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CÁMARA DE DIPUTADOS

soberanos pagaban sus Iglesias, i su clero ¿por qué no habian de tener los mismos honores i facultades que los parliculares que hacian una fundacion? La confrontacion era concluyente, i los resultados no pudieron ménos de ser los que hace tres siglos han inaugurado respectivamente los Gobienos seccionarios de la tierra, i los mismos que la Cámara en su contestacion recomienda al Gobierno de Chile. ¿Qué tiene esto de contrario a los intereses de la vida i prosperidad de la Patria? ¿Qué de escolaticismo, ni de fruto de tiempos de perversidad en que la especie humara se arrastraba en la ignorancia? ¡Dios mio! ¿es este el lenguaje que podtá esperarse de un delegado de la nacion, de un lego, de un ciudadano? Bien puede el señor Palazuelos rejentar una compañía de cucuruchos en la vida privada, cuando no es mas que un cristiano, un hombre de fe, pero no en el asiento del lejislador, cuando mas que hombre de fe es ciudadano, cuando mas que creyente es soberano.

¿Pero será que todos estos dicterios contra la palabra patronato no signifiquen en boca del señor Palazuelos sino la insuficiencia del término para abrazar todos los derechos de soberanía con que la filosofía moderna está luchando por revestir al poder civil? A veces da ganas de creerlo, al tropezar con esos parráfos enérjicos llenos de reproches al ultramontanismo de la Iglesia Nacional. En tal caso confesamos que si este es el pensamiento secreto del señor Diputado no merece sino nuestras felicitaciones; no concibiendo, sin embargo, por qué no se atreve a descubrirlo. Confesamos mas, confesamos que no es otro el blanco de nuestros esfuerzos, ni otra la conviccion de nuestra alma.

De todos modos, no comprendemos cómo es que la palabra patronato deba su oiíjen al escolasticismo ni a los tiempos de perversidad. Precisamente, el patronato no está consignado en la historia sino como una corona de triunfo contra ti escolasticismo i los tiempos de perversidad. Lo hemos demostrado ya i lo demostraríamos aun mas en caso necesario. Ahora mismo, ¿quiénes son los que gritan contra el patronato, hasta en el recinto respetable de la Universidad? Los escolásticos, los defensores de esos tiempos de perversidad. ¿Quienes los que aspiran a la independencia para alcanzar despues la omnipotencia? Los escolásticos siempre, los discípulos del jesuíta Sánchez, i de los cardenales Baronio i Belarmino.

Ménos comprendemos cómo ha podido añadir el señor Diputado que éste es un asunto que ni el pais lo entiende ni sus intereses lo reclaman. Aquí para nosotros no hai sino una contradiccion flagrante i bochornosa.

No lo reclaman sus intereses i se dice sin embargo que el porvenir del pais está vinculado a la cuestion. ¡No lo reclaman sus intereses, i se agrega con solemnidad, que la fortuna del pais está ligada a ella, mas que nunca en esta época! ¡No lo reclaman sus intereses i el Gobierno Nacional se ve constantemente agobiado por el clero, que lo detiene i embaraza en sus útiles reformas! ¡Oh! Señor Diputado, permitidnos decirlo: es o necesita del hilo de Ariadne.

No comprendemos, finalmente, la poca atencion del señor Diputado a las cosas terrenas que lo rodean para poder preguntar sin temor de exitar la risa ¿quién niega la facultad del Gobierno en los medios i en las transacciones que hace en los diversos casos que ocurren en materia de patronato? ¿Quién señor Diputado? ¡La Revista Católica, que en este instante mismo está sosteniendo a capa i espada el espíritu retrógrado i ultramontano que tanto os indigna! ¿Quién señor Diputado? Ese Pontífice mismo que nos dirije comunicaciones diplomáticas i erije motu proprio dignidades en nuestra Iglesia, contra el mandato terminante de nuestras leyes constitucionales, i con menosprecio de nuestra famosa revolucion, que aun no ha reconocido. ¿Quién señor Diputado? Ese clero del pais, segun decis vos mismo, que esta preñado de un espíritu tan ultramontano, "que le hace olvidar los verdaderos intereses de la relijion i desconocer su espíritu de fraternidad i de amor; que no le deja oir la voz del pueblo que lo llama a gritos para que le predique para que le socorra, para que le saque en fin, de este estado lamentable en que se encuentra por efecto de su condicion moral."

Sin duda, si todos hubieran de definir el patronato, como lo hace el señor Diputado cuando esclama: "baste sólo saber que el patronato es patronato", la cosa no podia ser mas tenebrosa ni mas incomprensible. Sin duda tambien, si todos habian de pronunciar estas palabras egoístas e indignas de cualquier patriota, "bueno i mui bueno, señor, que no lo comprendan", convendria igualmente no remover la cuestión; porque sin dar este paso un solo resultado benéfico no produciria mas que querellas, i querellas relijiosas, las peores de todas.

Pero no estamos en este caso. El Gobierno, las Cámaras i una gran parte del pueblo saben bien lo que es patronato. Saben que el patronato importa la soberanía, i no quieren perderle, por lo mismo que no quieren perder ésta. Saben que ningún soberano estranjero tiene de recho a lejislar motu proprio sobre los intereses ni las dignidades de la tierra natal, sin ser despedidos como viles esclavos del Congreso de los estados independientes, i no quieren pasar por semejante humillacion, ni so pretesto del Culto. Saben que despues de Dios no hai otro poder lejítimo sino el del pueblo, i éste es su primer dogma, porque lo es tambien de la humanidad entera.

¿Es acaso, señor Diputado, otra significacion la que os guardais como un relicario cuando habéis dicho: "Yo no quiero dar a la Cámara la significacion de esta palabra"?