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W. E. RETANA

y activo cual ninguno de sus paisanos[1], viajero infatigable por Europa [Asia y América] y poseedor de varias lenguas vivas [amén del latin, que no lo es], admirado de sus paisanos menos cultos [y de muchos sabios europeos], y aplaudido por sus maestros y amigos sin distinción de razas, lanzóse por el derrotero de las Ciencias morales y de los estudios sociológicos, que tan honda preparación requieren[2], y se lanza á propagar activamente entre los habitantes de estas regiones de España sentimientos de deslealtad y de traición [!], doctrinas contrarias á la unidad nacional [¿dónde?], ideas hostiles á la soberanía española [á la soberanía de los frailes], para venir en los momentos luctuosos de la lucha y de la muerte á fiar la salvación de la propia existencia, no en protestas de españolismo, sino en la desaprobación tardía [?] de la conducta de sus secuaces [!], que se han anticipado á la realización de los propósitos de Rizal [!], alzándose en armas sin la preparación que éste estimaba necesaria.

»Rizal no es tribuno; sus discursos, que por pequeña muestra pueden conocerse al fol. 18 vuelto, encierran vulgaridades que há medio siglo pudieron ser de efecto en las masas populares, pero merecedoras del mayor desdén al presente[3]. Rizal no es escritor correcto[4] ni pensador profundo[5]; sus escritos, unidos á autos[6], acusan la mayor imperfección de lenguaje y no gran energía


  1. El Fiscal no estaba bien informado: tan laboriosos y activos como Rizal lo han sido otros filipinos: no hay más sino que ninguno alcanzó tanta notoriedad como Rizal.
  2. ¡Ya querrían para si ciertos fiscales la que tenía Rizal! Era Rizal Licenciado en Filosofía y Letras, carrera que cursó brillantísimamente; y por si esta preparación fuese poca, ahí está su biblioteca, la de Rizal (véase la nota 256), cuyos volúmenes, en su mayor parte, trataban de esas ciencias; volúmenes leídos y releídos en castellano, en francés, en inglés, en alemán, en italiano, en holandés y en otros idiomas. Y si á lo dicho se añade que Rizal poseía una memoria portentosa, bien puede asegurarse que ¡ya quisieran para sí ciertos fiscales lo que Rizal sabía acerca de esas materias «que tan honda preparación requieren»!
  3. De la oratoria de Rizal júzgase únicamente por las dos docenas de palabras que un testigo adocenado le atribuyó, como dichas en la reunión de casa de Ong-junco. —Estas palabras de segunda mano, interpretadas por un denunciador del acervo común, sírvenle al Fiscal para afirmar de plano que Rizal no era tribuno.
  4. Conformes. Pero pruebe un español á escribir en tagalo, y seguramente que lo hará mucho peor que Rizal en castellano. Con todo, Rizal tiene páginas inspiradísimas, dignas de nuestros mejores novelistas.
  5. El Sr. Peña es el primero que le niega á Rizal la condición de pensador. ¡Ah, Sr. Peña!: algo tiene el agua cuando la bendicen, Rizal, á los veinticuatro años, escribió una obra que sirvió para regenerar todo un país: ese milagro no lo ejecuta un escritor del montón.
  6. Entiéndase que alude, no á las obras literarias de Rizal, sino á los escritos que obran en el proceso, así como al manifiesto que trató de