Pensamientos, máximas, aforismos y definiciones/Historias

Pensamientos, máximas, aforismos y definiciones
entresacados de todos los poemas, sonetos, comedias, historias y tragedias de William Shakspeare con adición de los trozos más selectos contenidos en sus diversas obras (1879)
traducción de Matías de Velasco y Rojas
Historias
Nota: Se respeta la ortografía original de la época
HISTORIAS.


REY JUAN.

Una nobleza reciente olvida los nombres familiares; seria demasiado atenta y cortés si los recordase en su nuevo cambio de condicion. — Acto 1.º, esc. 1.ª

El cetro que arrebata una mano alevosa tiene que guardarse con la propia violencia con que se ha adquirido. — Acto 3.º, esc. 4.ª

El que se mantiene en una altura resbaladiza no halla escrúpulo en asirse á los apoyos más viles. — Acto 3.º, esc. 4.ª

El que compra su estabilidad con sangre inocente, tan solo hallará un reposo sangriento y ficticio. — Acto 3.º, esc. 4.ª

RICARDO II.

El tesoro más puro que puede otorgar la vida terrena es una reputacion sin mancha; quitad esto, y los hombres no serán más que fango dorado, pintada arcilla. — Acto 1.°, esc. 1.ª

La lealtal tiene un corazon tranquilo. — Acto 1.º, esc. 3.ª

Los consejos llegan demasiado tarde cuando la voluntad del que los oye se muestra rebelde al imperio de la razon. — Acto 2.º, esc. 1.ª

Ļa fútil vanidad, cuervo insaciable, apura sus alimentos y acaba por devorarse ella misma. — Acto 2.º, esc. 1.ª

La afliccion reconcentrada descubre veinte sombras que reflejan el mismo pesar, sin serlo; pues los ojos del dolor, empañados por las lágrimas que los inundan, descomponen un solo objeto en mil distintos, á imitacion de ciertos prismas que, vistos de cara, todo lo muestran confuso, y mirados oblicuamente, dan claras imágenes. — Acto 2.°, esc, 2.ª

La engañosa esperanza es una risueña egoista que retiene el paso de la muerte, y que desataria sin sentir los lazos de la existencia, si la desilusion no labrara poco a poco en la agonía. — Acto 2.º, esc. 2.ª

El amor del pueblo voluble arraiga en su bolsa, y todo el que la vacia, le llena el corazon de un ódio mortal. — Acto 2.º, esc. 2.ª

El hombre cauto jamás deplora el mal presente; emplea el presente en prevenir las aflicciones futuras. — Acto 3.°, esc. 2.ª

Un rey esclavo del infortunio debe acatar la desgracia como rey. — Acto 3.°, esc. 2.ª

ENRIQUE IV (1.ª parte).

El final de una batalla y el principio de un banquete colman de gozo á un soldado cobarde y á un convidado hambriento. — Acto 4.º, esc. 3.ª

En punto á confianza, la traicion se parece á la zorra, que, por más que se la amanse, acaricie y ponga en resguardo, alienta siempre los salvajes instintos de su raza. — Acto 5.°, esc. 2.ª

ENRIQUE IV (2.ª parte.)

El rumor es una flauta en que soplan las sospechas, las inquietudes y las conjeturas; instrumento de tan fácil y sencillo manejo, que puede tocarse por el rudo monstruo de innumerables cabezas, la siempre inconstante y facciosa multitud. — Acto 1.°: Prólogo.

El que labra en el corazon de la plebe edifica una vivienda vertiginosa y móvil. — Acto 1.º, escena 3.ª

Lo pasado y lo futuro nos parecen risueños; el presente, lo peor de todo. — Acto 1.º, esc. 3.ª

El rumor, semejante á la voz del eco, dobla el número de los que juzgamos enemigos. — Acto 3.°, esc. 1.ª

ENRIQUE V.

