
los bienes que Dios le da.
miente el vulgo, que el avaro,
sólo por acrecentar
riqueza a riqueza, es
verdugo de sí mortal.
Cuando más rico, es más pobre.
No come por no gastar,
no viste por no romper,
no duerme por no soñar.
En la casa de Nineucio,
desde el retrete al zaguán
toda güele a ostentación,
toda sabe a majestad.
Sus paredes cubren telas,
sus artesones están
compitiendo en sus labores
con la esfera celestial.
Biso delicado viste,
arrastra púrpura real,
sobre blandas plumas duerme,
en carrozas fuera va.
¿Qué invención el apetito
ha inventado, qué manjar,
que no registre su mesa?
¿Qué licor tan cordïal
que su sed no satisfaga,
si su prodigalidad
empadrono para el gusto
cuanto abraza tierra y mar?
Luego no será avariento
quien, consigo liberal,
no malogra sus riquezas
y bienes con los demás.
Si es Nineucio, pues, tan rico,
discreto sois, sentenciad
el pleito de vuestro amor,
que entretanto que envidiáis
mí elección y su poder,
él y yo con yugo igual
al triunfo de Amor unidos
consagraremos su altar.
Danse las manos NINEUCIO y FELICIA
NINEUCIO:
Consolaos el uno al otro,
y uno de otro me vengad.
Rico soy, Felicia es mía;
cuerdos seréis si sacáis
en mi abono y vuestra afrenta,
que aunque el bien partido está
en honesto y deleitable,
no hay bien sin utilidad.
Vanse los dos
LIBERIO:
No fueras tú mujer, y no eligieras
interesables gustos. Si tú amaras,
mis dotes naturales abrazaras,
sus miserables bienes pospusieras.
Adora a un monstruo de oro; lisonjeras
mentiras apetece, estima avaras
felicidades torpes, pues reparas
en lo que esconden montes, pisan fieras.
Riquezas, de tu amor apetecidas,
herede yo, si así te satisfaces,
que premiaran tu amor; pero más justo
es, que imitando en la elección a Midas,
tengas, cuando en tu esposo el oro abraces,
con sed al interés, con hambre al gusto.
Vase LIBERIO
LÁZARO:
Tan lejos de formar quejas ni celos
estoy de ti, Felicia interesable,
que mil gracias te doy porque mudable,
tus desengaños curan mis recelos.
¡Qué contrarios que son nuestros desvelos!
Tú en deleites humanos varïable,
felicidad elijes; yo, inmutable,
agregación de bienes en los cielos.
No es gloria la que teme a la mudanza
y amenaza en peligros de la vida;
mas funda en ella tu razón de estado,
pondré yo en Dios mi bienaventuranza
y veremos los dos a la partida
cuál de los dos es bienaventurado.
Vase LÁZARO. Salen CLEMENTE, viejo,
y MODESTO, su hijo
MODESTO:
No te espante de que viva
Liberio tan sueltamente,
señor, si en tu amor estriba
de sus vicios la corriente
que su juventud derriba.
Si por ser hijo menor
te ha de ocasionar tu amor
a consentir lo que pasa,
sin que tenga a nadie en casa
ni respeto, ni temor,
cuando disipe tu hacienda,
tu fama desacredite,
juegue, desperdicie, venda,
llórelo quien lo permite
y le da tan larga rienda;
que yo, cumpliendo con esto,
y a obedecerte dispuesto,
aunque soy hijo mayor,
me quejaré de tu amor
y sus locuras.
CLEMENTE:
Modesto,
hasta que padre hayas sido
y con tierna sucesión
hayas cuerdo repartido
en hijos el corazón,
de sí mismo dividido,
no culpes lo que no alcanzas.
La juventud en mudanzas
gasta la flor de sus años,
y el tiempo con desengaños
suele lograr esperanzas.
Cuerdas amonestaciones
doy a Liberio; no puedo
violentar inclinaciones.
Que es travieso te concedo;
mas, si no excusas razones,
¿he de ser con él tirano?
