Que el estilo epistolar sea el predilecto de Mansilla, se esplica teniendo en cuenta que el elegante general es uno de los mas fecundos «conversadores» de nuestro país.
Sarmiento es un gran causeur que solo no encanta á los necios.
Goyena, aun para estos suministra platos, en el inagotable menú de sus sabrosas pláticas......
Pero Mansilla no es de esa escuela. Pertenece mas bien á la de don Nabor Córdoba, el tucumano de grata memoria.
Tiene de menos la originalidad de la forma, y de más la salsa de divagaciones en que el general hace nadar los argumentos anecdóticos de su charla.
Y después, ese dejo de escepticismo frívolo pero risueño, no afectado como el del Ministro Wilde.
Para un hombre de semejantes condiciones, tiene que ser forzosamente un lecho de Procusto el desarrollo científico de cualquier tema, sobretodo cuando debe encarrilarlo sobre las reglas de la dialéctica oratoria.
Le pasa lo que á esos maquinistas habituados á las pequeñas y lustrosas locomotoras de los trenes de recreo.