Pedro Menéndez de Avilés (Retrato)
D. PEDRO MENÉNDEZ DE AVILÉS.
editarEl Adelantado mayor de la Florida D. Pedro Menendez de Avilés nació en la Villa de Avilés, Principado de Asturias, el año de 1523: le toco en herencia la Casa de Santa Paya y su distrito: fue uno de los mayores hombres de España en su mas floreciente siglo, y desde la infancia dió á conocer la grandeza y actividad de su espíritu: á los ocho años de edad se huyó de su casa; y luego que le hallaron, le capitularon con su prima Doña María de Solís, que tenia solo diez, por recelo de que se volviese á huir.
Era tan vehemente su inclinación á la Marina, que, luego que pudo, á pesar de las instancias de su muger y de sus mas cercanos deudos, vendió parte de su hacienda, juntó gente, y acompañado de algunos de sus mismos parientes, se embarcó, y logró las mas altas y excelentes empresas que se han visto en calidad, valor y arte. El crédito de sus primeras hazañas empeñó al Emperador Maximiliano, que gobernaba la España por entonces, á encargarle el arriesgado corso contra la Francia. Díóle después Cárlos V la misma comisión para perseguir á los Franceses. Fuéron tan notables y repetidos los sucesos suyos, que Felipe II le nombró Capitán General de las Flotas de Indias, y su Consejero para que le fuese sirviendo á Inglaterra quando se casó con la Reyna Doña María. Con el aviso de su efectuado casamiento, inmediatamente le despachó el Rey al Príncipe, y con la orden de que pasase luego á Sevilla á servir su empleo de Capitán General de la carrera de Indias. Fuéron importantísimos, oportunos y gloriosos sus viages á aquellos Dominios, y fuéron repetidas y heroicamente desempeñadas las comisiones que se le encargaron: tuvo entre estas la de pasar á Flandes de Capitán General de la Armada de su cargo, escoltando veinte y quatro navios de comercio, y llevando un gran socorro de hombres y dinero, con que, después de haber vencido en el mar á los Franceses, llegó tan oportunamente á Calés, que puede atribuírsele en gran parte la célebre victoria de S. Quintín, como lo expresa el Autor del Ensayo cronológico de la Historia de la Florida, y la Consulta del Consejo. Sus continuos y extraordinariamente diligentes viages á Inglaterra y Flandes, y sus repetidas victorias le hacían cada día mas famoso. Le eligió el Rey por General de una Armada compuesta de ochenta velas, en que había de volverse de Flandes á España. A su arribo en el Puerto de Laredo, mandó S. M. se quedase á desarmar la Esquadra, y que en concluyendo, fuese á encontrarle á Toledo, donde le haría merced; pero sus émulos aconsejaron al Rey que no le premiase, porque sabían quería retirarse: diabólica especie de hacer mal á los que sirven bien, y son objeto de la envidia.
Quedó D. Pedro confuso de esta escasez, pobre y empeñado: no obstante pronto siempre á cumplir exactamente quanto se le mandaba, repitió sus expediciones a Indias. En estas como en otras muchas ocasiones, sus hazañas y casos singulares, que parecen increíbles le acreditáron ser el mayor hombre de su tiempo. Aunque en este término hubiera concluido su carrera, tendría su nombre bien distinguido lugar en la Historia; pero aun no se había cansado la fama de llenarle de gloria, ni la suerte de atravesarle dificultades á su fortuna, pues le faltaban todavía diez años de combatir con los enemigos de la España, y con los émulos de sus virtudes y proezas.
En esta situación, y sin mas premio que la Encomienda de Santa Cruz de la Zarza, le encargó el Rey la importante empresa de la conquista y población de la Florida, manifestándole con grandísimo contento lo mucho que se holgaría de que tomase á su cargo aquella expedición.
Después de los regulares trámites se le despachó la correspondiente Cédula Real en 20 de Marzo de 1565 con el título de Adelantado perpetuo de la Florida, y otras mercedes y condiciones que constan de la misma Cédula. Llevó á esta conquista dos mil seiscientas quarenta y seis personas en treinta y quatro baxeles, siendo todo á su costa, excepto un baxel con doscientos noventa y nueve soldados, y noventa y cinco marineros con el Piloto mayor, á que se reduxo el socorro que le dio la Corona.
No pertenece á este resumen la relación de los descubrimientos y extendidos límites de las Provincias comprendidas baxo el nombre de la Florida, ni hablar de su conquista, población, y gloriosa guerra en ella contra los Franceses, de quienes la memoria del Adelantado se ha visto tan zaherida en sus escritos, como saben los versados en la Historia. También es preciso omitir la relación de las demás hazañas de este insigne Español; baste decir que hallándose cumpliendo aquellos encargos, le mandó el Rey volver á España para cosas importantes de su servicio.
Era con efecto de suma importancia la comisión que puso este Monarca á su cuidado, pues fue no menos que la famosa expedición á Inglaterra. Le despachó título de General de la Armada gruesa que á este fin se formaba en Santander: Armada que puso en consternación una gran parte de Europa. Le dio el Rey quantas facultades y poderes pidió; y el dia 8 de Septiembre de 1574 como á Capitán General le entregaron los Ministros la Armada, compuesta de trescientas velas y veinte mil hombres de desembarco, con grande alegría, salvas y ceremonias; pero aquel mismo dia le acometió un tabardillo tan violento, que convirtió en llanto la alegría: murió el 17 á los cincuenta y cinco años de edad, habiendo servido treinta y dos de Capitán General de las Armadas Reales.
La muerte de un General tan grande, tan lleno de heroicas acciones y de experiencia; tan insigne hombre de mar, que habia facilitado las navegaciones del Océano con sus muchos viages que hizo á las Indias; muerte en edad tan fresca, y en una ocasión de tanta importancia, fue para España mucha pérdida, y para su familia una entera desolación. Yace en la Iglesia de la Villa de Avilés, á donde fue trasladado, y puesto en el sepulcro que está al lado del Evangelio con las armas de su casa, y un breve y modesto epitafio.