Sobre la naturaleza de las cosas: 04
Libro IV
Los sitios retirados del Pierio 1
Recorro, por ninguna planta hollados: Me es gustoso llegar a íntegras fuentes, Y agotarlas del todo; y me da gusto, Cortando nuevas flores, rodearme Las sienes con guirnalda brilladora, Con que no hayan ceñido la cabeza De vate alguno, las divinas musas: Primero, porque enseño, cosas grandes, Y trato de romper los fuertes nudos 10 De la superstición agobiadora; Después, porque tratando las materias De suyo obscuras con pieria gracia, Hago versos tan claros: ni me aparto De la razón en esto: a la manera Que cuando intenta el médico a los niños Dar el ajenjo ingrato, se prepara Untándoles los bordes de la copa Con dulce y pura miel, para que pasen Sus inocentes labios engañados 20 El amargo brebaje del ajenjo, Y la salud les torne aqueste engaño, Y dé vigor y fuerza al débil cuerpo; Así yo ahora, pareciendo austera Y nueva y repugnante esta doctrina Al común de los hombres, exponerte Quise nuestro sistema con canciones Suaves de las musas, y endulzarle Con el rico sabor de poesía: ¡Si por fortuna sujetar pudiera 30 Tu alma de este modo con enlabios Armónicos, en tanto que penetras El misterio profundo de las cosas Y en tal estudio el ánimo engrandeces! De los átomos, pues, las cualidades Y la diversidad de sus figuras Antes de demostrado, y cómo giran De suyo eternamente en el espacio Los dichos elementos de las cosas, Y cómo pueden producirse de ellos 40 Todos los seres: puesto que he enseñado Cuál es del alma la naturaleza, Y a qué principios debe su existencia La actividad que tiene unida al cuerpo, Y cómo en sus primeros elementos Se resuelve después de separada; Ahora daré principio a una materia Que se une íntimamente a lo que he expuesto. Digo que existen cuerpos a quien llamo Simulacros, especies de membranas, 50 Que, de las superficies de los cuerpos Desprendidos, voltean por el aire Al azar, de continuo, noche y día, Y el espíritu agitan con terrores, Nos hacen ver figuras monstruosas Y espectros y fantasmas horrorosos Que el sueño nos arrancan muchas veces:, No creamos quizá que de Aqueronte Las almas huyen, y las sombras vuelan Entre los vivos; ni después de muertos 60 Puede quedar alguna parte nuestra, Cuando el cuerpo y el alma separados Se vuelven a sus propios elementos. Pues de la superficie de los cuerpos Digo salir efigies y figuras De gran delicadeza, que llamamos Membranas, o cortezas, porque tienen La misma forma y la apariencia misma Que los cuerpos de donde se separan Para andar por los aires esparcidas. 70 El hombre más estúpido bien puede Conocer la existencia de estos cuerpos: Primero, porque existen muchos seres Cuyas emanaciones son muy claras: En unos se difunden libremente Sus partes separadas, como el humo Que sale de la leña, y los vapores Que despiden los fuegos: una tela En otros viene a ser mejor urdida; Así en estío dejan las cigarras 80 Las túnicas añosas, y desprenden Los nacientes becerros las membranas, Y la serpiente lúbrica en las zarzas Se despoja también de su camisa, Pues vemos los zarzales coronados Con aquellos despojos voladores: Y puesto que sucede lo que digo, Debe la superficie de los cuerpos Enviarnos imágenes iguales, Aunque sutiles; porque de otro modo 90 No se puede explicar cuál es la causa De que existan figuras tan groseras, Más bien que las sutiles y delgadas, Siendo la superficie de los cuerpos De infinitos corpúsculos compuesta, Los que apartados pueden conservarse En el orden y forma que tenían, Y arrojarse con tanta ligereza Cuanto menos obstáculos se oponen, Por ser tan delicados y sutiles 100 Y estar en superficie colocados. Porque vemos salir seguramente Partículas sinnúmero, no sólo De lo interior del cuerpo, como dije, Antes bien de su misma superficie, Como el color. Esto hacen las cortinas Amarillas y negras y encarnadas Que cuelgan de las vigas y columnas, Y flotan en teatros espaciosos; Porque allí con sus brillos tembladores 110 Espectador y escena toda embisten, Y a senadores, dioses y matronas De móvil luz coloran: más vistoso Y encantador al ojo es su reflejo La luz robando al día, si el recinto Del teatro cerrare exactamente. Luego enviando de la superficie Colores estos lienzos, todo cuerpo Debe enviar también efigies finas, Pues dela superficie salen ambas. 120 Tenemos así ya señales ciertas De las formas que vuelan por el aire Con tan finos contornos, que no pueden Verse tomadas separadamente. Si además el olor, calor, el humo Y otras emanaciones semejantes Aquí y allí se esparcen, es por causa Que de adentro del cuerpo desprendidas No encuentran su salida en línea recta; Por sendas tortuosas se dividen, 130 Por medio de las cuales se abren paso: De los colores la sutil membrana Que sale de la misma superficie No puede ser de obstáculo rasgada. En fin, los simulacros que observamos En espejos, en agua, en brilladuras, Siendo de todo punto semejantes A los objetos que ellos representan, Por sus mismas imágenes se forman. Luego ya no hay razón para que existan 140 Las efigies groseras de los cuerpos Mejor que aquellas otras delicadas. Porque todos los cuerpos nos envían Similares imágenes delgadas, Que nadie puede ver aisladamente; Antes sus emisiones reflejadas, Y juntas, de continuo por espejos, Los órganos nos hieren: de otro modo No fuera tan exacta y adecuada La completa visión de los objetos. 150 La grande sutileza de la imagen Voy a explicarte, porque sus principios Son infinitamente más delgados Y más imperceptibles a la vista Que los mismos corpúsculos que empiezan A no poderse ver. Atiende en breve, Por dejarte del todo convencido, De qué delicadeza están dotados De la materia toda los principios. Existen animales tan exiguos, 160 Que es invisible el tercio de su grueso: ¿Qué será un intestino de su cuerpo? ¿Cómo su corazón? ¿Cómo sus ojos? ¿Qué de sus miembros y articulaciones? ¡Cuánta delicadeza! ¿Concibieras Un tejido más fino y delicado Como es preciso tengan los principios Que el alma y el espíritu componen? Si mueves blandamente aquellas plantas Que olor subido exhalan, la penase, 170 El abrótano acerbo, ajenjo amargo Y la centaura ingrata, al punto sientes La existencia de muchos simulacros Que vuelan de mil modos sin esfuerzo, E imperceptibles. Pero cuán pequeña Sea la imagen comparada al cuerpo De que ella emana, no puede ninguno Apreciar ni explicar bastantemente. Mas para que quizá no te persuadas Que vagan sólo aquellos simulacros 180 Que emanan de los cuerpos; por sí mismos Se forman también otros, y se ponen En aquella región llamada el aire, Do se remontan bajo muchas formas, Mudan a cada instante de figura, Y de mil modos el aspecto tornan. Así a las veces vemos congregarse Las nubes por lo alto en un instante, Enlutando la hermosa faz del cielo, Con movimiento al aire festejando: 190 Parecen ser gigantes espantosos Que vuelan y derraman a lo lejos La obscuridad: o bien grandes montañas Y peñas arrancadas de los montes Que preceden al Sol o que le siguen; En fin, un monstruo que amontona nubes Y las va derramando a todas partes. ¡Con cuánta prontitud; cuán fácilmente Ahora se forman estos simulacros, Y con cuánta abundancia se desprenden 200 Y fluyen sin cesar de los objetos! Las superficies de los cuerpos todos Son como emanaciones perenales Que llegadas a objetos exteriores Penetran unos; como los vestidos, En otros se dividen sin que puedan Reflejárnos la imagen, como en leños Y ásperas rocas; pero no es lo mismo Si encuentran cuerpo denso y alisado, Así como el espejo, pues no pueden 210 Atravesarle como los tejidos, Y no se descomponen sin que hayan Sido primeramente reflejados Enteros por la plana superficie. Por esto nos envían simulacros Los cuerpos lisos: y en cualquiera tiempo Y con cualquiera prontitud que opongas A éstos el espejo, allí al momento Aparece su imagen: sacaremos Que fluyen de su misma superficie 220 Sin cesar los tejidos delicados, Y sutiles figuras: luego al punto Se forman infinitos simulacros, Y a su pronto nacer nada equivale. Si debe derramar en cierto modo Luz abundante el Sol en poco tiempo Para que en claridad rebose todo Perpetuamente; así del mismo modo Es preciso que salgan de los cuerpos De pronto amontonados simulacros 230 En todas partes de infinitos modos; Si se vuelve el espejo a cualquier lado, Con su forma y color se ve el objeto. Cuando el cielo purísimo estuviere Se enluta y obscurece de repente Por todas partes, tanto que pensaras Haber abandonado las tinieblas El Aqueronte por llenar a una Las bóvedas inmensas de los cielos: Formada así la noche tenebrosa 240 Por los nublados, vemos suspendido Horrible espanto encima de nosotros Bajo infinitas formas: mas ninguno Puede explicar la relación pequeña Que estos espectros tienen con su imagen. Yo en muy breves canciones armoniosas Declararé al presente el movimiento, De aquestos simulacros velocísimos, Con cuánta agilidad corren los aires, Y los grandes espacios que atraviesan. 