Si atendéis que de los brazos

Nota: Esta transcripción respeta la ortografía original de la época.


L


i atendéis que de los brazos

vos alce, atended primero
si no es bien que con los míos
cuide subirvos al cielo.
¡Bien estáis afinojado,
que es pavor veros enhiesto,
que asiento es, asaz debido,
el suelo, de los soberbios!
¡Descubierto estáis mejor,
después que se han descubierto
de vuesas altanerías
los mal guisados excesos!
¿En qué os habéis empachado,
que dende el pasado invierno
non vos han visto en las Cortes,
puesto que Cortes se han fecho?
¿Por qué, siendo cortesano,
traéis la barba y cabello
descompuesto, y desviada,
como los padres del yermo?

¡Pues aunque vos lo pregunto,
asaz que bien os entiendo!
¡Bien conozco vuesas mañas
y el semblante falagüeño!
Querréis decir que cuidando
en mis tierras y pertrechos,
non cuidades de aliñarvos
la barba y cabello luengo.
Al de Alcalá contrallasteis
mis treguas, paz y concierto,
bien como si el querer mío
tuviérades por muy vueso.
Á los fronterizos moros
diz que tenéis por tan vuesos
que os adoran como á Dios;
¡grandes algos habréis d’ellos!
Cuando en mi jura os hallasteis
después del triste suceso
del rey don Sancho, mi hermano,
por Bellido traidor muerto,
todos besaron mi mano
y por rey me obedecieron;
sólo vos me contrallasteis
tomándome juramento.
En santa Gadea lo fice
sobre los cuatro evangelios,
y en el ballestón dorado,
teniendo el cuadrillo al pecho.
Matárades á Bellido
si ficiérais como bueno,
que no ha faltado quien dijo
que tuvisteis asaz tiempo:
fasta el muro lo seguisteis,
y al entrar la puerta dentro
¡bien cerca estaba quien dijo
que non osasteis de miedo!

Y nunca fueron los míos
tan astutos y mañeros
que cuidasen que don Sancho
muriese por mis consejos.
Murió, porque á Dios le plugo
en su juicio secreto,
quizá porque de mi padre
quebrantó sus mandamientos.
Por estos desaguisados,
desavenencias y tuertos,
con título de enemigo
de mis reinos vos destierro.
Yo tendré vuesos condados
fasta saber por entero,
con acuerdo de los míos,
si confiscárvolos puedo.
¡Non repliquedes palabra,
que vos juro por San Pedro
y por San Millán bendito
que vos enforcaré luégo!—
Estas palabras le dijo
el rey don Alfonso el Sexto,
inducido de traidores,
al Cid, honor de sus reinos.