Lástima que ambos elementos no sean suficientes para constituir un verdadero orador.
Colombres hace gala de mas «fermosa cobertura» sin aventajarlo en la fogosidad de la frase.
Luro es mas imponente en su actitud; pero no tiene su dicción la rapidez desbordante en que sobresale el orador mitrista.
Estrada y Goyena son los «millonarios» del acento, en la oratoria parlamentaria; pero ambos escollarían en la contextura de los párrafos de Carballido.
Sin embargo, este no puede pretender un puesto igual á los dos últimos, al muy superior á los primeros, en la escala de la elocuencia parlamentaria.
Es que las demás cualidades oratorias de Carballido no ajustan entre las apuntadas.
De la mímica, por ejemplo, maneja pasablemente la de los gestos, siendo deplorable su descuido en la de los ademanes.
En una conferencia pública inspiró serios temores á su auditorio por la suerte del húmero de uno de sus brazos, convertido en metrónomo de los compases oratorios del disertante.
Tampoco suele filar entre los tonos de su voz, ni dar á esta las inflexiones necesarias