250 En un instante, hacia cualquiera parte Que su diversa dirección los lleva: A la manera que el acento débil Del cisne más recrea las orejas Que aquel clamor ingrato de las grullas Por la región del aire derramado. Observemos que deben ser veloces Los cuerpos que de suyo son ligeros Y formados de átomos sutiles: La luz del Sol y su calor entre ellos, 260 Pues se forman de finos elementos; Los que empujados fácilmente pasan Los intersticios de aire sacudidos Por el siguiente choque: cuando al punto Luz a la luz sucede, y se acelera La suma ligereza de los rayos, Con nueva agitación de los siguientes. Por la misma razón los simulacros Deben correr espacios increíbles En un momento; pues primeramente 270 Un posterior impulso de continuo Sacude los corpúsculos sutiles; Siendo además tan fino su tejido, Fácilmente penetran cualquier cuerpo Y por los huecos de aire así se cuelan. Si vemos los corpúsculos nacidos De las mismas entrañas de los cuerpos Esparcirse de pronto, a la manera Que la luz y el calor del Sol lo hacen Por toda la extensión de la atmósfera 280 En un instante y por el mar y tierras. Se derraman y al cielo se remontan Y le bañan de luz por todas partes Tirándole con suma ligereza, ¿Como no ves que ya los simulacros Que de la superficie se desprenden, Su emisión ningún cuerpo retardando, Deben abalanzarse más ligeros Y atravesar mucho mayor espacio En tiempo igual al que la luz emplea 290 Del Sol en extenderse por el cielo? Quiero también poner una experiencia Que compruebe la suma ligereza Con que se mueven estos simulacros: Si pones al sereno una agua clara, En ella vienen a pintarse luego El estrellado cielo y las lumbreras Rutilantes del mundo: pues la imagen Ya ves cuán poco tiempo necesita Para llegar del cielo hasta la tierra. 300 Por lo cual es preciso que confieses Las emisiones de los simulacros Que hieren muchos ojos y producen La visión: en efecto, los olores De ciertos cuerpos son emanaciones Continuas: de este modo emana el frío De los fluidos; calor del Sol emana, Y la sal que se come las riberas Del mar emana: y los sonidos varios Sin cesar por el aire van volando: 310 Cierto sabor salado afecta el gusto Cuando nos paseamos en la playa; Y si miramos preparar ajenjos Sentimos amargor: tanta certeza Tenemos de que envían emisiones De sí todos los cuerpos de continuo, Que a todas partes giran sin pararse, Y sin interrumpir jamás su flujo, Pues tenemos continuas sensaciones, Ver, oler y aun oír podemos siempre. 320 Si tocamos a obscuras algún cuerpo De una cierta figura, conocemos Ser el mismo que vimos por el día; Es preciso también que el tacto y vista Excite semejante mecanismo: Si un cuadrado tocamos, por ejemplo, Y nos excita sensación a obscuras, ¿Qué otro objeto afectando nuestra vista Podrá durante el día presentarse, Si no es que sea su cuadrada imagen? 330 Luego por medio de la imagen vemos; Sin ellas no podemos ver los cuerpos. Giran los simulacros de que hablamos Y en toda dirección se arrojan siempre: Mas como sólo vemos con los ojos, A do los dirigimos nos los hieren Con su color y forma los objetos, Y la imagen nos hace que veamos La distancia que media hasta las cosas, Porque al salir impele y echa el aire 340 Que medie entre la imagen y los ojos; Por el tacto del aire conmovidos, Y lame en cierto modo la pupila, Y en modo rapidísimo se aleja: Entonces la distancia conocemos. Cuanto más prolongada es la columna Que agitada delante toca al paso Nuestros ojos, parece más distante Cualquier objeto; y este mecanismo De rara y portentosa ligereza 350 Nos hace ver objetos y distancias. No debe sorprenderte que nos hieran Los ojos simulacros invisibles, Y no obstante se vean los objetos: Porque generalmente no sentimos Las moléculas de aire que recrea, Ni del frío que punza fuertemente Cada uno de por sí, más bien sentimos Todas las impresiones reunidas: Las sentimos obrar sobre nosotros 360 Como objetos que afectan nuestros cuerpos Con un choque exterior. Cuando ponemos Sobre una piedra el dedo, los extremos Tocamos del color y superficie: Sentimos solamente la dureza, Propiedad de la masa de la piedra. Oye por qué razón se ve la imagen Mas allá del espejo y bien distante: No de otro modo vemos los objetos Por fuera de las casas ciertamente 370 Cuando por sí la puerta proporciona Veamos claramente lo que pasa Por la parte de afuera; dos columnas De aire, pues, entonces se interponen; La una entre ojo y puerta, a la que sigue La imagen de la puerta y de los cuerpos De adentro por derecha y por izquierda: La otra, a quien precede luz externa, Y que viene a pasar por nuestros ojos, Es seguida también de los objetos 380 Que se ven ciertamente por afuera. Lo mismo hace el espejo: de su imagen La proyección llegando a nuestros ojos Hecha delante de ella el aire puesto Entre su superficie y nuestra vista; Y la impresión de esta columna de aire Hace sintamos de antemano aquella Imagen del espejo; mas al punto Que percibimos el espejo mismo Llega a dar en su luna nuestra imagen, 390 La cual no es reflejada a nuestros ojos Sino después de haber hecho que pase Otra columna de aire sobre el ojo, Que es impelida por la imagen nuestra: Por eso ves la imagen tan distante Del espejo: no debes admirarte, De dos columnas de aire siendo efecto. Si la parte derecha de un objeto Vemos en los espejos a la izquierda, Consiste en que después de haber tocado 400 La superficie plana del espejo, Sufre la imagen antes que se vuelva, Una mudanza que el envés refleja Bajo el aspecto mismo que tenía Su derecha. Y si entonces aplicando Una máscara térrea antes de seca A algún poste o columna, se pudiese Hacer que sin perder su antigua forma Sus partes saledizas se volvieran En sí mismas a entrar, y que en seguida 410 Se ordenasen de nuevo para afuera, Por necesaria ley sucedería El estar colocado a mano izquierda El ojo de derecha, y al contrario. La imagen pasa de uno a otro espejo De manera que suele presentarnos Cinco o seis simulacros: los objetos Por detrás en el fondo colocados, Aunque están muy oblicuos y distantes, A fuerza de continuas reflexiones 420 Salen del fondo, al parecer formados, Por los muchos espejos en un cuarto. Pasa la imagen de un espejo a otro; Si el primero la pone a mano izquierda, La refleja el segundo a la derecha, Vuelve el tercero su primera cara. Los espejos también de muchos lados Hacen ver los objetos con la cara Que les es presentada; bien ya sea Porque la imagen llega transmitida 430 De un espejo en el otro a nuestra vista Después de padecer dos reflexiones; Bien porque sobre sí rueda la imagen Cuando viene a nosotros; pues la obliga La misma curvatura de los lados A dar la vuelta entera hacia nosotros. Parece entran y salen igualmente Con nosotros también los simulacros Imitando los gestos y actitudes, Pues la parte que dejas del espejo 440 No puede hacer que vuelva ya la imagen, Porque Natura sabia y providente De reflexión el ángulo dispuso Que