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CÁMARA DE DIPUTADOS

que reclama por la muerte de su marido mandada ejecutar por el ex-Presidente don Francisco Ramón Vicuña, con desprecio de las leyes de los Tribunales Supremos que reclamaron por la infracción de garantías, i contra el número 3º del artículo 85 de la Constitución, i pide se le dé una pensión de 50 pesos mensuales en clase de montepío, o, en su defecto, una recompensa del ex-Presidente Vicuña que equivalga a los males que le ha causado; i se mandó a la Comision Calificadora de Peticiones.

El Presidente, a petición del señor Marin, nombró, con acuerdo de la Sala, para reintegrar la Comision de Justicia a los señores Eyzaguirre i Vial don Antonio.

Continuó la discusión sobre el reclamo de las elecciones de Curicó; i se decidieron las cuestiones prévias propuestas por algunos diputados: la primera, sobre si habia parteen la interposición del reclamo, i la segunda, si podia la Cámara conocer en esta materia; i se declaró que le habia i que a la Cámara pertenecía su conocimiento.En seguida, se ocupó la Sala de la nulidad, a que se opuso el señor Rodríguez fundado en que debían prescribir las elecciones de diputados; i despues de un detenido exámen, se levantó la sesión. — TOCORNAL. —Vial, diputado-secretario.


ANEXOS

Núm. 143

Señores Representantes de la alta Cámara de Diputados:

Doña Margarita Fernández, viuda del finado teniente don Pedro Rojas, en la mejor forma i por el recurso que la lei franquea ante la alta Cámara de Diputados, hago la siguiente solicitud:

Esperaba llegase el tiempo en que se oyese a la lei i se atendiese a la humanidad aflijida, para reclamar el horrendo asesinato que el ex-Presidente don Francisco Ramón De Vicuña, so pretesto de justicia, cometió en mi finado marido el teniente don Pedro Rojas, despreciando las leyes, amenazando al Supremo Poder Judiciario, profanando la justicia i complaciéndose de la miseria que su crimen traía a mi familia, solo por el nefando placer de verter la sangre del ciudadano que, con intrépida virtud, hizo oposicion a la tiranía. Quisiera, señor, en esta vez cambiar la inmediata relación con el dulce gusto de formar su panejirismo; pero, ya que me es prohibido, viven aun sus contemporáneos que presenciaron veinte i tantos años de continuos sacrificios en favor de la libertad, sin que una sola vez tocase su conducta la mancha del delito; a sus verdugos mismos para oscurecer sus virtudes, fuéles preciso proceder con el escandaloso estrépito de insultar i amenazar a los superiores Tribunales de Justicia, que reclamaron las garantías que el mas protervo de los déspotas permite al execrable delincuente. Tal fué la suerte infeliz que llevó mi marido, sin que pudiesen estorbarla ni las leyes ni los jueces.

Acusado de sedición por los satélites de li tiranía, se formó de éstos i unos cuantos estranjeros, que cuasi todos han sido castigados posteriormente por sus atroces crímenes, un consejo de guerra en que, faltándose a la justicia i bajo mil nulidades, formóse un proceso desordenado hasta condenarlo a muerte, por el improbo i vil ínteres de encarecerse con el tirano; ocurrióse al ex-Presidente Vicuña para que mandase suspender la ejecución, con respecto a que la Suprema Corte habia declarado decidiese el Poder Lejislativo sobre si las sentencias dadas por el consejo de oficiales jenerales, en causas de motin, debían ser o nó aprobadas por la Corte Marcial, i, para ser aun mas torpe el delito que meditaba, proveyó: "Ocurra la interesada a la Corte Marcial a quien, en igual caso, ha juzgado la Corte Suprema que corresponde su conocimiento;" como se ve en el último oficio de los documentos que, en forma presento, i despues entrometiéndose a conocer en materias judiciales de tanta trascendencia contra el número 3º del artículo 85 de la Constitución, i sin siquiera el dictámen del Auditor Jeneral, tan indispensable cuando al Poder Ejecutivo le era permitido confirmar tales sentencias, i haciendo que una sola causase ejecución, confirmó la dada por el consejo, mandando arrastrar la víctima al cadalso, con la pertinacia de no oír la competencia que justamente formó la Corte Marcial, i despreciar hasta tal gradólas decisiones i reclamos sobre infracción de garantías de la Suprema Corte, que, con insultos i amenazas, desconoció su poder, como aparece de los oficios presentados.

Lastimados multitud de ciudadanos se agolparon a su casa, suplicándole considerase la justicia i aun su familia misma, por propio provecho, le rogó fuese consecuente a la anterior citada providencia, que se apiadase a las lágrimas de una madre i de un hijo; pero todo fué en vano, porque, deseándose la sangre del inocente, solo se oyó la voz del inicuo consejero que desempeñaba el Ministerio de Guerra, llegando hasta tal estremo las bajas artimañas, que materialmente se cerraron las puertas del despacho para no recibir comunicaciones; i, luego que sintieron el horrible zumbido del plomo asesino, mandaron suspender la ejecución del que ya, desde lo alto, acusaba la maldad, siendo destinado a jugar esta farsa ridicula uno de los mismos que habia sido su juez. Ni los Procustes, Nerones ni Calígulas se habrían complacido de ver correr la sangre de un guerrero que, cubierto de cicatrices por la libertad, era la presa del odio, envidia i adulación.

¡Ah, señor! Vo quisiera olvidar esa catástrofe triste que, si, al recordarla, enternece a los que la presenciaron, despedaza el corazon de una espo