Proclamas del general San Martín: A la nobleza peruana
Ilustres patricios: la voz de la revolucion politica de esta parte del mundo, y el empeño de las armas que la promueven no han sido ni pueden ser contra vuestros verdaderos privilegios. Algunas epocas de delirios de faltas y furores no pertenecen sino á la demencia de momentos transitorios, y de que ninguna revolucion jamas ha estado exenta. Pero el primer titulo de la nobleza fue siempre el de la proteccion dada al oprimido, y su dignidad jamas se ha conciliado con una obscura molicie ó un servil abatimiento.
Separados del trono Español miles de leguas estabais reducidos á una clase inerta y sin funciones en medio de soldados que egecutaban y un pueblo esclavo que obedecia ¿Cual es el noble americano que haya gozado de alguna decoracion brillante con fin determinado debido á sus méritos ó virtudes? su preminencia acaso agradable al frivolo poseedor, pero siempre humillante á los que no la poseian, nunca ha tenido los medios reales de la grandeza verdadera. Ella no se ha compuesto sino de exclusiones con respecto á los demas hombres, mas bien que de ventajas positivas para la clase preferida. Ella irritaba sin contener, no formando un cuerpo intermedio que mantuviese á los pueblos en el órden, tanto como debia cuidar de su libertad. Ella enfin era una corporacion sin base ni lugar preciso en el cuerpo social, que separada por el progreso de las luces del tiempo del feudalismo solo presentaba el escandalo de un sistema indefinible y opresor. Un cambiamiento, pues, se hizo necesario: el era debido, el era conveniente á todas las clases y á todos los intereses. Despues de los mas furiosos ataques del despotimo y de las preocupaciones, el nuevo órden de cosas preparado por la filosofia y la fortuna del siglo os llama ahora á entrar en funciones propias, no menos que sublimes. En su ejercicio será vuestra dignidad menos expuesta á ser atacada, y mas suceptible de ser defendida, sin depender del capricho de un favorito, de la codicia de un paje, ó de la intriga de un ministro. Ha llegado el dia de consumar esta grande obra. El ejército libertador pisa ya el territorio Peruano, y el general que tiene el honor de mandarlo no esta distante de vosotros: no es este ya un calculo de vanas esperanzas: vuestra cooperacion no es menos un deber que un interés de vuestra clase. Vosotros nada debeis á un gobierno que convirtió en derecho la infraccion permanente de los vinculos que han debido unir la nobleza al trono, y que si os permitia alguna vez acercaros era solo para formar la pompa vana de una corte corrompida. Vosotros os debeis á vuestra patria, á vuestros paisanos oprimidos, os debeis á la América, á la causa enfin de la humanidad. Todo lo que emprendais en acelerar el gran momento de la independencia del Perù, lo hareis en obsequio de la justicia no menos que en favor de vuestra elevacion.
Sea pues este instante, en el que por vuestros esfuerzos conozcan los peruanos la epoca de la esperanza y de la gloria: que vanas inquietudes é imposturas no perturben la marcha de vuestros trabajos. Recibid la solemne promesa de que mis tareas no tienen otro fin que el gran bien de la América, ni otra ambicion que la de afianzar la independencia y prosperidad del Perú.