fuese siempre igual al de incidencia. Los ojos huyen de brillantes cuerpos Evitando mirarlos; también ciega El Sol si se le mira de hito en hito; Porque además que tiene propia fuerza, Sus simulacros, de los altos cielos Lanzados a través de un aire puro, 450 Rápidamente hieren nuestros ojos, Sus organizaciones perturbando: Un vivo resplandor quema los ojos Frecuentemente, puesto que contiene De moléculas ígneas grande copia, Cuando al entrar causan dolor en ellos. Los ictéricos ven cualquier objeto Amarilleado, porque de sus cuerpos Emanan abundantes las semillas De amarillez, que se unen en el aire 460 De los objetos con los simulacros, Y tienen los humores de sus ojos Gran copia de partículas mezcladas Que pintan amarillos los objetos. Se ven desde lo obscuro los objetos Que están en medio de la luz, sin duda El aire tenebroso más cercano Metiéndose en el órgano el primero, Y cogiéndole abierto, es al instante Seguido de aire claro, que despeja 470 Los ojos y disipa las tinieblas Por más móvil, sutil y poderoso. En el momento que de luz llenara Las vías de los ojos este aire, Y abrió las que obstruían las tinieblas, Al punto se introducen simulacros De cuerpos puestos a la luz, y vemos. Viniendo de la luz es imposible Ver en la obscuridad, por el contrario, Porque llegando el aire tenebroso 480 Y más denso el segundo, llena a un tiempo Y cierra los conductos de los ojos, Sin que puedan pasar los simulacros De los cuerpos que llegan a la vista. Si a lo lejos parece son redondas De las ciudades las cuadradas torres, Consiste en que todo ángulo parece Obtuso desde lejos; o diremos Mejor que no se ve; su acción se acaba: Tampoco llega el golpe a nuestros ojos, 490 Pues son debilitados en gran trecho Los simulacros por continuos choques Del aire; y cuando el ángulo gastado Llegó a hacerse insensible, se ve sólo Como un montón cilíndrico de piedras: No así cuerpos redondos a la vista Nos aparecen, mas con una forma Confusa en cierto modo e imperfecta. También parece que en el Sol se mueve Nuestra sombra siguiendo nuestros pasos, 500 E imitando los gestos; si creyeres Poder andar y remedar los gestos Un aire que de toda luz carece, Un aire que solemos llamar sombra: Siendo la tierra sucesivamente Privada de la luz del sol o herida Según que nuestros cuerpos van andando Cierran el paso, o le abren a sus rayos, Se nos figura que la misma sombra Viene en pos de nosotros: consistiendo 510 La luz en unos rayos sucesivos Que mueren y renacen de continuo, Como si se devana lana al fuego, Fácil es concebir cómo la tierra Se despoja de luz y se rellena. Sin embargo, tampoco concedemos Que los ojos padecen aquí engaños, El ver la luz y sombra do las haya Es propio de los ojos: ¿por ventura Es o no ciertamente la luz misma? 520 ¿Y la misma la sombra que se pasa? ¿O sucede más bien como hemos dicho? La razón debe sólo decidirlo. En fin, no pueden conocer los ojos A la naturaleza de los cuerpos; Por lo mismo, no quieras imputarle Los errores del ánimo nacidos. La nave donde vamos embarcados Navega pareciendo estarse quieta, Y aquella que está inmóvil en la rada 530 Creemos la arrebata la corriente: Y parece que campos y colinas Huyen hacia la popa, hinchando el viento A lo largo de aquéllos nuestras velas: Y parece que todas las estrellas En las etéreas bóvedas clavadas Inmóviles están; tienen, no obstante, Continuo movimiento, pues que nacen Para reveer una lejana puesta, Después que con su claro cuerpo el cielo 540 Midieron: Sol y Luna estacionarios De la misma manera nos parecen, Aunque sus movimientos nos declara La razón por sí misma; y las montañas Que dominan los mares, entre quienes Pasarían escuadras libremente, Un mismo todo ofrecen desde lejos, Y aunque estén muy distantes unas de otras, Ofrecen, sin embargo, a nuestros ojos Una grande isla congregadas todas. 550 Y están tan persuadidos los muchachos Que la pieza se mueve a la redonda, Y en rededor moverse las columnas, Que tomen acabando de dar vueltas Que los sepulte el techo de sus ruinas. Cuando principia ya naturaleza A remontar los fuegos tembladores Del encarnado Sol, y al levantarla Sobre la cima de los montes, tiene Al parecer en ella el Sol reposo, 560 Tocándola de cerca con su fuego; Apenas distan ellos de nosotros Dos mil o cuando más quinientos tiros De saeta o de dardo: inmensos mares Entre el Sol y los montes se comprenden Debajo de las bóvedas celestes; Y se hallan a otro lado de estos mares Infinitas regiones habitadas De hombres y de animales diferentes. Empero un charco de agua que no tenga 570 Más que una pulgada de profundo, Estancada en las piedras de la calle Debajo de los pies, hace veamos El espacio tan vasto, que separa El cielo de la tierra por encima De nosotros: creyéramos que el globo, De parte a parte atravesado, ofrece Otros nuevos nublados a la vista, Y a los ojos presenta un nuevo cielo, Y otros cuerpos hundidos en las tierras 580 Vemos en este espacio prodigioso. Si se nos para en medio de algún río El arrogante bruto, y si bajamos La vista hacia la rápida corriente, Parece que una fuerza arrastra el cuerpo Del inmóvil caballo río arriba, Y por cualquiera parte que miremos Nos parece que son así arrastrados En general los cuerpos velozmente, Y suben la corriente de este modo. 590 Un pórtico formado de columnas Paralelas o iguales en altura Mirado en su largor desde un extremo, Se angosta poco a poco como en cono, El techo se deprime hacia la tierra, Y el lado izquierdo juntase al derecho, Hasta que no descubren más los ojos Que el ángulo confuso de su cono. Del seno de los mares ven que sale El Sol los marineros; y se pone 600 Y sepulta su luz también en ellos; Sus ojos no ven mas que cielo y agua; No debes tú tachar de mentirosos Ligeramente en todo a sus sentidos. Los ignorantes de la mar se creen Ver deformes y rotos los navíos En el ponto sus olas resistiendo: La parte del timón y de los remos Que sobresale por el agua es recta, Y la parte que está dentro del agua 610 Parece que se dobla, y se levanta En línea horizontal, que en cierto modo Flota por refracción sobre las aguas. Cuando llevan los vientos por el aire En medio de la noche claras nubes, Parece que los fuegos celestiales Se van contra las nubes resbalando Y que con una dirección contraria Al curso natural ruedan sobre ellas. Si apretamos un ojo con la mano 620 Por la parte inferior, parecen dobles Los objetos que vemos: la luz doble, Doble el rico menaje, y que los hombres Tienen doblada cara y doble cuerpo. Cuando el sueño por fin los miembros ata Con un dulce sopor, y cuando el cuerpo En profundo reposo está tendido, Entonces nos parece estar despiertos, Y hacer también de nuestros miembros uso; Creemos ver el Sol y luz del día 630 En medio de la noche tenebrosa: Y en una pieza estrecha y bien cerrada Mudar de climas, mares, montes, ríos, Y atravesar a pie llanuras grandes; Y en el profundo y general silencio, De la noche parece oír sonidos, Y silenciosos responder acordes. Vemos, en algún modo sorprendidos, Semejantes fenómenos, que tienden Todos a destruir la confianza 640 Debida a los sentidos, pero en vano: El engaño proviene en nuestra parte De los juicios del alma que nosotros Pintamos con aquellas relaciones De los sentidos, suponiendo visto Aquello que los órganos no vieron; Porque la distinción de relaciones Evidentes de inciertas conjeturas Que el ánimo de suyo nos asocia Es la cosa más rara y excelente. 