CASTILLA, DON IGNACIO.

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Por Cuellar, provincia de Segovia.


Discutíase la ley de caminos vecinales, y entró en el Congreso con dos voluminosos objetos de forma cilíndrica, y como oficial de artillería creímos que llevaba dos cañones de á 24. Afortunadamente eran dos rollos de papel con los planos de caminos, que de nada pudieron servirle para expresarse en la forma siguiente:

«Señores, dejé la milicia y soy jefe de negociado en el ministerio de Instrucción y Obras públicas, y puedo asegurar que aquí se habla mucho de turrón por aquellos que tienen más ganas de comerlo. Todo el que se pronuncie contra aquella sustancia debe tenerse por sospechoso, y para mi es reo de alta traición.»

El Congreso todo extrañó semejante exabrupto, y su jefe, el señor Brabo Morillo, le dijo por lo bajo: «Abandone Vd. ese terreno. ¿No conoce usted que es peligroso?»

Alto, seco, y tiene la desgracia de estar enfermo casi siempre.