¿No puso Dios en su mano
su libertad y albedrío?
Rompa la presa este río
cual avenida en verano.
Quien ve un arroyo pequeño
crecer con la tempestad,
hacerse del campo dueño,
inundar una ciudad,
y en breve espacio pequeño,
el que antes imitó el mar,
dejarse humilde pisar
sin barco o vado a pie enjuto,
de un simple niño, de un bruto,
pues así has de comparar.
La juventud licenciosa,
borrasca es en el estío
de la edad, que presurosa
saca de madre este río,
cuya creciente furiosa
rompe peñas y edificios,
pero como son los vicios
que causaban sus crecientes,
bienes no más que aparentes,
dan de su violencia indicios;
y empalagando el descanso
que en ellos creyó tener,
se reduce a su remanso,
y vuelve luego a correr
seguro, apacible y manso.
MODESTO:
Pudiérate replicar
mil cosas, a no mirar
lo que obedecerte estimo.
De mi hermano me lastimo;
el cielo le dé lugar
para que ataje prudente
su juvenil desvarío,
que es mar la muerte inclemente,
y suele sorberse un río
en Mitad de su corriente.
Sale GULÍN,
con una caja de joyas escondida
GULÍN:
¡Alto! Mi gozo en el pozo:
en las brasas hemos dado.
CLEMENTE:
¿Qué es esto?
MODESTO:
Éste es su criado.
¡Cual el amo, tal el mozo!
CLEMENTE:
¿Dónde te vuelves? Espera.
GULÍN:
Un poco se me olvidaba
allá dentro. (¡Angustia brava!) Aparte
CLEMENTE:
Detente.
GULÍN:
(¡Quién se escurriera!) Aparte
MODESTO:
¿Qué es lo que escondes, turbado,
con la capa?
GULÍN:
¿Yo qué escondo?
CLEMENTE:
¿No respondes?
GULÍN:
Ya respondo.
CLEMENTE:
¿Qué llevas?
GULÍN:
Cierto recado.
CLEMENTE:
Muestra.
GULÍN:
Camisas y un cuello
con ropa sucia es.
CLEMENTE:
Espera.
GULÍN:
Llévolo a la lavandera.
CLEMENTE:
¿Pues yo por qué no he de vello?
GULÍN:
¿Para qué has de ver andrajos,
señor, de un salario corto?
CLEMENTE:
Reporta.
GULÍN:
Ya me reporto.
MODESTO:
Enseña.
GULÍN:
¿Cuatro estropajos,
por mejor decir, rodillas,
quieres ver?
MODESTO:
Yo sé que mientes.
CLEMENTE:
Enseña.
GULÍN:
No están decentes,
porque algunas seguidillas
que causó cierta fiambrera,
me forzaron sin razón
a hacer versos a traición
que borre la lavandera.
MODESTO:
Cualquiera bellaquería
se puede esperar de ti.
¿Qué es lo que cubres aquí? Descúbrele la caja
CLEMENTE:
Toda esta es hacienda mía.
Traidor, ¿mis joyas me llevas?
¿Hay atrevimiento igual?
GULÍN:
Yo soy lacayo leal.
CLEMENTE:
Muy bien con esto lo pruebas,
pues me robas.
GULÍN:
¿Yo?
MODESTO:
¿A excusar
te atreves?
GULÍN:
¿Y es maravilla,
si aun el basto y la espadilla
no robo, por no robar?
Mi señor, que enamorado
colige, por ser galán,
que amor del tribu de Dan
sale mejor despachado,
no cesa de dar jamás,
porque so pena de olvido,
Cupido se acaba en "pido,"
y sus damas en "da más."
Anoche descerrajó
tus escritorios por ver
si el interés mercader
en amor se transformó;
y perdido por Felicia,
para comprar su hermosura
hizo esta tarde postura,
mas pujando la codicia,
venció su competidor.
Quiso despicarse luego
jugando, que en fin el juego
es triaca contra el amor;
perdió el dinero en diez pintas,
de tabardillo serán,
y según prisa le dan,
ya no debe tener cintas.