650 Si alguno dice no saberse nada, Si se puede saber él mismo ignora, Supuesto que confiesa nada sabe: ¿Quién podrá disputar con quien impugna Las nociones más claras y evidentes? No obstante, aun cuando y le concediera Por cosa cierta no saberse nada, De qué modo aprendió le preguntara Saber y no saber qué cosa sea, Sin que jamás lo cierto haya encontrado; 660 Y cómo se formó el conocimiento De falso y verdadero, y de qué modo Distingue la certeza de la duda. Encontrarás que nace la noticia De la verdad de los sentidos mismos, Que al error nunca pueden inducirnos, Que merecen muy grande confianza, Porque, según la fuerza y energía, Si oponen la verdad, pueden lo falso Destruir. ¿Pues en dónde encontraremos 670 Conductor más seguro que el sentido? Dirás, que en estos órganos falaces Fundada la razón. ¿Podrá contra ellos Deponer la razón, que su existencia Enteramente a los sentidos debe? ¿Que no es más que un error si engañan ellos? ¿Argüirán los oídos a los ojos? ¿El tacto a los oídos? ¿A este tacto Con argumentos refutar podrían Por ventura el olfato, el gusto, u ojos? 680 Pues no sucede así, según yo creo: Tiene cada sentido sus funciones, Tiene sus facultades separadas, Y es preciso inspeccione así un sentido Lo blando o duro, lo caliente o frío: Distingue otro el olor de los colores: Los sabores, olores y sonidos Su propio tribunal tienen aparte: No pueden mutuamente los sentidos Rectificarse; ni ellos a sí mismos 690 Reprenderse podrán, puesto que siempre Merecerán la misma confianza: Inferimos de aquí que en cualquier tiempo Serán sus relaciones verdaderas. Si no pudiera, la razón decirnos Cómo se ven redondos desde lejos Los objetos que cerca son cuadrados, Nos es más ventajoso, sin embargo, Dar en defecto de solución cierta Falsa razón de esta apariencia doble, 700 Que soltar la evidencia de las manos, Y destruir la confianza toda, Y arrancar de raíz la base entera En que conservación y vida estriban: Pues la razón no sólo se arruina, Sino también la misma vida al punto, Si no osares creer a los sentidos Y huir de aquellos sitios peligrosos Y los demás objetos que nos dañen, Y buscar los que traen utilidades. 710 Vana declamación es el discurso Que contra los sentidos se dirige. Pues en la construcción de un edificio Se sirve el arquitecto de una regla Mal formada, y si no guarda la escuadra La perpendicular, si se ladea El nivel de su asiento hacia una parte, Es preciso que salga el edificio Muy lleno de defectos, ladeado, Hundido, sin nivel, sin proporciones: 720 Parecerá amenaza desplomarse Ya alguna parte dél; seguramente Todo se vendrá abajo, porque ha sido Mal dirigido desde sus principios: Así en la relación de los sentidos Si no hay seguridad y confianza, Los juicios que formares es preciso Te salgan todos falsos e ilusorios. Es cosa fácil explicar el cómo Son afectados los demás sentidos 730 Por el objeto propio a cada uno: El sonido y la voz se oyen primero Cuando sus elementos insinuados En el oído, el órgano tocaron, Porque de corporal naturaleza Debemos confesar que se componen El sonido y la voz, puesto que impelen Los sentidos. La voz frecuentemente Lastima la garganta, y los clamores La tráquea irritan: porque los principios 740 De la voz, en gran número saliendo Rápidamente fuera, llenan luego El estrecho conducto, desgarrando El orificio y lastimando el paso Por do la voz escapa por los aires. Así que las palabras y las voces Constan de corporales elementos, Supuesto que nos pueden hacer daño. Bien sabes tú cuánto destruye el cuerpo, Cuánto se debilitan fuerza y nervios 750 De los que conversaron largamente Desde que asoma la brillante aurora Hasta la sombra de la obscura noche, Si ha sido la disputa acalorada. Es corpórea la voz, puesto que pierde El parlero gran parte de substancia. La aspereza de voz y la dulzura Nacen de la figura de los átomos; Pues no hieren lo mismo los oídos Cuando los graves y profundos toques 760 Oímos del clarín, y en ronco estruendo Retumban las bocinas retorcidas, Y los cisnes nacidos en los valles Frescos del Helicón con voz de llanto Entonan sus lamentos, armoniosos. Al punto que nosotros despedimos De lo íntimo del pecho los sonidos A lo interior del paladar la lengua, De las palabras móvil formadora, Las articula, y modifica en parte 770 La inflexión de los labios; y si es corto El espacio que corre aquel sonido Para llegar al órgano, se oyen También perfectamente las palabras, Las articulaciones se distinguen Porque sus inflexiones y carácter La voz conserva; pero si el espacio Que se interpone es demasiado largo, Confunde las palabras el mucho aire, Y se pierde la voz atravesando: 780 Luego pueden oírse los sonidos Sin distinguir qué dicen las palabras: Tan confusa y revuelta la voz llega. De todo el pueblo hiere los oídos Con un solo pregón el pregonero: Una voz sola se divide al punto En otras infinitas repartidas Por todos los oídos, distinguiendo Las articulaciones y sonidos. Las voces que no llegan al oído 790 Mueren desvanecidas por los aires, Continuando su marcha; o estrelladas En algún cuerpo sólido, el sonido Repiten rechazadas; muchas veces Engañan reflejando la palabra, Así como la imagen el espejo. Bien enterado tú de lo que digo, Puedes a los demás y a ti explicarte Cómo en las soledades los peñascos Repiten las palabras por su orden 800 Y en articulación cuando buscamos Entre montes opacos los perdidos Compañeros, llamándolos a voces. Sitios he visto yo que repetían Seis o siete palabras, diciendo una: Las palabras así de cerro en cerro Reflejadas muy bien se distinguían. Los pueblos comarcanos se figuran Que las ninfas habitan estos sitios, Y caprípedos sátiros, diciendo 810 Los faunos ser, que en estas soledades Interrumpen la calma silenciosa Con su nocturno estrépito y retozo Y que hieren las cuerdas con destreza, Que acompaña la flauta bien tocada: Y aseguran sentir los campesinos Cuando Pan, agitando en su cabeza Anfibia la corona de los pinos, Recorre con sus labios retorcidos Los caramillos, porque nunca deja 820 De sonar canción rústica la flauta. Otros muchos prodigios de esta clase Refieren, y los venden por milagros, Bien porque no se mire aquella tierra Que habitan ellos como abandonada De los dioses, o bien sean movidos De otra cualquier razón, como que toda La raza humana fábulas ansía. Luego ya no debemos admirarnos Que lleguen y nos hieran el oído 830 Las voces por los sitios do no pueden Los ojos percibir a los objetos: Con las puertas cerradas nos hablamos: Todos lo vemos, pues sin duda alguna Libremente la voz puede meterse Por conductos sinuosos de los cuerpos: Se niegan a esta acción los simulacros: Así, pues, se dividen si los poros No están en línea recta como aquéllos Del vidrio que la imagen atraviesa. 840 Se divide la Voz por todos lados, Pues nacen espontáneas unas de otras; Una sola produce muchas voces, Como la chispa se divide en muchas. La voz penetra al sitio más oculto: Se oye tan bien detrás del que está hablando Como en todas las piezas inmediatas. Los simulacros llegan a los ojos En línea recta desde los objetos. Nadie puede mirar sobre sí mismo; 850 Se oyen fuera las voces, al contrario; Sin embargo, también esta voz misma Se embota penetrando las paredes, Y nos llega confusa a los oídos: Más bien oímos ruido que palabras. Algo más complicado y trabajoso Es declarar cómo los jugos obran Sobre la lengua y paladar; sentimos Primero los sabores en la boca Cuando exprimimos al mascar el jugo 860 Del alimento, al modo del que aprieta Y hace salir el agua de una esponja. Exprimimos así todos los jugos, Del paladar se cuelan por los poros Y vías complicadas de la lengua. Hieren suavemente si se forman De fluidos y lisos elementos, Y por la húmeda estancia de la lengua Van excitando general deleite. El paladar nos punzan y laceran 870 Si sus átomos son más angulosos. Al fin, el paladar es do sentimos El placer del sabor. Los alimentos, Cuando por el esófago cayeron, Cuando se distribuyen por los miembros, Ningún placer se siente: nada importa Con qué vianda se alimenta el cuerpo, Con tal que esté cocida la que comas Para poder colarse por los miembros, El estómago habiendo humedecido. 