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W. E. RETANA

el ilustre teorizante al conocer la medida que contra sus deudos é íntimos habían adoptado en Filipinas: el gran soñador, pasado el primer momento, al restituirse á su serenidad habitual, debió de convencerse de que, en la práctica, lo que sacaba en limpio con su apostolado no era sino perturbar la paz de aquellos á quienes más amaba, y arruinarlos. Y rompió la pluma. Á partir de entonces, nada volvió á escribir para la publicidad, siquiera en su epistolario familiar continuara ensayándose en sus sueños de poeta. La lección recibida, ¡tan dura!, indújole á tomar otro camino. Y ávido de aproximarse lo más posible á su familia, se partió para Hong-Kong, adonde llegó á últimos de Noviembre de aquel año de 1891, y con la pretensión, nada menos, de si para ello le autorizaba su familia, trasladarse á Manila. Tan sobria como interesante es la carta que sigue[1]:

«Hong-Kong, 1 de Diciembre 1891.

»Mis queridos padres y hermanos: Estoy siguiendo paso á paso el doloroso calvario que Vs. recorren. No tengan miedo, que trabajo y trabajo. Si Vs. me pudiesen permitir que me reuna con ustedes allí (ahí), ¡qué feliz sería! ¡Quizás todo se cambie! Denme, pues, este permiso y me iré inmediatamente. Espero, tengo la seguridad de que hemos de salir bien.

»He sabido la marcha de los cuatro compoblanos á Joló, y la vuelta de mi hermano á Manila. También he sabido que Nanay, Pangoy y Tríning han vuelto á ser llamados al Gobierno civil. Paciencia, un poco de paciencia. Valor.

»Como el tiempo apremia, cierro esta carta.

»Ardo en deseos de abrazarles.

»Su hijo, —Rizal

Sin duda la familia reputó una locura el que Pepe se plantase en Manila; y éste, por tanto, puso casa en Hong-Kong, estableciéndose debidamente; organizó su librería, selectísima, compuesta, en su mayor parte, de obras de gran mérito, escritas en diferentes idiomas europeos[2], y, como él mismo dijo, trabajaba, trabajaba, aunque sin ser feliz enteramente, porque los suyos, sus deudos é íntimos, le atraían con fuerza irresistible, sobre todo desde que los vió arrui-


  1. Debo una copia á la bondad del Sr. Epifanio de los Santos, á quien la familia le cedió el original.
  2. «La biblioteca de Rizal llegó á contar unos mil títulos, pero que hoy se reduce á unos quinientos, sin uno solo que trate de Filipinas. La mayoria de las obras son trabajos de Etnología y Antropología generales; obras de Goethe, Schiller, Balzac, Zola, Jovellanos, Prevost, etc., y de Medicina. Parece que la familia ha sido explotada, y en Hong-Kong han desaparecido ó ha sido destruído lo más selecto de la Biblioteca.» —Epifanio de los Santos, en sus Notas inéditas á mí dedicadas.