Tú para mí, yo para ti, bien mío
I
Tú para mí, yo para ti, bien mío
— Murmurabais los dos — ;
«Es el amor la esencia de la vida,
No hay vida sin amor.»
¡Qué tiempo aquel de alegres armonías!..
¡Qué albos rayos de sol!...
¡Qué tibias noches de susurros llenas,
Qué horas de bendición!
¡Qué aroma, qué perfumes, qué belleza
En cuanto Dios crió,
Y cómo entre sonrisas murmurabais:
«No hay vida sin amor.»
II
Después, cual lampo fugitivo y leve,
Como soplo veloz,
Pasó el amor..., la ciencia de la vida...
Mas... aun vivís los dos.
Tú de otro y de otra yo — dijisteis luego.
¡Oh mundo engañador!
Ya no hubo noches de serena calma,
Brilló enturbiado el sol...
¿Y aún, vieja encina, resististe?, ¿aún late,
Mujer, tu corazón?
No es tiempo ya de delirar; no torna
Lo que por siempre huyó.
No sueñes, ¡ay!, pues que llegó el invierno
Frío y desolador.
Huella la nieve, valerosa, y cante
Enérgica tu voz.
¡Amor!, llama inmortal, rey de la tierra,
Ya para siempre ¡adiós!