880 Explicaré al presente por qué causa No convienen los mismos alimentos A cualquiera animal generalmente, Y por qué el alimento que es amargo Para unos animales, puede a otros Parecer gustosísimo: es tan grande La diferencia y variedad en esto, Que lo que es alimento para unos Fue para otros un veneno activo. También vemos morir a la serpiente 890 Humedecida con saliva humana, Y se devora con sus mismos dientes: El eléboro da la muerte al hombre, Y las cabras engorda y codornices. Para poder saber en qué consiste Ni apartes de tu mente lo que he dicho, Ser muy diversas las combinaciones De átomos formadores de los seres. Siendo desemejantes ciertamente En lo exterior los animales todos, 900 Con formas y contornos variados Deben diferenciarse en la figura Con mucha más razón, de sus principios; Debe haber en sus poros diferencia, En vías e intersticios de los miembros, De boca y paladar generalmente: Más ancho debe ser o más estrecho, Muchos triangulares, o cuadrados, Redondos o polígonos muy varios; Pues deben las figuras de los poros 910 Variar en razón de la figura Y el vario movimiento de los átomos, Y deben variar las de las vías En razón del tejido que las cerca. Así, cuando los mismos alimentos Gustan a un animal, y al otro amargan, Es porque fácilmente se insinúa Jugo en el paladar de los primeros Bajo una forma lisa y redondeada, Y al contrario, lastima la garganta 920 De los otros, por ser muy escabroso. Estos conocimientos facilitan La solución de otro cualquier problema: Así cuando la bilis dominante Enciende calentura, o acarrea Otra cualquiera causa la dolencia, Ya se trastorna entonces la armonía Del cuerpo en general, se desordenan Todas las posituras de elementos: Los corpúsculos que antes se juntaban 930 Con los órganos, rompen su armonía, Y pasan los que excitan los dolores. El gusto de la miel, en fin, resulta De entrambos elementos, como he dicho. Trataremos ahora de qué modo Hiere un cuerpo oloroso nuestro olfato. Precisamente existen muchos cuerpos Que despiden olores infinitos; Que éstos fluyen y corren, y se esparcen De continuo debemos presumirnos: 940 Que es mayor o menor su analogía Con unos animales que con otros Según la diferencia de figuras: El olor de la miel desde muy lejos Convida a las abejas, y a los buitres Convidan los cadáveres podridos, Y los galgos se van en pos del rastro: El guarda del romano Capitolio, El blanco ganso, humano olor ventea: Así el olor que es propio a cada especie 950 Dirige el animal a pastos buenos, Y le hace huir mortífero veneno, Conservándose así los animales. Porque la actividad de los olores Que llegan a tocarnos el olfato Puede circunscribirse más o menos; Sin embargo, no llegan a extenderse Tanto como la voz y los sonidos, Y mucho menos que los simulacros Por quienes todos los objetos vemos; 960 Extraviados llegan lentamente, Perecen poco a poco descompuestos En medio de los aires fácilmente, Porque apenas exhalan las substancias De lo más interior emanaciones: Como declara el ver que todo el cuerpo Exhala y fluye olores más subidos Cuando es molido y arrojado al fuego. Claramente se ven que son más gruesos Los principios que forman los olores 970 Que aquéllos que componen el sonido, Porque el olor no pasa las paredes, Por do voz y sonidos se entran luego: Por lo que no es tan fácil el que atines Dónde se halla el olor, porque en los aires Su acción apagan las continuas pausas; No corren a decirnos de do vienen: El perro así se pierde y busca al rastro. Estos efectos no son peculiares En realidad de olores y sabores 980 Las imágenes mismas de los seres Y colores no están proporcionadas A los órganos todos de manera Que no haya cuerpos cuya vista cause Un más vivo dolor que la de otros. Sacudiendo a la noche con las alas De esta manera el gallo, que acostumbra Aplaudir a la aurora con voz clara, No le resisten rápidos leones Ni le pueden mirar; luego al momento 990 Huyen de él, porque emanan de sus miembros Átomos que, metidos en los ojos De los leones, su pupila hieren, Y tal dolor excitan, que no pueden Resistir el coraje y valentía; Cuando dañar no pueden nuestros ojos O porque no penetran los principios. O porque, introducidos, les dan paso Francamente los ojos de manera Que no pueden herirlos al volverse. 1000 Ora con brevedad decirte quiero Qué cuerpos dan al alma movimiento Y de dónde la vienen sus ideas. Digo que vagan muchos simulacros En toda dirección con muchas formas, Tan sutiles, que se unen fácilmente Si llegan a encontrarse, por los aires, Como el hilo de araña y panes de oro; Porque aun exceden en delicadeza A las efigies por las cuales vemos 1010 Los objetos, supuesto que se meten Por todos los conductos de los cuerpos, Y dan interiormente movimiento Del alma a la substancia delicada, Y la ponen en juego sus funciones. Los centauros, Scilas y Cerberos Y fantasmas de muertos así vemos, Cuyos huesos abraza en sí la tierra: Pues la atmósfera hierve en simulacros; De suyo unos se forman en el aire, 1020 Otros emanan de los varios cuerpos, De dos especies juntas constan otros. La imagen de un centauro no se forma Seguramente de un centauro vivo: No ha criado jamás naturaleza Semejante animal; es un compuesto De simulacros de caballo y hombre Que el acaso juntó; y cual dicho habemos, Su tejido sutil y delicado La reunión al momento facilita: l030 Como esta imagen se combinan otras, Que por su extraordinaria ligereza El alma afectan al primer impulso, Porque el ánimo mismo es delicado, Y de movilidad extraordinaria. Es una prueba cierta de lo dicho Parecerse en un todo los objetos Que el alma mira a los que ven los ojos, Porque nacen del mismo mecanismo: Si enseñé que veía yo leones 1040 Con el auxilio de los simulacros Que llegando nos hieren en los ojos, Se infiere que igualmente el alma mueven Los demás simulacros de leones, Que ve tan bien como los mismos ojos. No de otro modo el alma está despierta Cuando se extendió el sueño por los miembros Porque llegan al alma tan deveras Los simulacros que de día hieren, Que nos parece ver aquel desierto, 1050 A quien la muerte y tierra ya dominan. A esta ilusión naturaleza obliga, Porque reposan todos los sentidos En un profundo sueño las verdades No pueden oponer a los errores, Porque está adormecida la memoria, Y con el sueño lánguida no pugna; Que aquél que el alma cree ver con vida, Despojo es de la muerte y del olvido. Por lo demás, no es una maravilla 1060 El movimiento de los simulacros, Y agitación de brazos y de miembros Según las reglas, pues durante el sueño Deben tener lugar las apariencias; Como que si el primero se disipa Y viene a sucederle otro distinto, Parece que es el mismo simulacro Que ha mudado de gesto en un instante. Muchas cuestiones hay sobre este asunto, Y muchas dudas que poner en claro, 1070 Si deseamos profundar las cosas. La primera cuestión que se propone Es por qué el alma en el instante tiene La idea del objeto que la gusta: ¿Miran la voluntad los simulacros? ¿Viene la imagen luego que queremos? Si mar, si tierra, si, por fin, el cielo, Los congresos, la pompa, los banquetes, Si los combates, si otro objeto agrada, ¿Nos crea y guarda la naturaleza 1080 Las efigies de todo a cualquier seña, Mientras que en la región y sitio mismo Profundamente están las almas de otros De ideas muy distintas ocupadas? ¿Qué diré cuando vemos en el sueño Ir bailando a compás los simulacros, Cuando mueven sus miembros delicados, Y cuando tienden sus flexibles brazos Alternativamente con destreza, Y lo vuelven a hacer con pie ligero? 