Mandóme en fin que viniere
por el oro, que escondido
guardó anoche, prevenido
que nadie en casa me viese.
Es mi amo, y yo soy fiel,
pues dice el refrán que anda,
"Haz lo que tu amo te manda
si quieres cenar con él."
CLEMENTE:
Vos sois un...
GULÍN:
Dirás, bellaco.
CLEMENTE:
¡Qué á su medida os halló
vuestro buen amo!
GULÍN:
Si yo,
lo que él hurta a plaza saco,
¿en qué peco, o qué te asombra?
Sombra es el crïado fiel
de su señor; voy tras él.
¿No imita el cuerpo a su sombra?
¿Si él roba, he yo de rezar?
En casa del tamborilero,
el mozo baila el primero.
Mozo soy, y he de bailar.
CLEMENTE:
No has de estar más un instante
en casa. Las faltriqueras
le mira, que son terceras
de sus hurtos.
GULÍN:
¿No es bastante
disculpa la que te he dado?
Riguroso estás.
Regístranle y le hallan una taba
CLEMENTE:
¿Qué es eso?
MODESTO:
No sé--¡por Dios!--este güeso
hallé sólo en este lado.
CLEMENTE:
Enseña. ¿Pues para qué
traes este hechizo contigo?
GULÍN:
¿Yo, hechizo?
CLEMENTE:
Habla, enemigo.
GULÍN:
¿Brujo yo?
CLEMENTE:
¿Pues no se ve?
GULÍN:
Solamente te faltaba
para formarme procesos
desenterrarme los güesos.
CLEMENTE:
¿Pues qué es aquesto?
GULÍN:
Una taba;
juego desacreditado
para andar entre esportillas,
aunque libre de pandillas
y sin artificio hallado. Juega con la taba
Échase así. Si hacia arriba
cae la carne, que es ésta,
gana el que tira la apuesta;
pero si sobre ella estriba
éste, cuyo nombre oculto
para callar es mejor,
pierde al punto el tirador.
MODESTO:
No es honesto.
GULÍN:
Juego culto,
pero entretiene cuidados.
CLEMENTE:
Provechosa ocupación.
¿Qué es eso?
MODESTO:
Tres dados son.
GULÍN:
Nunca los busco prestados.
CLEMENTE:
Con oraciones devotas
a los demás te aventajas.
MODESTO:
Aquí tienes dos barajas.
Sácaselas
GULÍN:
Siempre me persiguen sotas.
MODESTO:
¡Buen libro! ¡devoción buena!
GULÍN:
Y tal, que suele obligar
las más veces a ayunar
esta santa cuarentena.
CLEMENTE:
¡Qué hable éste tan sin empacho,
y su vicio no le asombre!
GULÍN:
Si tú jugaras al hombre
y supieras dar un chacho,
lograr la espada y bastillo
con la malilla y enfolla,
hacer reponer la polla,
llevártela de codillo,
valdándote de un manjar,
y los reyes escoger,
te olvidaras de comer
y de dormir por jugar.
CLEMENTE:
No olvidaré de daros,
yo al menos, el galardón
digno de la ocupación
en que sabéis emplearos.
¡Hola!
Salen dos CRIADOS
GULÍN:
(En habiendo oleadas, Aparte
tormenta promete el mar.)
A los CRIADOS
CLEMENTE:
Atadme éste.
GULÍN:
(Salmonar Aparte
me quieren las dos lunadas.)
Señor, desde hoy pondré fin
al juego y hurtos.
Sale LIBERIO
LIBERIO:
¿Qué es esto?
CLEMENTE:
¿Qué ha de ser?
GULÍN:
Acude presto,
que corre riesgo Gulín.
CLEMENTE:
Dos grillos y una cadena
le echad.
LIBERIO:
¡A Gulín! ¿por qué?
GULÍN:
¿Comílo yo? Mi amo fue.
CLEMENTE:
Llevalde.
GULÍN:
¿A dónde?
CRIADO 1:
A la trena.
