Sericultura, Parte 3

​El Museo Universal​ (1858)
Sericultura, Parte 3.
 de José de Echegaray

Nota: se han modernizado los acentos.

SERICULTURA [1]

PRIMERA EDAD DEL GUSANO, DESDE SU AVIVACIÓN HASTA SU PRIMERA MUDA O DORMIDA.

El día antes de la avivación general algunos gusanos se anticipan como anunciándola. Se consideran como malos, pero más bien deben reputarse como tales los que se retardan, o sea los últimos. Generalmente los accidentes más bien retrasan que adelantan el desarrollo de un ser cualquiera. El número de los que se anticipan es muy pequeño y no valen la pena de conservarlos. Pero si los precoces son muchos, se deben conservar; porque, según la experiencia ha acreditado, son más listos y vigorosos que los que vienen al fin. De ninguna manera se mezclarán con los que vienen después, porque estarían en desacuerdo con las épocas de sus diversas transformaciones.

A las 24 horas de salir los anticipados, la avivación es instantánea y general si la semilla ha sido bien conservada y la incubación ha sido hecha conforme a los principios ya sentados. Cuando menos se avivan los dos tercios. Se ponen encima los papeles agujereados y sobre ellos hojas de morera, en minutos se llenan de gusanos y se quitan a medida que se llenan de ellos. El recipiente nuevo sobre el que se ponen los gusanos, será de una superficie cuatro veces más grande que la que ocupaban antes. Este espacio es necesario para no tener que espaciarlos antes de la muda. La temperatura del sitio en que se ponen los gusanos recién nacidos, será al principio lo más cercana posible al incubador o estufa en donde se avivaron; a las 24 horas se puede gradualmente elevar hasta 18 y 19 grados.

Ocho comidas son suficientes en este primer periodo siendo uniforme la distribución dela hoja, lo que trae las mudas instantáneas y generales. Al cuarto día se le deben limpiar las camas, lo cual se hace con el auxilio del papel agujereado. Cuando la mitad se ha colocado para la muda, o como se dice vulgarmente, cuando la mitad duerme, lo que se conoce en su cabeza hinchada y transparente y en su posición fija, se espacian los gusanos con el auxilio del papel agujereado, sobre el que se echa hoja, adonde acuden todos los que no duermen todavía. A los dormidos ya no le echa más que alguna que otra hoja; pero siempre menos.

Este método de espaciar el gusano antes de la muda, tiene una inmensa ventaja. Dormidos los más precoces, si se continuara echando hoja a los despiertos, los primeros serían cubiertos de capas sucesivas de hoja y perecerían privados de aire y en medio de una fermentación pútrida, y si no morían, contraerían el germen de enfermedades que más tardo harían su explosión. Por dicha causa suelen perecer muchos en la primera edad. En las primeras mudas se puede hacer el cambio de camas con el papel agujereado; pero después con redes en bastidores. El consejo que se da para la primera muda es aplicable a las demás.

Concluida la muda, se agitan y corren los gusanos detrás de la hoja; inmediatamente después de la muda, si hay algunos que no han dormido, se les pone encima el papel agujereado, y después de dos comidas se les destecha, o sea se les muda de cama. Las emanaciones de estas por los despojos de los gusanos y algunos muertos, son pestilenciales. Sobre el grado de humedad de la atmósfera que debe tener el local en que se críen los gusanos, hay alguna discordancia; pero debe ser un término medio entre la atmósfera seca y de saturación, esto es, que debe ser de 50 a 60 grados. No debe ser siempre el mismo, ha de variar en las diversas épocas; para comprender esta necesidad entraremos en algunos detalles anatómico-fisiológicos concernientes a las diversas mudas o transformaciones del gusano.

El gusano de seda como todas las orugas, está sujeto a diversos cambios de piel, siendo muy esencial el conocer las causas que los producen. El cuerpo del gusano de seda, tiene a sus dos lados, cerca de la base de las patas, unos agujeros llamados estigmas por donde respira, y por ellos también excreta el exceso de humedad. En cada edad tienen estos estigmas una dimensión dada, la que solo se aumenta después de cada muda. Los alimentos que toman, se doblan y triplican en cantidad; la humedad aumenta en la misma proporción, y no siendo suficientes para desembarazarse de ella, se aumenta el volumen del cuerpo del gusano, el cual no tiene más remedio que desprender la piel y determinar la muda o morir. Por eso los momentos de la muda son críticos. En estos instantes de muda, de ninguna manera conviene aumentar el estado higrométrico del aire.