1090 ¿Estudiaron acaso reglas y arte Para poder de noche divertirse? Tengo yo por más cierto y verdadero Que percibimos estos movimientos En un instante solo, como cuando Se da una sola voz, y sin embargo, Pasan muchos instantes, que distingue La razón solamente: ésta es la causa De presentarse muchos simulacros En cualquier tiempo, y en cualquiera parte: 1100 ¡Tanta es su muchedumbre y ligereza! Y siendo tan delgado su tejido, No puede el alma verlos claramente Sin recogerse dentro de sí misma: Si ella no se dispone a recibirlos Con grande aplicación, todos perecen, Y lo logra por medio de esperanza De ver aquello que realmente mira. ¿No adviertes tú también cómo los ojos No pueden distinguir aquel objeto 1110 Poco sensible, porque se tendieron Sin recogerse y prepararse mucho? Aun los cuerpos expuestos a la vista Son para el alma, si ella no se aplica, Como si cien mil leguas estuvieran: ¿A qué viene admirarse de que el alma Deje escapar los simulacros todos Menos los que la tienen ocupada? Tal vez abulta el alma simulacros, Y nos lleva al error y nos engaña: 1120 También transforma el sexo de la imagen, Y en vez de una mujer, sólo tocamos Un hombre transmutado en un instante, U otro cualquier sujeto que en pos viene, De semblante y edad muy diferentes: Esto proviene del olvido y sueño. Debes siempre evitar lo más que puedas Entre otros un error: pensar no debes Que fue criada para ver tan sólo La órbita brillante de los ojos: 1130 Y las móviles piernas y los muslos Sobre la base de los pies alzados, Porque alargar pudiéramos los pasos, Y con robustos músculos los brazos Y que una y otra mano fueron dadas Para poder buscarnos lo preciso. El orden respectivo de las causas Y de efectos ha sido trastornado Con interpretaciones semejantes: Pues no han sido formados nuestros miembros 1140 Para servicio nuestro: los usamos, Porque hechos nos los hemos encontrado: La vista no nació antes que los ojos; La lengua fue criada antes que el habla; La lengua fue mucho antes que el lenguaje; Los oídos también fueron criados Mucho antes que se oyeran los sonidos; Y en fin, todos los miembros existieron Antes de que, se usaran, según pienso: No es la necesidad la que los hizo. 1150 Los hombres se batían a puñadas, Y se hacían heridas con las uñas, Y sangre por sus miembros chorreaba, Mucho antes que las flechas brilladoras Volasen por el aire: y las heridas A evitar enseñó naturaleza Antes que le colgara al brazo izquierdo El arte algún broquel para escudarle: Y dar reposo al cuerpo fatigado Más antiguo es que camas y plumones 1160 Y el apagar la sed antes que el vaso: Estos descubrimientos, que son fruto De la necesidad y la experiencia, Podemos persuadirnos que se han hecho Por utilidad nuestra: no sucede Con los demás objetos esto mismo, Cuyo uso es posterior al nacimiento, Como son nuestros órganos y miembros Ni por asomo debes presumirte Para utilidad nuestra ser criados. 1170 Tampoco es maravilla que se busque Sustento el animal, naturalmente: Porque enseñé, fluían de los cuerpos De mil modos corpúsculos sin número: Que debe ser su emanación copiosa Por su mucho ejercicio y movimiento En unos animales: se evaporan Por la transpiración otras porciones De lo interior del cuerpo: otras exhalan Por la respiración los animales 1180 Que lánguidos jadean: estos males Envarecen el cuerpo, y se destruye Con dolores la máquina en seguida. Por lo mismo se toma el alimento, El cual, metido por los intersticios Asegura los miembros, y da fuerzas, Y llena los conductos ensanchados Con el deseo que a comer incita. De igual modo se extienden las bebidas Por la parte que quiere humedecerse, 1190 Y el volcán de calor que devoraba El estómago, al punto se disipa, Y se extingue el ardor que hay en los miembros De este modo se apaga sed ardiente, De este modo se sacia y harta el hambre. Ahora voy a explicarte cómo andamos Cuando queremos, cómo meneamos Los miembros de maneras diferentes, Y cuál es el agente acostumbrado Que empuja hacia adelante nuestro cuerpo, 1200 De peso tan crecido: pon cuidado. Vienen los simulacros, como he dicho, A tocar el espíritu, y le invitan Al movimiento: luego de aquí nace La voluntad: porque ninguno emprende Cosa alguna sin que haya examinado El alma aquel objeto que la gusta; Operación que exige la presencia De simulacros: pues determinado De este modo el espíritu declara 1210 Su voluntad con cierto movimiento, Que comunica al alma en un instante, Repartida por todos nuestros miembros, Y es muy fácil de hacerse, porque unidas Están íntimamente ambas substancias. El rechazo del alma siente el cuerpo, Y así toda la mole se menea Y avanza lentamente: además de esto, El cuerpo se enrarece al tiempo mismo, Y el aire siempre móvil, como debe, 1220 Se hace dueño de todos los conductos, Copioso se derrama por los poros, Y por las partecillas más sutiles Del cuerpo se reparte de este modo. Así, el alma y el aire son las velas Que mueven nuestro cuerpo como nave. Sin embargo, no debes admirarte Que puedan los corpúsculos tan finos Empujar y volver a su albedrío Una mole tan grave como el cuerpo: 1230 El viento así sutil y muy delgado Es poderoso para hacer que anden Las más disformes naves por las ondas: Por rápida que sea su derrota, Una mano tan sola las dirige, Y las vira doquier un timón solo. Por medio de poleas y de ruedas Las máquinas manejan y levantan Los pesos más enormes sin esfuerzo. Para explicarte ahora cómo el sueño 1240 Derrama por los miembros el descanso Y ahuyenta los cuidados de los pechos, Recurriré al encanto de los versos, Y no a su multitud. Así del cisne Los débiles acentos más regalan Las orejas que aquel cridar de grullas Que se llevan los aires. Pronta oreja Y un ánimo sagaz préstame ahora Para que no me niegues ser posible Lo que voy a decirte: no repruebes 1250 Con obstinado pecho la evidencia: De tu ceguera cúlpate a ti mismo. El sueño viene cuando el alimento Llega a descomponerse por los miembros; Y alguna de sus partes sale fuera Y otra se junta más y se condensa En lo interior del cuerpo; se desatan Y se aflojan entonces ya los miembros; Pues debemos al alma el sentimiento De que no puede el sueño despojarnos, 1260 Sin que entonces nos fuera perturbada Y echada fuera el alma, aunque no toda, Pues yacería el cuerpo rodeado Con el eterno frío de la muerte: La más leve partícula de alma No quedara escondida por los miembros, Como el fuego tapado con ceniza, Que encendiera de nuevo el sentimiento De pronto por los miembros como fuego. Diré la causa de este nuevo estado, 1270 Y cómo puede el alma perturbarse, Y el cuerpo desfallece lentamente: Haz que no azote el viento con palabras. Como la superficie de los cuerpos El contacto del aire experimenta, Es preciso que sea sacudida Sin cesar por sus golpes repetidos. Razón por qué los seres casi todos Están cubiertos de pellejo, o cerda, O de conchas, o callos, o cortezas: 1280 Y el aire respirado de continuo, Por medio de su flujo y su reflujo Los azota también interiormente. Así es chocado el cuerpo por los lados, Y este choque por medio de los poros Llegando a los primeros elementos La destrucción prepara poco a poco. Los principios del ánimo y del cuerpo Se trastornan de modo que una parte Del alma es arrojada, y otra queda 1290 En lo interior del cuerpo recogida: Repartida en los miembros la tercera, No puede reunirse, ni su parte Alarga al movimiento de la vida, Porque ha cortado la naturaleza Las vías y conductos: huye al punto El sentimiento en medio del desorden. Y como el cuerpo ya no tiene apoyo, Todo él se debilita y descaece, Los brazos caen, los párpados se cierran, 1300 Y quedan los jarretes aplomados. Después de la comida viene el sueño, Porque el efecto que produce el aire, Ese mismo produce el alimento Cuando se va escondiendo por las venas; Y aquel sopor es mucho más profundo Que se sigue a la hartura, o la fatiga, Pues trastorna ésta más los elementos, Deja el alma encerrada por adentro Y la echa más copiosa y dividida, 1310 Y la desune más entre sí misma. Y aquello en que más uno se ha ocupado, Y en las cosas que más se ha detenido Y en que más atención hubiese puesto, Eso mismo en el sueño nos parece Hacer por lo común; los abogados Defienden causas, e interpretan leyes; Combates dan y asaltos los caudillos; Con los vientos se baten los pilotos; Yo mismo no interrumpo mi trabajo, 1320 Y siempre busco la naturaleza, Y encontrada, a mi patria la declaro. De este modo las otras facultades Y los estudios de ordinario ocupan En sueños a los hombres con engaños. Y aquéllos que a los juegos de continuo Asisten muchos días de seguida, Los vemos casi siempre, aun