Vanse los dos CRIADOS con GULÍN
CLEMENTE:
Mal, Liberio, te aprovechas
del amor con que te trato.
A Dios y a tu padre ingrato,
consejos cuerdos desechas,
y haciendo ya mis sospechas
verdades, porque te adoro,
osas perderme el decoro,
y eres, por vivir sin rienda,
ladrón de tu misma hacienda,
pirata de tu tesoro.
Aun si en nobles ejercicios
mozo la desperdiciaras,
o amigos con él ganaras,
en la adversidad propicios,
colorearas los vicios
con que darme muerte quieres;
pero en juegos y mujeres,
peste de la juventud,
hospital de la salud,
del infierno mercaderes...
¡Ay, de ti! que al mismo paso
que a engaños vicios enlazas,
tu perdición misma abrazas
corriendo, ciego, a tu ocaso.
De tu edad verde haz más caso,
que el que en torpezas livianas
gasta las flores tempranas
de su juventud florida,
plazos acorta a su vida
y al tiempo adelanta canas.
LIBERIO:
No ha estado malo el sermón
para el humor con que vengo.
Sabio David en ti tengo
cuando ser quiero Absalón.
¿Tan, torpes mis vicios son?
¿Tan adeudado te dejo
para que llores perplejo
culpas que finges en mí,
que en cada maravedí
me has de dar siempre un consejo?
Gentil modo has inventado
de ahorrar por no persuadirte;
siempre que llego a pedirte,
me riñes adelantado.
Ya yo estuviera casado,
si menos guardoso fueras,
con quien honrarme pudieras,
y mi sosiego alabaras,
en nietos te conservaras
y noble en ellos vivieras.
Mas como dura el invierno
de tu larga vejez tanto,
me tienen, y no me espanto,
por hijo del Padre Eterno.
De tu cansado gobierno
es ya mártir mi paciencia,
edad tengo y experiencia.
Padre, acaba, o muérete,
o la parte se me dé
que me toca de mi herencia.
El dote que, caudaloso
de mi madre te enriquece,
la mitad me pertenece;
por esto te soy odioso.
No es mi edad para el reposo
que me aconsejas molesto.
Mucho vives, mas supuesto
que al alma te ha de llegar
el querértela sacar,
así morirás más presto.
MODESTO:
Atrevido, ¿así es razón
que hables a quien el ser debes?
¿Asi a tu padre te atreves?
LIBERIO:
Empieza tú otro sermón,
hipócrita en la opinión
de quien tiene entendimiento;
encarece sobre el viento
la virtud que no acreditas,
díme que a mi padre imitas,
por ser cual él avariento.
Alábate que no juegas,
que nunca serviste damas,
que si Modesto te llamas,
modesta vida sosiegas;
que si soberbio me alegas
que eres mi hermano mayor,
te probaré yo, en rigor,
que del justo Abel en fin
fue hermano mayor Caín,
vino a ser el peor.
Si, en los primeros que el mundo
tuvo, el mayorazgo fue
tan malo, ¿es justo que esté
sujeto a ti por segundo?
En no estimarte me fundo,
por ser de ti tan distinto,
que si obediente te pinto,
será hipócrita avariento
para que en su testamento
te mejore en tercio y quinto.
Por huir de él y de ti
pienso partirme tan lejos
que os espante. Tus consejos
y tu ambición huyo así.
Liberio soy; pues aquí
oprimes mi libertad,
excuse mi libre edad
vuestra avara hipocresía
y busque en Alejandría
la humana felicidad.
Corte soberbia es Egipto;
lograré en ella mi hacienda,
soltaré al deleite rienda
y presas al apetito.
Con el mismo sol compito
en gentileza; a mi amor
la dama de más valor,
más rica, sabia y hermosa,
rendiré. Será mi esposa,
y yo de Egipto señor.
Triunfará mi mocedad,
sin perdonar juego o fiesta,
convite, prado, o floresta,
deleite o prosperidad.
Ésta es la felicidad
por quien me dejó Felicia,
ésta mi gusto codicia,
y ésta sola me destierra
de mi casa y de mi tierra,
y en fin, de vuestra avaricia.