Cada gota de sangre inocente es una maldicion, un terrible anatema contra el mortal inicuo que afila el hierro destructor de la efímera humanidad. — Acto 1.°, esc. 2.ª

Los juramentos no son más que aristas de paja, y la fé de los hombres hojas de oblea. — Acto 2.º, esc. 3.ª

En caso de defensa, lo acertado es suponer al enemigo más fuerte de lo que parece; pues solo asi, se da la debida extension á los medios defensivos: hacer escasa y débil provision de estos, es imitar al avaro, que echa á perder un traje por ahorrarse un poco de paño. — Acto 2.º, escena 4.ª

ENRIQUE VI (1.ª parte).

La gloria, lo mismo que un circulo en el agua, dilata sin interrupcion su circunferencia, hasta que, á fuerza de extenderse, se disipa por completo. — Acto 1.º, esc. 2.ª

De todos los sentimientos viles, el miedo es el más reprobado. — Acto 5.°, esc. 2.ª

La afliccion, más que un cordial, es un corrosivo para los males que no tienen cura. — Acto 3.°, esc. 3.ª
ENRIQUE VI (2.ª parte).

A un corazon irreprochable no se le logra intimidar fácilmente. — Acto 3.°, esc. 1.ª

El dolo tiene carácter de virtud cuando se emplea anticipadamente contra el que quiso engañar primero. — Acto 3.°, esc. 1.ª

Los que defienden mucho su pellejo, triunfan raras ocasiones. — Acto 3.º, esc. 1.ª

Los zánganos no liban la sangre de las águilas sino roban los panales de las abejas. — Acto 4.°, esc. 1.ª

La verdadera hidalguía desconoce lo que es miedo. — Acto 4.°, esc. 1.ª

ENRIQUE VI (3.ª parte).

La rústica cuajada que alimenta al pastor, la fresca y ligera bebida que le ofrece su botella de cuero, su sueño cuotidiano á la plácida sombra de los árboles, todas estas cosas disfrutadas en paz y contento, son bien preferibles á los regalados go. ces de un principe, á sus manjares servidos en vajillas de oro, al lecho suntuoso en que se acuesta y en el cual le hacen perenne compañía la ansiedad, la desconfianza y la traicion. — Acto 2.º, esc. 5.ª

La impaciencia es aliada del verdadero dolor. — Acto 3.°, esc. 3.ª

RICARDO III.

Los que están muy alto se ven sacudidos por reiterados vendavales, y si llegan á caer, se quiebran en pedazos. — Acto 1.º, esc. 3.ª

Las maldiciones no van nunca más allá de los lábios que las profieren. — Acto 1.º, esc. 3.ª

Entre la majestad y un nombre oscuro, no hay otra diferencia que la pompa visible. — Acto 1.°, esc. 4.ª

ENRIQUE VIII.

La pedantería de un zote deja atrás la nobleza de un hidalgo. — Acto 1.°, esc. 1.ª

La cólera se parece á un caballo entero y fogoso; si se la dá rienda libre, su propio ardor la domina. — Acto 1.º, esc. 1.ª

No os fieis demasiado de aquellos á quienes prodigais vuestra afeccion y vuestros secretos; pues los mismos á quienes concedeis privanza y dais el corazon, en cuanto vislumbren el más simple quebranto en vuestra fortuna, os esquivarán como una corriente y solo darán cuenta de sí para acabaros de hundir. — Acto 2.º, esc. 1.ª

Por más que el fausto sea una cosa perecedera, desde el instante en que la fortuna quimerista nos pone en divorcio con él, sufrimos la misma cruel angustia que si se nos separara el alma del cuerpo. — Acto 2.°, esc. 3.ª

Vale más tener un modesto origen y vivir satisfecho entre los humildes, que pavonearse en un enojo espléndido y revestir una tristeza de oro. — Acto 2.º, esc. 3.ª

El corazon de los reyes ama á tal punto la obediencia, que le brinda su.agasajo; pero se subleva y estalla como una terrible tempestad contra las almas que no se rinden. — Acto 3.º, esc. 1.ª