cuando deje La diversión de herir a sus sentidos, Conservar en sus almas paso franco 1330 Por do puedan los mismos simulacros Introducirse; y los objetos mismos Por muchos días se les representan: Aunque despiertos ven los danzarines Meneando sus miembros diestramente Y oyen la consonancia de la lira, Y el lenguaje suave de las cuerdas; Ven el mismo concurso, y ven la escena Que brilla con adornos variados. La inclinación, el gusto y la costumbre 1340 Tanto influyen en hombres y animales. Como que los caballos animosos, Sepultados sus miembros en el sueño, Los verás en sudor todos bañados Y resoplar y hacer esfuerzos grandes, Soñando así como si disputaran Sobre la palma, abiertas las barreras. También los perros de los cazadores Durante el blando sueño de repente Sus pies agitan, ladran y a menudo 1350 Oliscar se les ve cual si tuvieran El rastro de la caza descubierto; Y volviendo del sueño continúan Persiguiendo los vanos simulacros De los ciervos que huyendo se figuran, Hasta que en sí volviendo, el error dejan. Mas el perro leal y cariñoso Que vive con nosotros en la casa, Sacude en un instante el leve sueño Que sus ojos velaba, y se levanta 1360 Listo como si viera cara nueva Y rostro sospechoso: porque inquietan Los simulacros tanto más en sueños Cuanto sus elementos son más rudos. Las varias aves huyen, al contrario, Y agitando sus alas, al momento Se acogen a los bosques de los dioses, Por la noche, si en blando sueño vieron El gavilán sobre ellas arrojarse Y con rápido vuelo perseguirlas. 1370 A la verdad que grandes movimientos Agitan a las almas de los hombres: Proyectos vastos forman y ejecutan; Soñando hacen los reyes prisioneros; Esclavos son en sueños de los mismos; Un combate se sigue a otro combate; Claman como si allí los degollaran; Muchos bregan y gimen doloridos Y como si pantera o león fiero Los hicieran pedazos a bocados, 1380 Así llenan el aire de chillidos: Muchos tratan negocios importantes, Y su acción declararon muchas veces; Otros. en sueños ven venir la muerte; Creyendo dar con todo el cuerpo en tierra Desde elevados montes arrojados, Con gran congoja se despiertan muchos, Y a duras penas vuelven en sí mismos Con tanta agitación como han tenido: Un sediento también a par de un río 1390 O de una fuente amena está sentado, Y se quiere beber el agua toda; De ordinario, dormidos los muchachos Al lado de un servicio o meadero Para orinar creen alzar la ropa, Inundando las telas exquisitas Que hizo para su cama Babilonia. Mas los que sienten por la vez primera La juventud lozana cuando el tiempo El semen por los miembros desenvuelve, 1400 Se les ofrecen muchos simulacros De cualquier cuerpo en sueños mensajeros De un rostro hermoso, fresco y agraciado, Que provocan el órgano atestado De semilla abundante; y así como Hubieran penetrado muchas veces, El santuario del placer, arrojan Chorros de semen que los contaminan. Bulle en nosotros, como dije, el semen Cuando la juventud nos robustece: 1410 Cada órgano es movido y provocado Por el objeto propio: humana imagen El órgano prolífico conmueve; Cuando de sus depósitos se sale El semen esparcido por el cuerpo, Y se junta en los nervios destinados Y penetra de pronto el mismo sitio Engendrador, se atiesan los conductos, Quiere arrojarlo la naturaleza Do el bárbaro deseo se encamina: 1420 Y el alma se dirige a aquel objeto Que la hirió con sus flechas amorosas: Todos salen heridos del combate Y los tiros asestan hacia aquélla Que hiriéndonos se dio ella por vencida, Y el mismo vencedor ensangrentado En medio de su triunfo se presenta. Así, pues, a quien Venus ha llagado, Ya tomando los miembros delicados De un muchacho, o haciendo que respire 1430 Una mujer amor por todo el cuerpo, Se dirige al objeto que la hiere, Impaciente desea a él ayuntarse Y llenarle de semen todo el cuerpo: El deleite presagia la ansia ciega: Ésta, pues, es la Venus que tenemos, De aquí el nombre de amor trajo su origen, De aquí en el corazón se destilara Aquella gota de dulzor de Venus Que en un mar de inquietudes ha parado: 1440 Porque si ausente está el objeto amado, Vienen sus simulacros a sitiarnos Y en los oídos anda el dulce nombre. Conviene, pues, huir los simulacros, De fomentos de amores alejarnos, Y volver a otra parte el pensamiento, Y divertirse con cualquiera objeto; No fijar el amor en uno solo, Pues la llama se irrita y se envejece Con el fomento, y el furor se extiende 1450 Y el mal de día en día se empeora. Si no entretienes tú con llagas nuevas Las heridas que te hizo amor primero, Y haciéndote veleta en los amores No reprimes el mal desde su origen Y llevas la pasión hacia otra parte. Las dulzuras de Venus no renuncia Aquél que huye de amor: por el contrario, Coge sus frutos solo sin disgusto. Gozan siempre las almas racionales 1460 De un deleite purísimo y seguro, Mejor que los amantes desgraciados, Que al mismo tiempo de gozar fluctúan Sobre el hechizo de su amor incierto. No saben do fijar ojos y manos; Aprietan con furor entre sus brazos El objeto primero que agarraron, Le molestan muchísimo, y sus dientes Clavan cuando le besan en los labios, Porque no tienen un deleite puro; 1470 Secretamente son aguijoneados A maltratar aquel objeto vago Que motivó su frenesí rabioso: Pero Venus mitiga los dolores Gozando del amor suavemente, Y con blando placer las llagas cura. Pues los amantes tienen esperanza De que aquel mismo cuerpo que ha inflamado Su pecho en amor ciego, puede él mismo Apagar el incendio que ha movido; 1480 Pero se opone la naturaleza: Y es la única pasión de cuyos goces Con bárbaro apetito se arde el pecho; Pues el hambre y la sed se satisfacen Fácilmente por dentro repartidos Bebidas y alimentos en los miembros, Y se pueden pegar a ciertas partes. Pero un semblante hermoso y peregrino, Sólo deja gozar en nuestro cuerpo Ligeros simulacros que arrebata 1490 Miserable esperanza por los aires. Así como un sediento busca en sueños El agua ansiosamente, y no la encuentra, Para apagar el fuego de su cuerpo, Y sólo da con simulacros de agua, Y con vana fatiga de sed muere Bebiendo en un río caudaloso; Del mismo modo engaña a los amantes Venus con simulacros: ni la vista De un cuerpo hermoso hartura puede darlos, 1500 Ni quitar de sus miembros delicados Alguna parte pueden con sus manos Que inciertas manosean todo el cuerpo. En fin, cuando sus miembros enlazados Gozan el fruto de la edad florida, Cuando el cuerpo presagia los contentos Y a punto Venus de sembrar los campos, Los amantes agárranse con ansia, Y juntando saliva con saliva El aliento detienen apretando 1510 Los labios y los dientes; pero en vano, Porque de allí no pueden sacar nada Ni penetrar ni hacerse un mismo cuerpo; Al parecer son estos sus intentos; Venus los junta con ansiosos lazos Cuando en el seno del placer sus miembros En licor abundante se derriten Conmovidos en fuerza del deleite; En fin, cuando la Venus recogida De los nervios saltó, por un momento 1520 El ardor violento se amortigua Vuelve después con más furor la rabia, Buscando sin cesar tocar el blanco De sus deseos; pero no hallan medio Con que puedan triunfar de su desgracia: ¡Tan ciega herida errantes los consume! Agrega a los tormentos que padecen Sus fuerzas agotadas y perdidas, Una vida pasada en servidumbre, La hacienda destruida, muchas deudas, 1530 Abandonadas las obligaciones, Y vacilante la opinión perdida: Perfumes y calzado primoroso De Sición, que sus plantas hermosea: Y en el oro se engastan esmeraldas Mayores y de verde más subido Y se usan en continuos ejercicios De la Venus las telas exquisitas, Que en su sudor se quedan empapadas: Y el caudal bien ganado por sus padres 1540 En cintas y en adornos es gastado: Le emplean otras veces en vestidos De Malta y de Scio: le disipan En menaje, en convites, en excesos, En juegos, en perfumes, en coronas, En las guirnaldas, pero inútilmente; Porque en el manantial de los placeres Una cierta amargura sobresalta, Que