Venme, padre, a entregar luego
lo que heredé de mi madre,
saca el testamento, padre,
o pondré a tu casa fuego.
CLEMENTE:
Liberio, ten más sosiego;
considéralo mejor;
no uses tan mal de mi amor,
que ya tu perdición lloro.
Llora
LIBERIO:
Mejor dirás popotl oro,
de quien soy tu ejecutor.
Como guardas el dinero,
guarda lágrimas también,
y haz que mi hacienda me den;
que partirme a Egipto quiero.
Ni me repliques severo,
ni amoroso me persuadas.
A romper voy aceradas
arcas y cofres que adoras;
no me enterneces, que lloras
lágrimas, padre, doradas.
Dame mi hacienda y no intentes
que mala vejez te dé.
CLEMENTE:
Oye. Eso y más te daré,
como de mí no te ausentes.
MODESTO:
Respeta canas prudentes,
y si estás de mí ofendido,
perdón y brazos te pido.
LIBERIO:
Aparta engañosos lazos.
Dinero quiero, y no abrazos.
Tus engaños he entendido.
Todo es por lo que sentís
que a los dos el oro os lleve;
ni vuestro llanto me mueve,
ni con él me persuadís.
¡Vive Dios! Si me impedís
la hacienda que me usurpáis
y el tesoro me negáis
en que idolatráis avaros,
que en casa no he de dejaros
un sólo pan que comáis.
Vase LIBERIO
MODESTO:
Dásela, corra este río,
como dices, caro padre,
sin presas; salga de madre
su juvenil desvarío.
CLEMENTE:
¡Ay, engañado hijo mío!
Experimenta mortales
peligros que a buscar sales,
si el desengaño previenes;
que nunca estimó los bienes
quien nunca probó los males.
Vanse lo dos.
Salen NINEUCIO, vistiéndose y lavándose con música de chirimías; CRIADOS dándole de vestir y DINA se hinca de rodillas y dice
DINA:
Señor, si en tiempo de bodas
los reyes hacen mercedes,
y tú aventajarte puedes
entre las personas todas
que coronan sus cabezas,
casándote hoy, no hay dudar
que te hayas de aventajar
a todos, como en riquezas.
Mayordomo tuyo ha sido
mi esposo; dió mala cuenta
de su oficio y de tu renta,
en deleites divertido.
Disculpa en parte merece,
pues en ellos te ha imitado,
que todo leal crïado
a su señor se parece.
Vase paseando y vistiendo NINEUCIO
En mil ducados le alcanzas,
y le has hecho encarcelar;
no te ha de poder pagar,
si no le das esperanzas.
Deudo es tuyo y yo mujer;
si uno y otro no es bastante
a enternecer un diamante,
tu misma sangre, tu ser
cifro en dos ángeles bellos,
partes de mi corazón.
Haz crüel ejecución
en tu sangre y cobra de ellos,
o da lugar a su padre
para pagarte después,
siquiera porque a tus pies
está su afligida madre.
NINEUCIO:
Cantadme algún nuevo tono.
DINA:
Quien vale mucho, hace mucho.
NINEUCIO:
Cantad.
DINA:
Escucha.
NINEUCIO:
No escucho.
DINA:
Perdónale.
NINEUCIO:
No perdono.
DINA:
Si no le das libertad,
¿cómo ha de satisfacer?
NINEUCIO:
Los hijos podéis vender
para pagarme. Cantad.
Cantan
MÚSICOS:
"Si el poder
estriba sólo en tener,
y es más el que tiene más,
tú que das
tus bienes, que son tu ser,
serás tu propio homicida;
pues mientras gastas sin rienda,
cuanto dieres de tu hacienda
tanto acortas de tu vida."
NINEUCIO:
¿Cúya es esa letra?
MÚSICO 1:
Es
de un poeta corpulento
en verdades avariento
y en los versos calabrés.
Miente más que da por Dios;
tahur en naipes y engaños,
viejo en pleitos, como en años,
y es en la cara de a dos.