Sobre todo después de la muda, con su piel nueva todavía impregnada de agua, tienen necesidad de calor seco para adquirir consistencia. La experiencia ha comprobado, que los gusanos de zarzos elevados, en donde casi no había humedad en el aire, eran los de muda más rápida y perfecta. No es sola la época de las mudas aquella en que es necesaria la falla de la humedad atmosférica. Al fin de la cuarta edad, cuando los gusanos están para subir a hilar, los estigmas tienen una dimensión proporcionalmente inferior al grosor del insecto, los excrementos lo indican por la humedad que contienen, entonces si el obrador o cuarto es húmedo, se ven aparecer un gran número de gusanos hidrópicos que se llaman gorrones o sapos. Desde luego, en tal caso, les conviene atmósfera seca hasta el fin e interin la subida a hilar. Con estas nociones son fáciles las prescripciones de los grados de humedad en todo el tiempo de la cría del gusano. Luego en la época de las mudas, debe disminuirse la humedad, la que ha de desaparecer en el momento de subir a hilar.

Segunda edad, o sea desde la primera muda a la segunda.

Después de la primera muda se puede apreciar con exactitud la mayor o menor igualdad de edad que lleven los gusanos, y es necesario entonces trabajar porque desaparezca la desproporción de edad que haya entre ellos. En cada muda debe intentarse el igualarlos para que la subida a hilar sea instantánea.

Muchas son las causas de la desigualdad de los gusanos; pero las principales son la diferencia de temperatura y la falta de espacio. Para obviar estos inconvenientes, conviene desde el principio de la avivación colocar juntos los que han nacido primero, y más tarde los primeros despertados en el sitio menos caliente del obrador, y los tardíos, en el más caliente; se les dará a estos una comida más al día. No hay más medio para igualarlos que la diferencia de temperatura y el número de comidas. Se hará ayunar a los precoces en la muda. El espaciarlos, como ya se ha aconsejado, es útil a la muda; después de esta operación no deben recibir hoja, y si esta operación se hace muy tarde y quedan claros los gusanos, se les reune. Terminada la muda, se les limpia la cama. Tres días después del deslecho que ha seguido a la muda, una segunda limpia de cama es necesaria. No hay que olvidar que este periodo es el más corto. Al quinto día lo más tarde empieza la muda y no hay que olvidarse de espaciarlos. Al fin de este periodo, puede llegarla temperatura a 17 o 19 grados y se mantendrá hasta el último.

El tiempo que hay entre una y otra muda, puede abreviarse considerablemente; no hay más que elevar la temperatura y multiplicar las comidas. Este método ha tenido recientemente numerosos partidarios, y después de muchos ensayos se ha venido a probar que el gusano de la seda, como lodos los seres del universo, tiene su manera de existir y una progresión determinada, de la que racionalmente no se le puede desviar. El exceso en todo es un mal, y que efectivamente lo es en este caso, se podría probar con muchas razones.

Si hay un peligro en elevar mucho la temperatura, también lo hay en hacerla descender; si es de 14 a 16 grados, produce una multitud de cambios desfavorables; con esta temperatura es muy difícil luchar contra la humedad, las camas son más abundantes, porque los gusanos comen menos, están más húmedos y más expuestos a fermentar; los gusanos trasudan menos y los excrementos son más húmedos y más fermentescibles; las edades son más largas, y las mudas más penosas y tardías; la ventilación es poco enérgica y es raro con esta temperatura, conseguir un buen resultado.

Tercera y cuarta edad, o sea desde la segunda muda a la tercera y desde esta hasta la cuarta.

Desde la segunda muda a la tercera, dobla el gusano de volumen, y se triplica desde la tercera a la cuarta. A la segunda muda, se le da un espacio doble y a la tercera, triple; se hace esta operación, dividiéndolos por tercios. En lugar de esperar a que la mitad de los gusanos duerman, se empieza la operación cuando el tercio poco más o menos duerme, esto es, tan pronto como se perciban algunos. Los dos tercios que hayan subido a la red, se colocan en otro zarzo, y como una o dos comidas bastan para que todos se duerman, a la primera o segunda distribución de hojas se procederá a aumentar el local según la rapidez de la muda. Si los. primeros están claros, lo que indica que se ha hecho tarde, es inútil el ensancharlos; se espera a que salgan de la muda. Lo esencial para la tercera muda, es que los gusanos ocupen al principio solo el tercio del zarzo sobro el que se les coloca, para que no estén amontonados al fin de este periodo. Los cuidados desde la segunda a la tercera muda, son los mismos que los de la primera y segunda, con la diferencia de que puede cortarse la hoja menos fina y la temperatura puede ser un grado más baja. En la tercera edad, un destecho de más es necesario a la mañana del tercer día y al fin del quinto. La tercera muda es la más penosa para el gusano. En esta época se empiezan a declarar las diversas enfermedades originales provenientes o de la mala calidad de la semilla o de la mala avivación. Franqueada felizmente esta muda, salvo algún accidente ulterior, se puede asegurar una buena cosecha.

