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CÁMARA DE DIPUTADOS

oposicion a un proyecto como el que se ha presentado por el honorable Diputado por Elqui; sé que este proyecto por su naturaleza está calculado para atraer las simpatías de todos los que le oigan nombrar, como abolicionistas; el hecho sólo de anunciarlo granjea en favor del autor del proyecto gran popularidad, porque siempre los beneficiados por un proyecto abolicionista, son los que estarán dispuestos a aplaudirlo. Al hablar de este modo no quiero comprender entre estos a todos los ciudadanos que se hallen en el caso, pues en algunos de ellos un sentimiento de patriotismo se sobrepone a él i les hace mirar con indiferencia esta miserable ventaja.

Sé, sin embargo, que mis opiniones chocan con la masa de aquella parte del pueblo que discurre, que piensa, que escribe, que forma círculos; sé que quiza me granjeo al hacer esta oposicion, la odiosidad de alguno de estos individuos, al paso que yo procuro el bien de aquellos que no sabrán siquiera que se ha alzado en la Cámara una voz para promover sus intereses. Sé, repito, cuán odioso me haré para algunos i que quizá lo sea para el honorable Diputado que en la sesion anterior tuvo la bondad de regalarme con el calificativo de acalorado defensor del Estanco (i esto está escrito).

Puede ser que sin conocerlo haya manifestado demasiado calor; pero creo que mas calor ha habido de parte del autor del proyecto, cuando ha ocurrido a un arbitrio inusitado en los debates parlamentarios, cual es el de las amenazas. Sí, señor, se ha amenazado a la Cámara con la venganza de los pueblos (esto no está escrito; pero es cierto, los Diputados no dejarán de recordarlo).

Los pueblos se vengan, se ha dicho; los pueblos se vengan se ha repetido con énfasis por dos o tres veces en la Sala i esto, para arrancar a la Cámara como por un sentimiento de temor el voto de aprobacion a un proyecto que no habia bastante buenas razones para sostenerlo.

Creo que no hai ménos calor en esto, i sin embargo, yo no me he atrevido a calificar como acalorado innovador al honorable Diputado por Elqui. Sé tambien, cuánto mal se ha querido hacerme por esta oposicion. Se ha escrito sobre ella de una manera poco atenta; se ha increpado mi nombre; poco ha faltado para que se maldiga, se han fulminado anatemas contra mis opiniones, porque soi defensor del Estanco. Pero todo esto ¿qué importa si obro de acuerdo con mi conciencia, que como representante he jurado observar? Éste dictámen de mi conciencia me aconseja la oposicion al proyecto i yo no puedo presentir de obrar en consonancia.

He dado ya las razones que tengo para proceder de este modo; si me equivoco no serán ni el honorable Diputado ni el escritor, que sin conocer bien o sin querer fijarse en el verdadero aspecto a que la cuestion está reducida, pareció haberse constituido en eco de familia para tratarla los que han de calificar mis opiniones; serán las Cámaras las que han de juzgar del modo como me he conducido en esta cuestion i si no he obrado en conformidad con sus intereses, me privará para lo sucesivo de la honra que me ha concedido al colocarme en este asiento.

Cuatro palabras mas respecto del informe de la comision. La mayor parte, señor, de las observaciones que he hecho al proyecto orijinal, tienen aplicacion al informe de la comision de Hacienda; agregaré solamente que parece mui irregular i hasta cierto punto un avance de facultades en las actuales Cámaras, querer ahogarse las facultades que corresponden a las jeneraciones o a las Cámaras venideras, al dictar un proyerto para el año 47. Esto es quitar a los representantes de entónces, el derecho que tienen i el deber que les incumbe de apreciar el estado de prosperidad o decadencia en que se hallan nuestras rentas; con la notable circunstancia de olvidar que las leyes económicas son por lo jeneral transitorias; esto está confirmado por la Constitucion, en virtud de la cual todos los años tiene la Lejislatura Nacional que decretar las contribuciones, aprobar las cuentas de gastos del año anterior, los presupuestos para el año siguiente. La Constitucion pues, nos indica que toda lei económica no puede tener el carácter de permanente que tienen todas las demas leyes: ¿por qué, pues, hemos de avanzarnos a dictar una lei para que tenga su efecto dentro de tres años? ¿I no es lo mas regular que los lejisladores de entónces, conociendo el estado de las rentas i las necesidades que hayan que satisfacer, dicten si lo creen conveniente la abolicion del Estanco o su reemplazo con otra contribucion en que se consulte mejor la equidad i la conveniencia pública? Hai a mas una circunstancia que seguramente los honorables miembros de la comision de Hacienda no tuvieron presente al redactar el proyecto que se contiene en su informe. Precisamente se propone la abolicion del Estanco para el año de 1847, año, que, segun la memoria presentada por el Ministro de Hacienda en el año 42, necesita la Nacion hacer un gasto mas, que asciende a 160 i tantos mil pesos. Véase la citada Memoria i se hallará confirmado este aserto.

Dice el Ministro de Hacienda: "La deuda del 3 por ciento procedente de los diferidos llamados a capitalizar que sólo entra a ganar interes desde 1847, costará entónces anualmente a la República 106,439 pesos, a no ser que con nuestros ahorros i economías redimamos una parte de ella ántes que dé principio a rejir la obligacion de abonarle réditos." Para el año 47 i para los sucesivos hasta que se amortice la deuda, es pues para cuando se necesitan estos 160,000 i tantos pesos, i precisamente para cuando la comision de Hacienda nos propone la abolicion del Estanco, i con ella la disminucion de las rentas públicas.

Repito que cuando la Comision propuso este