NINEUCIO:
Ése ha de estar en mi casa;
gajes desde hoy le señalo.
MÚSICO 1:
Este medra porque es malo,
que aquí la virtud no pasa.
Sale SIMÓN
SIMÓN:
Señor, mi esposa y tu prima,
espiró ahora, y es cierto
que más la hambre la ha muerto
que la enfermedad; si estima
tu sangre la compasión
que a los difuntos se debe;
si el ser tu deudo te mueve,
si obliga la religión
que adoras y profesaste
y con tu piedad concierta,
dame con que entierre muerta
a quien viva no amparaste.
No tengo con que le dar
mortaja ni sepultura.
NINEUCIO:
Los pobres y la basura
echarlos al muladar.
En Job esta verdad fundo,
pues, luego que empobreció,
en un muladar paró,
por ser basura del mundo.
SIMÓN:
¿No fue sangre tuya?
NINEUCIO:
Si,
mas fue sangre aborrecida,
por ser pobre corrompida,
y echéla fuera de mí.
Sangre que no es nutrimento
del cuerpo que en ella espera,
de su oficio degenera.
Quien me pidiere sustento,
no se llame sangre mía,
pues mi sustancia empobrece.
La sangre mala enflaquece,
la buena alimenta y cría.
De parientes me he sangrado
pobres, que me dan congoja,
pues al muladar arroja
su sangre el que la ha sacado.
Haz a los cuervos con ella
plato, en que sepulcro cobre,
si por ser carne de pobre,
los cuervos osan comella.
Hase acabado de vestir
SIMÓN:
¡Señor!
NINEUCIO:
No seas importuno.
Cántad. Echadlos de aquí.
SIMÓN:
¡Que el oro enloquezca así!
Sale FELICIA con una caja en un plato. Chirimías y CRIADOS con toalla y platos y bebida
NINEUCIO:
¿Qué es esto? ¡Hola!
MAYORDOMO:
El desayuno.
FELICIA:
Porque te sepa mejor,
quise yo servirte el plato.
NINEUCIO:
Invídieme el aparato
el monarca que hay mayor;
pues ninguno mereció
el banquete que hoy recibo
en fuentes de cristal vivo,
mas tengo más dicha yo.
¿Qué hacéis? Cantad mi ventura.
Cantan
MÚSICOS:
"En la casa del placer
ha convidado a comer
al apetito la hartura."
NINEUCIO:
Felicia es quien la procura,
pues a pesar del pesar,
al gusto ofrece manjar
y a los ojos hermosura.
MÚSICOS:
"Aunque en diversos extremos
plato franco hace el amor."
Salen cuatro POBRES e híncanse de rodillas
POBRE 1:
Danos limosna, señor,
que de hambre perecemos.
MÚSICOS:
"Satisfecho el gusto vemos,
pues que le sirve la hartura."
POBRE 2:
Señor, nuestra desventura
manda por Dios remediar.
MÚSICOS:
"Al gusto sirve el manjar,
y a los ojos la hermosura."
A los mendigos
NINEUCIO:
¡Oh, asqueroso y vil enjambre
de moscas, que licenciosas,
en las mesas más preciosas
osáis matar vuestra hambre!
Después que aquí habéis entrado
el alma me habéis revuelto;
¿de qué infierno os habéis suelto,
o qué peste os ha brotado?
¡Qué presto olistes mis bodas,
harpías de mis regalos!
Echádmelos de aquí a palos;
cerradme esas puertas todas.
Quieren echarlos y sale LÁZARO al encuentro y tiénelos
LÁZARO:
¿Con tal desalumbramiento,
tío, los pobres maltratas,
que del crédito de Dios
son abonadas libranzas?
Dichoso pretendes ser,
y cuando se te entra en casa
el bien, le cierras las puertas,
porque a los vicios las abras.
Ya que niegas buenas obras,
no niegues buenas palabras,
siquiera porque en el mundo
son la moneda que pasa.