En esta tercera edad se regularizará la temperatura y la alimentación, y se procurará que ningún accidente venga a aumentar la dificultad de la muda. Los gusanos en esta edad, estarán claros, en camas secas, y sin fermentación. Una distribución o dos de la hoja mojada o muy fría al fin de este periodo, bastan para alterar sus órganos y pueden acarrear los más graves accidentes. Se evitará la menor transición atmosférica; se mantendrá la temperatura como en todas las edades, uniforme, y se aumentará insensiblemente un grado a la aproximación de la dormida. Se nota que los gusanos en esta muda, tienen la cabeza y el cuerpo más hinchado, sin duda por esta causa, la muda es más penosa, y para combatirla superabundancia de esta humedad, se debe recurrir a una temperatura un poco seca y más elevada.

El deslecho se hace como en todas las edades. algunas horas después de estar despiertos todos los gusanos. En este tiempo se afirman y toman consistencia. En esta muda no es preciso apresurarse a darles de comer, y las primeras comidas serán poco copiosas.

Pasada esta muda con felicidad, las cuidados que se deben dar para llegar a la cuarta, son igualmente importantes, pero menos minuciosos; se necesita el aumento del personal para el servicio interior y exterior.

En esta edad, la temperatura será de 16 a 17 grados de R.: cuatro comidas bastan; es periodo que dura unos nueve días; sería mejor cinco comidas a los primeros despertados y seis a los últimos, con un grado más de temperatura para reducir este periodo a siete u ocho, días.

De la tercera a la primera muda, son necesarias cuatro limpias de camas, de las que la primera será después de la muda; por última vez, se espaciarán los gusanos dividiéndolos en dos partes iguales; es esencial para esta operación, valerse del medio de la muda, porque no quedan más que ocho días para adelantar a los retrasados y hacer que lleguen al mismo tiempo que los que se adelantan. La subida a hilar debe ser instantánea: sino, puede ser mas o menos desastrosa; se ha de efectuar en cuarenta y ocho horas.

Desde la cuarta muda hasta la crisálida, completa la muda, no hay que precipitarse en quitar las camas; los gusanos necesitan cierto tiempo para reponerse, y han de recibir de la atmósfera consistencia y firmeza.

No se debe esperar a que pasen veinte y cuatro horas antes de esta operación y menos con el objeto de reunir los rezagados; esta costumbre puede traer consecuencias desastrosas. Después de la segunda comida se pasa al deslecho; la primera será ligera, porque al salir de la muda, están todavía los gusanos débiles y su estómago no puede sufrir una comida copiosa.

Los gusanos estarán anchos y la distribución de la hoja será uniforme y con igualdad por todo el zarzo.

En este periodo los deslechos serán diarios hasta la subida a hilar. El número de comidas será con relación a la temperatura del cuarto; si es de 16 a 17, cuatro bastan; de 18 a 20 lo menos seis; conforme los gusanos se engruesan, se les dará más espacio; si estuvieran muy espesos, con la ayuda de las redes se les ensancha, colocándolos en dobles zarzos.

Come más el gusano, cuanto más se acerca el término, aumentando proporcionalmente la cantidad de sustancias acuosas y la humedad de la trasudación. Estos insectos no orinan; pero segregan por los estigmas el exceso de humedad en estado de vapor que no os agua pura, sino un gas que combinado con la atmósfera del obrador la altera. Tanto estas emanaciones, como las de los excrementos y camas, necesitan una ventilación enérgica, renovando con frecuencia la atmósfera del cuarto.

Conforme los gusanos se aproximan a hilar, sus excrementos antes secos y firmes, vienen a ser blandos y húmedos, toman un color claro, el apetito disminuye y cesa del todo, huyen de la hoja, buscan un sitio aislado en donde respirar libremente y desembarazarse del excedente del agua que les abruma; desde entonces, las camas están húmedas y fétidas; el gusano, antes tan perezoso que apenas podía moverse, añora anda desatentado, atropella los gusanos que halla al paso; de cuando en cuando se detiene como lo hacen los ciegos, agita a derecha y a izquierda su cabeza diáfana; tantea en fin por ver si encuentra una planta óramo, un medio de ascensión cualquiera; si lo halla, trepa por él con resolución, hasta que encuentra un obstáculo que le detiene o un lugar en donde pueda echar las bases del 'edificio en que se ha de encerrar.

El instinto del insecto nos debe guiar en lo que debemos hacer para secundarle. La humedad en esta época es sin contradicción su más cruel enemigo; para huir de ella, la naturaleza le ha dado el instinto de subirse para buscar una atmósfera pura en la que pueda sufrir su metamorfosis, por lo que entonces, la atmósfera será lo más seca posible, no solo al principio, sino hasta que acabe su trabajo, a lo menos por cuatro o cinco días. Al principio, al medio, y a la conclusión de su trabajo, la humedad que el gusano desprende, iguala a la mitad del peso de su cuerpo. Esta humedad excedente, hace penosa y difícil la transformación y ataca las cualidades de robustez y salud que tanto debemos apetecer en el insecto perfecto para la adquisición de buenos huevos. La excesiva humedad en el cuerpo del gusano disuelve la seda.

(Se concluirá).

JOSÉ ECHAGARAY.

  1. Véanse los números 21 y 22.