Semblanza de María Tubau

MARÍA TUBAU.




Si en una fiesta popular, centenario, procesión cívica ó cosa por el estilo, fueran precisas figuras alegóricas, y entre ellas hubiera necesidad de representar á la coquetería (en el sentido honesto de la palabra), indudablemente habría que suplicarle á María Tubau que se exhibiera una vez más ante los madrileños.

Entiéndase la palabra coquetería la aplico yo aquí, no como el vulgo, que suele definirla de modo desfavorable á la bella mitad del género humano.

En un Diccionario de la Lengua castellana que tengo á la vista se lee:

Coquetería. — Cierto estilo en los modales y adornos para mayor atractivo.

Así es que yo conozco á muchísimas mujeres virtuosas y bonitas que son á la vez coquetas por cumplir como deben su misión de seres agradables; que si la mujer no tuviera este secreto de agradar con algo más que su propia hermosura, no sería sino media mujer. Capital moral es la belleza, que conviene á la mujer aumentar por lícitos medios.

Coqueterías hay en la flor con que se adorna la humilde obrera que no puede lucir brillantes ni encajes. Coqueterías en la más sencilla actitud de la gran señora que sabe distinguirse entre muchas. Coqueterías en los saludos, en las miradas, en las sonrisas. ¡Oh! es toda una teoría que podría llamarse El arte de agradar si Ernesto Feydeau no lo hubiese escrito hace ya mucho tiempo.

Y este arte, que, como todos, no existiría sin la inspiración, es sumamente necesario á las actrices que, como María Tubau, tienen el noble deseo de llegar á la gloria por méritos propios.

Porque ésta es una actriz á ninguna otra parecida, que ha hecho su merecida reputación sin necesidad de ser más que mujer.

Todas las encantadoras monerías del bello sexo, todas esas lindezas que una mujer tiene siempre reservadas para los momentos de conquista, las guarda María Tubau para la escena. De manera que el público para ella no es la reunión de mil espectadores cuyos corazones hay que cautivar uno á uno, no. El público es un solo hombre á quien ella dirige una sonrisa cotidiana, á quien subyuga con una incesante exposición de detalles personales que hacen olvidar á la actriz para producir estas ó parecidas exclamaciones en palcos y butacas:

— ¡Qué bonita es!

Ó

— ¡Qué bien se viste!

Ó si no

— ¡Es una monada!

Y asi por el estilo.

Si el público conociera el teatro por dentro, y viera el cuarto de esta artista, sabiamente elegido al paso inevitable de todo el mundo; si la viese allí convertida en hombre político de bastidores, conciliando voluntades, dividiendo fracciones y entreteniendo, como su amigo Cánovas, á partidos opuestos, durante años, para conservar entera su influencia, se convencería de cuan cierto es lo que yo aquí le digo.

María Tubau es una actriz discreta, aplicada, estudiosa, atractiva, simpática; pero su principal talento consiste en saber ser mujer.

A su alrededor hay siempre media docena de incautos, notables en las letras y en las artes, á quienes tiene sin cesar encantados con sus deliciosas medias palabras.

No haya miedo que la opinión señale á ninguno como dueño de su voluntad. Podrá haberlos que siendo muy listos como hombres, escriben con los pies. Ella, en cambio, es más lista como mujer, y siente con la cabeza.

Y esta manera de ser no es en ella innata.

Ha sufrido mucho, y se ha hecho para su uso particular una fuerza de voluntad extraordinaria, que si no es orgullo, es afán constante de vencer las grandes contrariedades de la vida. Ha aprendido á conocer el mundo á fuerza de pesares. No ha tenido tiempo de ser niña, ni mujer, y todo esto se ha unido en ella con la necesidad de representar comedias, que es el arte de fingir la vida, y ha resultado mujer en la escena y comedianta en la vida real. Se defiende bien, porque está sola, asediada, y sabe lo que vale.

Ha de perdonarme estas observaciones, á mi que pretendo conocerla bien. Si son imprudentes, las compensará el éxito que obtiene siendo como yo la presento. Cuando se case....

Y aquí llegaba mi retrato de hace dos años, cuando la aplaudida actriz.... se casó.

Tentado estoy de arrepentirme de cuanto hace dos años dije.