¿Cómo ajustarás tus cuentas
con Dios, que al más santo alcanza,
si en el registro del cielo
las cartas de pago rasgas?
Si felicidades buscas,
mayor bienaventuranza
es dar que no recibir,
que esta sirve, aquella manda.
Aprende de las criaturas,
que unas con otras contratan,
ya dando, ya recibiendo,
con trabazón soberana. No
fuera, augusto planeta
el sol si su luz negara,
pues no se alumbra a sí mismo,
y alumbra a todos de gracia.
Si sutiliza vapores
que le da la tierra, paga
en nubes, que fertilizan
sus verdes campos con agua.
Recibe el fuego materia
en que conserva sus llamas,
y paga con el calor
que nos alienta y ampara.
Recibe el aire impresiones
peregrinas, que rehusara
si en respiración vital
las vidas no conservara.
Recibe el aire hospedaje
en la tierra, que es su casa,
y págale, agradecido,
en dar humor a sus plantas.
La tierra que toma a usura
los granos a sus entrañas,
de los tres vivientes
es generosa tributaria.
Todos pagan, si reciben;
tú solamente te apartas
de esta ley, pues que de todos
recibes, y a nadie pagas.
¿Quieres ver cuán triste
cosa es recibir? Pues repara
en el invierno encogido,
que es cuando, necesitada,
mendiga la humilde tierra,
ya la nieve, ya la escarcha,
el sol, la lluvia, el calor,
la sementera y labranza,
y verás que, porque a todos
pide, ¡qué desaliñada,
qué melancólica está!
Mas recibe ¿qué me espanta?
Considérala después
que a sus acreedores llama
desde el abril al octubre,
verás qué hermosa y bizarra
al mayo corre cortinas,
las primaveras que arrastra,
los tabíes que entapiza,
los plumajes que la agracian.
¡Ayer triste, hoy tan alegre!
¡Válgame Dios! ¿qué mudanza
es esta? Ayer recibió;
recibir es cosa baja.
Hoy paga, hoy tiene que dar,
y el dar es de reyes. Salga
cuando hace mercedes, reina;
cuando las recibe, esclava.
Da a tus deudos, da a los pobres,
y no serás semejanza
de estéril tierra en invierno,
ni malograrás tu fama.
NINEUCIO:
Desairado persuades
sofísticamente engañas;
para conclüirte, quiero
valerme de tus palabras.
Prodigaliza la tierra
cuando tras pobrezas largas,
en invierno padecidas,
se le sigue la abundancia.
Pero mira tú después
que desnuda y esquilmada
desperdició sus riquezas,
si en el invierno se holgara
de guardar, por no pedir,
y luego a la hormiga alaba,
que no mendiga en enero,
porque en el agosto guarda.
Será bien que en el estío
de mi edad, necio reparta
bienes que eche después menos
en la senectud helada?
Si yo limosna a estos diera,
otros pobres convocaran,
porque siempre se eslabonan
los pobres y las desgracias.
Tengo mucho que vivir,
sustento familia y casa;
saducea es mi opinión;
la inmortalidad del alma
niego; en muriéndose el hombre,
todo para él se acaba.
Ni espero premios del cielo,
ni el infierno me amenaza.
Tú, que en opinión distinta,
quimérica gloria aguardas,
deposita en pobres toscos
bienes que con ellos gastas;
y si en el mundo, mendigo
vieres a la hambre la cara,
por la hartura que esperas,
muy buen provecho te haga.
LÁZARO:
¡Qué ciego estás! Ven acá.
A tu mayordomo alcanzas
en mil ducados; por ellos
te quiero dar una granja
que orillas del Jordán tengo.
NINEUCIO:
Ya la he visto.
LÁZARO:
Soltar manda
por ella a tu mayordomo.
NINEUCIO:
Hazme, pues la entrega, y salga.
DINA:
Dame esos piadosos pies,
amparo de pobres.
LÁZARO:
Alza.
A SIMÓN
¿Qué pides tú?
SIMÓN:
Con que entierre
mi esposa, mitad del alma.
