Ramos de violetas 36

Nota: Se respeta la ortografía original de la época


Impresiones de viaje

(Fragmentos)


Qué bello es contemplar de la natura
sus galas, sus encantos y colores,
cuando la luna pálida fulgura
ó abren su cáliz las pintadas flores;
ora cuando del sol la lumbre pura
extiende sus divinos resplandores,
bien que la tierra en sombra sumergida
nos recuerde la noche de la vida.


Siempre grandioso se presenta el mundo
ostentando de Dios el poderío;
artista sin rival, genio fecundo
que le dió olas al mar y ondas al río.
Siendo su amor al hombre tan profundo
¿porqué éste fué tan torpe y tan impío?

¿porqué ante su clemencia soberana
se elevó altiva la soberbia humana?


Hace algún tiempo que mi débil planta
detuve en un vergel nido de flores,
allí todo seduce, todo encanta,
mares, lagos, perfumes y colores:
es un himno de amor que á Dios levanta
la tierra con sus frutos y primores;
allí hay rocas y fuentes, blanca espuma,
y montañas veladas por la bruma.


Allí está Dios con su poder divino
tendiéndole al mortal pródiga mano,
y allí el hombre se para en su camino
porque es el fanatismo su tirano,
éste le hace temer por su destino.
La grandeza de Dios es nombre vano
para los que no ven cuan irrisorio
es el fuego del santo purgatorio.


¡Qué impresión tan penosa sentí un día
al entrar en el templo de una aldea.
Es una iglesia grande, triste y fría
que cuatro siglos há se enseñorea;
su helado pavimento la cubría
negros paños y cruces ¡pobre idea!

y ante el símbolo santo se quemaban
las velas que á los muertos consagraban!


Los hombres y mujeres prosternados
besaban con afán el duro suelo;
y al ver yo aquellos cuerpos inclinados
exclamé con amargo desconsuelo:
¡levantad vuestra frente, desgraciados!
dejad la tierra y contemplad el cielo:
y no busqueis á Dios en los altares
si no en las rocas de rugientes mares.


En esos montes que hasta el cielo llegan
y en esas aves de pintadas plumas,
y en esos astros cuya luz despliegan
cubriendo de oro las flotantes brumas.
En esas olas que en la arena juegan
levantan de castillos sus espumas,
buscad de Dios la santa Providencia
en la inflexible voz de la conciencia.


¡Pueblo infeliz! que vives sumergido
en el oscurantismo y la ignorancia,
ya es tiempo que despiertes convencido
que del Señor al hombre hay gran distancia
y que Dios no se muestra complacido,
por que su helada y silenciosa estancia,

ante una débil luz alces tu ruego:
si esa luz es tinieblas ¡pobre ciego!


Hay otra luz que regenera al mundo,
hay un libro, una historia, hay una biblia:
que es de consuelo manantial fecundo
y que á la humanidad la reconcilia.
Resúmen de un amor grande y profundo,
que al huérfano le dá patria y familia.
Donde se vé la diestra soberana
borrar la culpa de la raza humana.


1874.