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SESION EN 21 DE SETIEMBRE DE 1842

esta lei. Hemos visto en los periódicos, hemos oído en la tribuna parlamentaría llamar víctimas inocentes a los conspiradores, i yo pregunto ¿echada a correr la bola habrá ahora un hombre que pueda sostenerla?. El Gobierno, si, debe rodearse de todos los hombres buenos, debe aliviar sus necesidades, premiar sus méritos; pero todo eso i mas podria hacer sin promover odios, rencores ni partidos. Yo no me opongo a que se premien los servicios de ciudadanos beneméritos; empero que sea sin destruir los principios que por esperiencia encadenan el desorden i conservan el respeto que se debe a las autoridades. Pesando los resultados consiguientes de esta lei veo al Gobierno que la propone a punto de desviarse i hacerse presa de desgracias que en volverían a toda la nacion".

El señor Benavente replicó: "En cuestiones como esta es difícil si no imposible, por mas que se proteste, hacer abstraccion de personas, pues que se trata de reconocer servicios eminentes prestados a la patria por personas. Habia querido yo no entrar en pormenores, ni considerar esta lei por el lado de la justicia, para no remontarme al oríjen de ciertas cosas que queremos i debemos relegar al olvido; pero se me provoca i contestaré solo con lijeras indicaciones a los argumentos que se hacen, dejando aparte lo que solo es pura declamacion. Antes dije que con esta me dida se cierra la revolucion, se consolida la paz interna i se aumenta nuestro crédito en el estranjero. Cualquiera conoce que estos objetos son de la mayor exijencia pública; i cuando el estado de nuestras rentas no fuese tan próspero como lo es en realidad, cualquiera conoce tambien que deberian hacerse sacrificios por alcanzarlos. No se trata solo de compadecer miserias, de aliviar necesidades pecuniarias para los valientes, hai una necesidad mayor que todas: la de reconquistar su honor i con él los laureles que denodadamente supieron adquirirse. Se alega que con la sancion de esta lei se ofende horriblemente la moral pública, se destruyen las sentencias de los tribunales,se condena directamente la marcha de la a aministracion pasada, i que, por último, se alienta i llama a los conspiradores. En los trastornos políticos lo primero que sufre i desaparece es la moral pública: únicamente quedan los partidos: el que vence impone la lei al vencido, i esto es lo que demuestra la historia, ya que a ella se hacen interpelaciones. Recordemos lo que pasó en Francia bajo sus Robespierres, sus comisiones de salud i sus tribunales revolucionarios. Las sangrientas ejecuciones que diariamente se hacian ¿las dictaba acaso la moral pública? Para restablecerla fué preciso un Napoleon que sofocó los partidos llamando al gobierno a todos los hombres que los formaban. Echemos la vista mas cerca, tambien a una República vecina: los innumerables asesinatos que hace el tigre que la domina ¿los practica ni aprueba la moral pública? i por medio de ellos ¿qué consigue? no por cierto dominar tranquilo, sino arrastrar cada nada al patíbulo nuevas víctimas. La lei en discusion se contrae a rehabilitar a los individuos que dieron de baja los decretos del Gobierno i del Congreso de Plenipotenciarios; i es sabido por todos que para dictarlos no se formaron procesos ni se pronunciaron sentencias. I entónces ¿cuáles son las que se destruyen? Yo no desconozco la autoridad de aquel Congreso aunque no fué formado por lei alguna existente, sino por las circunstancias. Roto el pacto presocial i destruidos todos los poderes constituidos, el Gobierno que lo convocó hizo un bien dando el primer paso para restablecerlos. Podria decirse mucho de tales decretos, de las fechas en que fueron dados, talvez posteriores al hecho; pero esto no hace al caso. Tampoco puede decirse que esta lei condena a la administracion pasada porque ella echó los cimientos de esta lei i la presente la eleva a su complemento. Si aquella hizo algunas escepciones ésta las anula hoi, porque han desaparecido ya las causas que la motivaron. Se insiste mucho en los peligros de la patria, en las fatales consecuencias de la lenidad, en la necesidad de ser inexorable en el castigo de las faltas políticas, i se dicen muchas cosas que habrían sentado mejor en boca de Fernando VII. Cada cual es dueño de sus temores; para mí no existen, i aun concibo esperanzas de que toda la América camina a su destino desde que veo dar leyes análogas en Venezuela, Nueva Granada i Costa Rica; i eso sin esperar tiempo, en los momentos mismos de una victoria. El señor que me ha precedido concluye con desear que el Gobierno se rodee de los hombres buenos de todos los partidos lo que no puede ser posible si se mantiene a los de uno relegidos en la abyeccion."

El señor Irarrázaval (presidente) pidió entonces la palabra i dijo: "Se ha dicho ya, i con razon, que las cuestiones personales son resbaladizas. Sin embargo de que la presente lo sea para resolverla con acierto creo yo indispensable un exámen detenido i un juicio seguro i meditado del proyecto en discusion. No puede considerársele sino bajo el aspecto de conveniencia pública, de justicia o de equidad. La conveniencia pública está en abierta oposicion con él: ella exije una estremosa sobriedad en decretar pensiones del tesoro nacional. El senor Ministro de Hacienda encuentra en las rentas públicas, comparadas a los gastos precisos a la administracion, un déficit de $ 100,000; i nos añade que este déficit no puede llenarse sino usando de la mas estricta economía. Ahora bien, i despues de haber notado ese déficit se han echado nuevos gravámenes sobre el Erario —se ha dispuesto la creacion de una academia militar, comprado no terreno para la instruccion de las guardias cívicas, i celebrado transacciones con varios acreedores del Estado—si a ellos se quiere todavía añadir otros, el Erario tendrá que hacer una verdadera bancarrota. Mirado el proyecto bajo ese punto de vista la reconciliacion es la única razon que tiene peso; pero yo no sé de dónde saque el