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SESION DE 6 DE JUNIO DE 1832

raiso i nueva forma de derechos de almacenaje."

Sala de la Comision, Santiago i Junio 5 de 1832.— José Manuel Astorga.— José Antonio Rosales. —Antonio Jacobo Vial.—Ramon Renjifo.



Núm. 412

Soberano Señor:

La madre de Gregorio Machuca, condenado en primera instancia a la pena ordinaria de muerte, por la que él ejecutó sin premeditacion en un arrebato de ira, se dirije del modo mas sumiso a Vuestra Soberanía, poniendo en vuestras manos el memorial con que habia ocurrido al Supremo Gobierno, pidiendo la vida de este jóven desgraciado, único báculo de mi vejez i único sosten de mi miseria.

Siempre se han distinguido los dias memorables con gracias estraordinarias. Para Chile el 1.° de Junio es precisamente el mayor. En él es en el que el pueblo distingue la Soberanía viendo a sus conciudadanos reunidos para darles leyes benéficas i en el que se desplega el amor patrio de los lejisladores; pues, los pone en aptitud de estender en la República sus meditaciones i proyectos de utilidad jeneral.

Alcance a mi hijo la mano bienhechora de Vuestra Soberanía; el jóven de 24 años, de conducta irreprensible; su desgracia refluye en una viuda anciana i miserable, i no ha sido manchada en actos de alevosía o de premeditacion.

Sea en mi nombre toda la aflicción que me rodea, la rogadora por la salvación de su vida a los Padres de la Patria; a quienes

Pido i suplico acceder al indulto solicitado por una gracia especial, i en honra de la apertura de las Cámaras.



Núm. 413

Excmo. Señor:

Cuando por esta vez se presenta una madre implorando la piedad de V. E.,ha mirado como de su deber el solicitarla de la filantropía de los Padres de la Patria, i como que, en las prerrogativas de V. E. están depositados dignamente los rasgos de heroicidad i patriotismo, ocurre anegada en lágrimas Luisa Machuca, madre de Gregorio Machuca, condenado a muerte en la primavera de su edad, por haberla perpetrado en quien ultrajaba su persona en los accesos del furor que causó la falta de raciocinio, estando privado de la razon.

Nada, Excmo. Señor, se promete la Patria al separar de su seno a los miembros que forman el cuerpo social, i léjos de reportarse beneficios con los cadalsos o suplicios disminuyen su fuerza física i moral i la hacen pacífica espectadora de un asesinato cuando debia sofocarlo, i que en rarísimos casos puede atribuirse a la sociedad semejante autorización. Mucho tendría que esponer sobre esta materia; pero mi objeto no es el impetrar a V. E. por un abuso inveterado, sino el solicitar un indulto que a su vez lo han acostumbrado las personas de alta categoría para mitigar el rigor de esa lei bárbara que fomenta la inhumanidad.

En tales conflictos, se postra a los piés de V. E . amalgamada en lágrimas la madre del espresado Gregorio Machuca; pues, nada es mas propio de la Suprema Majistratura que el enjugarlas i economizar la sangre como, en otra época, lo acreditó con profusion i continuamente está dando pruebas inequívocas de sensibilidad a los gritos de la humanidad aflijida.

Excmo. Señor, ahora es el tiempo en que por segunda vez abre sus sesiones la Lejislatura; ella es por la que V. E. supo partir el cáliz de la amargura abrazando los votos de los pueblos; la que se presenta despues de los dias aciagos del despotismo, cual otro iris concentrador de la paz, unión e igualdad. Si, Señor Excmo. Esta era la época reservada a V. E. para tranquilizar los ánimos, dulcificar los males con el antídoto de la clemencia, convirtiendo en gloria el tiempo de su Presidencia, dando auténticos testimonios de que, si bien pudo calmar los males irrogados por la anarquía, lo será también de columna impenetrable de munificencia.

Bajo estos auspicios, confia en V. E . una infeliz i desgraciada madre, en que se indulte al vástago miserable de su corazon, conmutando por lo ménos la pena capital en otra que, léjos de acreditar una alma feroz, cumpla los objetos de la imposicion de las penas, los cuales se frustrarían, porque siendo uno de ellos la enmienda del criminal, mal podría haberla en quien deja de existir. A V . E., como apoyo de la filantropía i que es un sagrado arcano de la beneficencia, toca el remediar los males de las familias chilenas, atrayéndose por este medio las deprecaciones de todas ellas, la gratitud i reconocimiento de sus súbditos.

Por tanto,

A V. E. suplico, se digne concederme el indulto de mi hijo Gregorio Machuca. Es gracia i equidad. Por Luisa Machuca, por no saber firmar.

Excmo. Señor. — Cruz Carmona.

No estando en las facultades del Gobierno conceder indultos, ocurra al Congreso, a quien corresponde esta atribucion. —Santiago, Mayo 31 de 1832. —(Hai una rúbrica.) -Tocornal.