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CÁMARA DE DIPUTADOS

Pizarro, en que esplica algunos pormenores, ignorados hasta ahora en el público, sobre los inconvenientes que ha habido para la celebracion de tratados comerciales con Chile. En esta publicacion, no nos proponemos agriar la cuestion pendiente, sino justificar a nuestro Gobierno con los datos auténticos que presenta el que a la sazón ocupaba el Ministerio de Estado, i por este medio allanar la buena intelijencia que debe reinar entre dos Repúblicas hermanas i vecinas, cuyos intereses están tan recíprocamente ligados.

Nuestra opinion, manifestada muchas veces en estas columnas, es que, en la actual posicion de las Repúblicas americanas, el comercio es, de todos los ramos productivos, el que parece destinado a comunicar actividad i vida a todos los otros, i el que por tanto merece la mas decidida predilección de los grandes poderes nacionales.

Tengan VV. la bondad de insertar en su periódico la breve esposicion que acompaño, en que se interesan el honor de nuestra Patria i también el de su atento S. S. —Luna Pizarro.


ESPOSICION

La cuestion que actualmente se ajita entre nuestro periódico oficial El Conciliador, i un articulista de El Telégrafo de Lima, sobre los motivos que han retardado hasta el dia el ajuste del interesante tratado de comercio con la República de Chile, exije por el honor nacional i aun por el mió propio, desvanecer cualesquiera equivocaciones relativas a la historia de esta negociacion. En el número 86 del citado Telégrafo, despues de hablar el articulista de la reduccion hecha en Chile a los derechos sobre el azúcar del Perú, se lee lo siguiente: "Autorizó (Chile) en seguida un Ministro para que viniese a negociar la regularizacion de este comercio. Al señor Trujillo cupo en suerte esta fácil comision, en que, sin embargo, se demoró dos años sin fruto alguno, a pesar de sus vivas jestiones de que fuimos testigos. El señor Luna, con quien debió entenderse, exijió por base indispensable para los tratados la odiosa condicion de que Chile tomase parte en la guerra de Colombia que por entónces sostenía el Perú. Puede ser, como dice El Conciliador, que éstos fuesen los deseos particulares del comisionado; pero al señor Trujillo, ligado a entenderse esclusivamente con él, no le era fácil conocer si las condiciones de aquel funcionario estaban fuera de sus instrucciones. Por el contrario, debia tener evidencia de no estarlo, cuando en el contra-proyecto de tratados que le presentó al cabo de ocho meses de súplicas i visitas, se halla entre los primeros artículos uno que exije alianza ofensiva i defensiva entre ámbas Repúblicas, no solamente contra el enemigo común, a lo que el señor Trujillo se allanaba, sino es también contra toda seccion de América, lo que era insistir en su primera solicitud. El Plenipotenciario dió, a vista de semejante documento, parte a su Gobierno, i éste lo retiró."

Tengo a la vista El Conciliador hasta el número 73, i no se encuentra cláusula alguna que me culpe o disculpe acerca de la odiosa condicion deque Chile tomase parte en la guerra con Colombia que por entonces sostenía el Perú.

Los hechos exactamente son como siguen: Habiendo llegado al Callao en 5 de Mayo de 1827, el señor Trujillo, Ministro Plenipotenciario de Chile, en circunstancias en que iba a instalarse el Congreso Constituyente i debian darse las providencias mas urjentes para organizar el país; reconocido en su carácter el 2 de Junio por el Gobierno provisorio, tuvo que aguardar a la venida del Presidente electo de la República, quien me honró con la comision para entenderme con dicho señor Ministro.

Recibida la credencial i correspondientes instrucciones, lo anuncié por oficio al mismo señor en 14 de Diciembre.

En su consecuencia, me presentó su proyecto de un tratado de alianza, comercio i navegacioti entre las Repúblicas de Chile i del Perú, ofreciéndole yo abrir mui luego las conferencias que él demandaba; mas, debiendo meditarlo i creyendo que convenia presentar por mi parte un contraproyecto, dejé correr algún tiempo aguardando un momento en que él pudiese ser recibido mas favorablemente. Entre tanto, no hubo la mas lijera reconvención por el señor Ministro de Chile, ni mas visitas que tres o cuatro, sin que en ellas se me insinuara empeño alguno para ajitar el negocio.

Dada por el Congreso de Junio la lei prohibitiva de las harinas, que en realidad no era mas que un privilejio esclusivo a favor de los trigos de Chile, creí llegado el momento oportuno i en principios de Julio tuve el honor de pasarle mi contra-proyecto, solicitándolo en seguida para entablar las conferencias i trazar por este medio cualesquiera dificultades. En esta ocasion, me vi privado del placer de encontrar en el señor Ministro aquel carácter agradable que tanto le recomendaba. Me reconvino por la demora, i contestándole que nunca mas conveniente llevar a efecto los tratados, que cuando el Congreso habia sancionado una lei tan favorable al comercio de su República, i que ademas yo no habia tenido por su parte la menor indicación para ajitar el negocio, me respondió no haberlo hecho porque tenia órdenes de su Gobierno para dejarlo dormir por su parte. Continuando en mi empeño de entrar en conferencias, le dije las siguientes formales palabras, sobre que apelo a la veracidad de dicho señor Ministro: "Si el artículo del contra-proyecto sobre alianza, por los términos jenerales en que se ha estendido, puede servir de obstáculo para celebrar el tratado, porque siendo en el dia casi inevitable la guerra