Recuerdos de provincia/Diarios y publicaciones periódicas


Las publicaciones periódicas son en nuestra época como la respiración diaria; ni libertad, ni progreso, ni cultura se concibe sin este vehículo que liga a las sociedades unas con otras y nos hace sentirnos a cada hora miembros de la especie humana por la influencia y repercusión de los acontecimientos de unos pueblos sobre los otros. De ahí nace que los gobiernos tiránicos y criminales necesitan, para existir, apoderarse ellos solos de los diarios, y perseguir en los países vecinos a los que pongan de manifiesto sus iniquidades. Rosas, a expensas de las rentas nacionales que pagan los pobres pueblos argentinos, ha establecido una red de diarios pagados en todos los países para que lo defiendan y cohonesten sus atrocidades. El Defensor de la Independencia Americana en el campamento de Oribe, O americano en el Brasil, Le Courrier du Havre y La Presse en Francia, estos cuatro periódicos y La Gaceta Mercantil , cuestan a la República Argentina más de cuarenta mil pesos al año. Toda la persecución de que soy víctima hoy, nace de que con la aparición de La Crónica hice que la redacción de El Progreso, entregada a la influencia de Rosas, tuviese que pasar a otras manos y cambiar de espíritu. Rosas teme más a la prensa que a las conspiraciones; una conspiración puede ser ahogada en sangre; pero un libro, una revelación de la prensa, aunque haya un puñal como el que dio fin con Varela, queda ahí siempre, y si en el momento presente es inútil y sin efecto, no lo es para la posteridad que, juzgando por el examen de los hechos y libre de toda preocupación y de toda intimidación, pronuncia su fallo inapelable.


1839. — He fundado, acompañado por jóvenes instruidos y competentes, El Zonda , en San Juan, cuya publicación cesó por una tropelía y una expoliación de Benavides, poniéndome en la cárcel como queda referido, no obstante no ocuparse aquel periódico sino de costumbres, educación pública, cultivo de la morera, minas, literatura, etc.


1841. — Bajo el seudónimo de Un Teniente de artillería publiqué un artículo en Chile, que me valió ser solicitado para la redacción de El Mercurio , que conservé hasta la fundación de El Progreso. Entre las cuestiones de literatura, caminos, municipalidades y cuestiones políticas suscitadas entonces, hay algunos artículos que aún pueden ser leídos con interés, no obstante los progresos generales que la prensa periódica ha hecho en Chile.

En la misma época fui encargado por los amigos del general Bulnes, entonces candidato para la presidencia, de la redacción de El Nacional, en Santiago, periódico que ejerció grande influencia en la fusión obrada entonces entre los jefes del partido pipiolo y el del general Bulnes.


1842 hasta 1845. — La capital de Chile había hasta esta época permanecido sin tener un diario. Yo emprendí con suceso la redacción del primero, que se estableció bajo el nombre El Progreso, acompañado en este trabajo por don Vicente F. López. La primera redacción, que duró ocho meses, tuvo una alta importancia por la gravedad de las materias tratadas en él, entre otras la cuestión de colonización de Magallanes. Desagrados de empresas nos hicieron abandonar la redacción, hasta que habiéndose desacreditado el diario, fui solicitado de nuevo para rehabilitarlo, lo que se consiguió.

Al mismo tiempo redacté El Heraldo Argentino para combatir a Rosas, cuya publicación abandoné cuando llegó la noticia de la derrota de Rivera en el Arroyo Grande, creyendo que la lucha estaba terminada.


1846 y 1847. — Durante mis viajes escribí en El Comercio del Plata una serie de artículos defendiendo a los argentinos residentes en Chile de las difamaciones de Rosas; en Río de Janeiro, en Le Courrier du Brasil , sobre el americanismo; en Le Courrier de la Gironde , en Burdeos, publiqué una descripción de los toros en España; en Madrid, varios artículos contra la expedición del general Flores, que fueron reproducidos en toda América, y con un artículo muy encomiástico en La Gaceta de Buenos Aires, que me tendía sus redes, y me hallaba un bien americano, sin nada de salvaje ni asqueroso, porque le habían hecho concebir a Rosas, desde París, la esperanza de que yo me plegaría a su sistema de iniquidades. Se hablaba públicamente bien de mí en Buenos Aires, y en la tertulia de la Manuelita, hasta que llegó La Revista de Ambos Mundos, que cambió de nuevo en cólera y despecho los elogios que me habían prodigado.


1849. — Publiqué La Crónica , en la que me propuse llamar la atención del público sobre inmigración, educación pública, cultivo de la seda, y generalmente sobre todas las cuestiones americanas que no he dejado de agitar desde 1839. La colección de documentos sobre inmigración que contiene La Crónica , es única en América y puede ser consultada con provecho. La Crónica se ha terminado con el primer año, por evitar la necesidad de contestar a todas las inepcias que contra mí escribe Rosas en sus notas al gobierno de Chile, y a las majaderías de los gobiernos de las provincias que hacen coro a todas aquellas torpezas.


La importancia de las cuestiones suscitadas por La Crónica puede inferirse de este hecho: que sobre cada uno de sus tópicos, educación, moneda, inmigración, pasaportes, se ha dictado o puesto una ley.