Proclamas del general San Martín: A los españoles europeos residentes en el Perú
A los españoles europeos residentes en el Perú.
El tiempo de los errores é ilusiones ha concluido, mis amigos; yo quiero ser generoso antes de estar presisado á reclamar todo el rigor del derecho de la guerra. Os he convidado otra vez á la paz y á la concordia, siempre que contribuyeseis ó no os opusieseis á la libertad del Perú. Los anuncios que hize sobre la Península, siendo realizados, aun mas alla de lo que manifetaba, una administracion ignorante y corrumpida no solo debe dar una segura idea de la ventaja de mi posicion sino inspiraros la mas decidida confianza en el sentimiento conservador á que ultimamente os provoco.
Despues que el exceso de desgracias y de crimenes ha sublevado las provincias de España cuando la mas atroz guerra intestina cubre de espanto y luto todas las familias; al tiempo que la impericia todo lo desbarata, el furor aparece en cada uno de los movimientos, y la proscripcion agita su implacable espada en todas las clases; en fin cuando los gritos de Fernando y Constitucion son otras tantas Eumenides para la nacion agonizante. ¿Que apariciencia justificable podrá hacerse valer para continuar la lucha insensata que habeis sostenido y tratais aun de sostener en el Perú? ¿Hay alguno entre vosotros que reflexionando detenidamente sobre la fuezra de los acontecimientos pasados y el cuadro de los peligros presentes, no se convenza de que sino se reune á la indepedencia americana vá á verse hecho juguete de la necia ambicion de algunos mandones insensibles que se complacen en ver derramar vuestra sangre y la de algunos mas americanos? ¿Y cual podria ser al cabo el resultado de alargar la guerra algunos meses? Extender una larga y cruel incertidumbre sobre la suerte de vuestras propiedades y personas, y acabar por hacer eternamente desgraciada vuestra existencia.
Españoles, quiero reconocer que se os han ocultado hasta aqui vuestros reales intereses, desfigurandose el estado verdadero de las cosas. Vuestro destino esta en vuestras manos: yo no vengo á hacer la guerra á las fortunas y personas de los hombres: solo el enemigo de la libertad é independencia de la América será el objeto de la venganza de las armas de la patria. Abandonad pues todo proyecto culpable de dominacion ó servidumbre. Haceos americanos: tiempo es de acabar esta contienda escandalosa de pocos contra todos. Yo os prometo del modo mas positivo que vuestras propiedades y personas serán inviolables, y que sereis tratados como ciudadanos respetables si cooperais á esta gran obra. Pero si sordos á mi voz os encaprichais en oponer una resistencia temeraria, yo tendré que ceder á la necesidad de ser un ministro riguroso de las leyes de la guerra.