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CÁMARA DE DIPUTADOS

tando al Ejecutivo, para que lo haga como lo juzgue de justicia, por todo lo cual suplico a los señores representantes que, en vista de la foja de servicios que tengo el honor de acompañar, se sirvan acordar conforme a la gracia que pido, señor. —Francisco Calderón.



Núm. 426

Excmo. Señor:

Don Francisco CalderónFrancisco Calderón, ante V. E., con el respeto que debo, digo: que aunque las desgracias i vicisitudes me han hecho adquirir un fondo de filosofía bastante a superar toda clase de infortunios, sin embargo, no es tanto que me permita mirar con indiferencia la suerte de una familia que carga sobre mis hombros. Contraído desde mi infancia a la carrera militar, no he cuidado de formarle otro patrimonio que el que me habian adquirido mis servicios de 53 años hechos al pais, mas este patrimonio ha fallado acaso por una equivocación, i llega el 12 de Febrero de 1832, recordándome, para mayor martirio, ser este el dia en que me presenté en clase de coronel a un enemigo feroz i orgulloso, el dia en que la Patria, por el denuedo de sus defensores, se coronó de laureles que no se han marchitado jamas. Ese triunfo inmortal i los demás en que he tenido la honra de cooperar, hacen un contraste doloroso con la situación que hoi me oprime i me obliga a romper el silencio que he guardado hasta aquí.

Querría correr un denso velo sobre los motivos que hayan influido en que se tenga hasta hoi en suspenso la graduación con que la Patria compensó mis servicios; mas, es preciso decir que no me remuerde el interior de operacion al guna contraría a los sentimientos que he debido tener. Militar desde que rayó en roí la razón, he formado un hábito de obedecer, pero obedecer por el conducto por donde la autoridad debe mandarme. Si, conforme se me hizo reconocer un jeneral en jefe, se hubiese decretado que no lo era, ya no me habria quedado en qué trepidar; pero miéntras esto no sucediese era cabalmente el conducto por donde debia impartirse toda órden, i un militar no podia ni debia prestarse a cosa alguna que no viniere por el órgano legal. Si éste es un defecto, lo será de intelijencia o de única estrictez en la ordenanza, no un error de voluntad, porque la mia jamas ha burlado mis obligaciones. Obedecer a la autoridad, cumplir puntualmente sus disposiciones por el conducto de ordenanza, ésta fué siempre la línea de conducta que me tracé, no diré solo en la clase de subalterno, sino en los diferentes empleos en que me ocupó la Patria como jefe i como jeneral. Nunca miré las personas cuando se trataba de obedecer; solo veia la autoridad i a ella consagré siempre mis respetos. Así es que no digo en esta avanzada edad, aun en otro tiempo en que el ardor de la juventud parece que precipita a los hombres, jamas se me habrá notado la menor variación de estos principios, jamas la menor complicidad en conjuraciones ni en operacion alguna que desdiga de mí mismo.

Seria quitar a V. E. el tiempo estenderme en este asunto. El Gobierno está al cabo de todo i conoce que en mi comportacion no hai malicia ni depravadas intenciones. Si estas circunstancias i los dilatados años que he servido fielmente a la Patria merecen consideración; si el recuerdo de lo que hice por ella en este día pesa en la balanza de la justicia,

A V. E. suplico se sirva mandar se me dé de alta, restituyéndoseme así la subsistencia de mi familia a que no atendí por la Patria. Es gracia que en justicia espero, etc.

Excmo. Señor. —Francisco Calderon.

Otrosí.—Suplico a V. E. que, si no lo tuviese a bien resolver conforme a mi instancia, tenga la bondad, en fuerza de su patriotismo, recomendarla a la Comision Permanente para en fuerza de razones i angustias del soldado mas veterano de la Nacion, resuelva esta merced que espero de los Padres de la Patria, con su influencia i en obsequio del que jamas se ha separado de las leyes militares, que es asimismo gracia que espera de V.E.

Excmo. Señor. —Francisco Calderon.



Núm. 427

Habiéndose dado de baja al recurrente en conformidad del decreto del Congreso Nacional de Plenipotenciarios, de 9 de Marzo de 1830, no está en las facultades del Gobierno concederle la gracia que solícita.

Anótese. — Santiago, 16 de Febrero de 1832. —Prieto. —Errázuriz.



Núm. 428

El mariscal de campo de los Ejércitos de la República, don Francisco Calderón, natural de Concepción, su edad de cincuenta i seis años, once meses, veinte i un dias, su calidad noble, su salud quebrantada, sus servicios i circunstancias los que se espresan.

Tiempo en que empezó a servir los empleos: Cadete del batallón Infantería de Concepcion, 3 de Noviembre de 1778.

Subteniente de id., 19 de Setiembre de 1786.

Teniente de id., 6 de Abril de 1792.

Capitan de id., 14 de Mayo de 1799.

Teniente-coronel de id., 23 de Noviembre de 1811.

Coronel graduado, 25 de Junio de 1814.

Coronel efectivo, 18 de Abril de 1818.

Coronel-jeneral, 18 de Agosto de 1820.

Mariscal de campo, 5 de Febrero de 1821.