LÁZARO:
Sangre es mía; en el sepulcro
donde mis padres descansan
esté, y para sus obsequias,
si cien escudos no bastan
Dale un bolsillo
que aquí llevas, ven por más.
SIMÓN:
Pisen mis labios tus plantas.
NINEUCIO:
¡Oh, sepulturero loco!
Mientras que tu hacienda gastas
en la basura del mundo,
yo con acciones contrarias
quiero sepultar deleites
en mí mismo. Haz que me traigan
para cenar esta noche
el ave Fénix, si Arabia
se atreve a ponerla en precio.
En la escena aparecerán a un lado LÁZARO con los pobres, y a otro NINEUCIO con sus criados
POBRE 1:
Yo, señor, pido frazadas
para el hospital, que hay muchos,
y casi no tienen camas.
LÁZARO:
¡Ay agentes de Dios vivo!
Todo es pagar libranzas.
Ve a la noche, y te daré
cuanta ropa tengo en casa.
NINEUCIO:
¡Hola! Haced a mis caballos
y a mis yeguas nuevas mantas;
cortadlas de paño azul
y guarnecedlas de grana.
LÁZARO:
Cenad conmigo vosotros
esta noche, que empalaga
el manjar comido a solas.
NINEUCIO:
Estén mis puertas cerradas
mientras me asiento a cenar,
que no es mi mesa villana
para que a otros pague pechos.
SIMÓN:
¡Qué vidas tan encontradas!
Suena un clarín y salen a caballo, bizarramente de camino, LIBERIO, y en una mula de alquiler, tras él, GULÍN a lo gracioso
LIBERIO:
Mucho me huelgo de hallaros
juntos cuando me despido.
Ya de menor he salido;
ya no tengo que envidiaros.
De los tesoros avaros
que mi padre encarceló,
la parte que me tocó
pone a mi apetito espuelas;
de alimentos y tutelas
mi libertad me sacó.
A la Babilonia egipcia,
de Alejandro fundación,
me destierra la elección
bárbara que hizo Felicia.
Juzgue agora su codicia,
si da lugar al consejo,
mientras que de ella me quejo,
cuál es más cumplido gozo,
o el gusto en brazos de un mozo,
o el pesar en los de un viejo.
Que aunque el tesoro le sobre,
¿qué importa, si ya publica
que al paso que triunfa rica,
llora el gusto triste y pobre?
De su felicidad cobre
réditos el interés,
y compitamos los tres
sobre quién es en su estado,
sólo el bienaventurado
reinará en los dos después. A NINEUCIO
Gasta tú solo contigo,
regálate, come, bebe;
y tú, empobreciendo en breve, A LÁZARO
gana el cielo por amigo;
que yo, que otro extremo sigo,
sin que perdone mi edad
fiesta, deleite, beldad,
galas, convites, placeres,
sólo en juegos y en mujeres
pongo mi felicidad.
Tocan el clarín y vase LIBERIO
GULÍN:
Yo, lacayo Gandalín,
y el primero que anda a mula,
trompetero de la gula,
que por eso soy Gulín,
ya en jumento, ya en rocín,
ya de portante, ya al trote,
comiendo a pasto o a escote,
daré a venteros venganza,
no me llamen Sancho Panza,
que se enoja don Quijote.
Vase GULÍN
NINEUCIO:
¿Un loco me desafía
a deleites? ¡Vive Dios,
mi bien, que hemos de ir los dos
a la egipcia Alejandría!
Hasta allí la hacienda mía
llega. Hasta Menfis alcanza
mi poder. Déme venganza
quien soberbio me resiste,
y sépase en qué consiste
esta bienaventuranza.
LÁZARO:
En vosotros, pobres míos,
la suya ha puesto mi fe.
Venid y os regalaré;
corran al mar estos ríos;
pues sois del cielo navíos,
mi hacienda al cielo llevad,
que en él mi felicidad
tengo solamente puesta.
NINEUCIO:
Este necio me molesta.
Triste estoy. ¡Hola! Cantad.
Tocan chirimías, y vanse unos por un lado y otros por otro