molesta y angustia entonces mismo; Bien porque acaso arguye la conciencia 1550 De una vida holgazana y desidiosa Pasada en ramerías; o bien sea Que una palabra equívoca tirada Por el objeto amado, como flecha, Traspasa el corazón apasionado Y toma en él fomento como fuego; O bien celoso observa en sus miradas Distracción hacia él mirando a otro, O ve en su cara risa mofadora. Si en el amor feliz hay tantas penas, 1560 Innumerables son las inquietudes De un amor desgraciado y miserable: Se vienen a los ojos tan de claro, Que es mejor abrazar, como he enseñado, El estar siempre alerta, y no dejarse Enredar en sus lazos; pues más fácil Es evitar las redes, que escaparse Y de Venus romper los fuertes lazos Cuando el amor nos tiene ya prendidos, Y aunque fueras cogido y enredado 1570 Podrías evitar el infortunio Si tú mismo no fueras a buscarle; Si primero los ojos no cerraras Sobre todos los vicios de su alma Y sobre los defectos corporales De aquel objeto por quien sólo anhelas: Ciega por lo común a los amantes La pasión, y les muestra perfecciones Aéreas; porque vemos que las feas Aprisionan los hombres de mil modos, 1580 Y hacen obsequio grande a las viciosas: Y unos de otros se burlan y aconsejan El aplacar a Venus mutuamente Que los aflige con amor infame: Si es negra su querida, para ellos Es una morenita muy graciosa; Si sucia y asquerosa, es descuidada; Si es de ojos pardos, se asemeja a Palas; Si seca y descarnada, es una corza Del Ménalo; si enana y pequeñita, 1590 Es una de las gracias, muy salada; Si alta y agigantada, es majestuosa, Llena de dignidad; tartamudea Y no pronuncia bien, es un tropiezo Gracioso; taciturna, es vergonzosa; Colérica, envidiosa, bachillera, Es un fuego Vivaz que no reposa; Cuando de puro tísica se muere, Es de un temperamento delicado; Si con la tos se ahoga y desfallece, 1600 Entonces es beldad descaecida; Y si gorda y tetuda, es una Ceres, La querida de Baco: si chatilla, Es silla de placer; ¡nadie podría Enumerar tan ciegas ilusiones! Pero demos que sea ella un hechizo Y que la haya agraciado Venus misma; No faltan en el mundo otras hermosas, Y sin ellas pasamos. La hermosura A las mismas miserias está expuesta, 1610 Y a las mismas flaquezas que la fea; Tenemos evidencia: y la infelice Por su hedor insufrible se sahúma, De la cual huyen mucho sus doncellas, Y a escondidas dan grandes carcajadas. Llorando, empero, el despedido amante Muchas veces adorna los umbrales Con flores y guirnaldas, derramando Perfumes en los postes altaneros, Y da en las puertas besos infelices; 1620 A quien si ya una vez introducido Un ligero olorcillo molestara Al entrar en la casa buscaría Al punto algún pretexto de alejarse; Se olvida de las quejas elocuentes Tanto tiempo pensadas, y se acusa De mentecato por haber supuesto En aquella mortal más perfecciones Que és justo conceder: muy bien lo saben Nuestras diosas: ocultan por lo mismo 1630 Estas flaquezas de la vida a quienes Desean sujetar de amor con grillos: Muy necias son en esto; porque puedes Correr el velo a todos sus misterios, E informarte de todos sus secretos: Y si es de buena índole y modesta, A mal no llevará que tú igualmente Veas y observes la miseria humana. No siempre la mujer con amor falso Suspira: cuando el cuerpo de su amante 1640 Contra su seno aprieta entre sus brazos; Cuando sus labios húmedos imprimen Besos que fluyen el deleite, entonces Su amor es verdadero, y deseosa De gozar el placer común a entrambos, Le incita a que concluya la carrera Del amor: no podrían de otro modo Las aves, los ganados y las fieras Y yeguas a los machos ayuntarse, Si las hembras calientes no estuvieran, 1650 Sin ellas no excitaran los hervores Del placer esta dulce resistencia Tan favorable a la caliente Venus. ¿Por ventura no ves también aquéllos Que un deleite recíproco ayuntara En mutua ligadura atormentados? ¿Y queriendo los perros desligarse, En las encrucijadas muchas veces Cada uno tira mucho por su parte Cuando los tiene Venus aún pegados 1660 Con fuertes ataduras? No lo harían Si no fueran comunes los contentos Que en aquel dulce lazo los unieron, Teniéndolos a entrambos en prisiones Sólo el placer recíproco es deleite. Y por fortuna en el ayuntamiento, Cuando ordeñó con suma ligereza Y el viril semen embebió la hembra, Al padre o a la madre se parecen Los hijos, en razón que dominare 1670 El semen de uno u otro; y si de entrambos Fueren los hijos un retrato vivo, De la sangre más pura de sus padres Fueron formados, cuando las semillas Excitadas por Venus en los miembros El recíproco ardor equilibrara, Y con igual influjo concurrieron. A las veces sucede parecerse A los abuelos, o a los bisabuelos, Porque encierran los padres de ordinario 1680 En su cuerpo muchísimos principios Que, de padres a hijos transmitidos, Vienen de un mismo tronco: después Venus Varía las figuras, y remeda El semblante, la voz y los cabellos De los abuelos, porque son formadas Aquestas partes de nosotros mismos No menos que la cara, cuerpo y miembros De germen fijo. Y la viril semilla En producir el sexo femenino 1690 Influye, y los varones engendrados Son del materno semen; porque el hijo Resulta siempre de las dos semillas, Y aquel a quien el hijo más saliere Suministró más parte de elementos, Como en varones y hembras verlo puedes. No impiden a ninguno las deidades El propagar su especie, y que le llamen Padre sus dulces hijos; o que vivan En un perpetuo estéril himeneo, 1700 Como lo creen muchos, y afligidos Las aras bañan de copiosa sangre Y llenan de presentes los altares Para que con raudales de semilla Empreñen sus mujeres: pero en vano A los dioses y oráculos fatigan. Estériles se quedan las mujeres Cuando el semen es fluido o espeso Con extremo: muy fluido no puede Fijarse en los parajes destinados, 1710 Se corre y se derrama en el momento; Muy espeso, su misma consistencia No le deja saltar bastante lejos Y penetrar los sitios igualmente, O penetrando en ellos, con el semen De la mujer no es fácil se entrevere. Porque en efecto, hay mucha diferencia Por la organización en las uniones, Y unos mejor empreñan unas que otras, Y muchas fueron antes infecundas 1720 En varios himeneos, y no obstante Llegaron a tener un buen marido Que supo fecundarlas, y quedaron Enriquecidas con sabrosos hijos: Y después de infinitos matrimonios Infructuosos, encontraron otros Apoyos de vejez con nueva esposa: Tan esencial es la correspondencia De la organización en los esposos, Para poder unirse las semillas 1730 Con las que tengan más analogía Y adquieran la precisa consistencia. Es preciso también ser circunspecto Sobre la calidad del alimento, Pues se espesan los sémenes con unos, Con otros se atenúan y disuelven. También debe observarse la manera De tratar a la misma dulce venus; Pues como los cuadrúpedos se ayuntan Muchos son de opinión que los esposos 1740 Deben hacerlo, porque de este modo Pueden las partes recibir el semen Echando el pecho y levantando el lomo. No conviene que hagan las esposas Movimientos lascivos, porque impiden Hacerse la mujer embarazada Cuando con los meneos de las nalgas La venus del varón estorba inquieta Y da oleadas con el tierno pecho; La reja del arado echa del surco, 1750 Y el chorro seminal quita del sitio. Por utilidad propia las rameras Tuvieron la costumbre de moverse, Por no hacerse preñadas con frecuencia Y porque al mismo tiempo los varones Tuviesen una venus más gustosa: Mas la honesta mujer no las imite. No es preciso el auxilio de los dioses Ni las flechas de Venus para amarse. A veces la más fea mujercilla, 1760 Su conducta, su agrado su limpieza, Sus artificios inocentes hacen Que se acostumbre el hombre fácilmente A vivir en su trato y compañía, Porque engendra cariño el mucho trato: Golpes reiterados, aunque leves, Al cabo de años triunfan de los cuerpos Más sólidos. ¿No observas que las gotas De la lluvia que caen sobre las peñas Después de mucho tiempo las socavan? 1770