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SESION EN 7 DE AGOSTO DE 1843

la conduccion de la correspondencia; tampoco hai seguridad, lo que ha dado motivo a la prensa se hayan hecho cargos injustos al Gobierno, pues se ha supuesto que su tolerancia es la causa de todos los males que se sienten. El sistema actual de correos es incompleto, puntos importantes hai que carecen absolutamente de administracion i en los mas ésta se encuentra en un estado deplorable. Puede decirse que Coquimbo es la provincia mas bien servida en esa parte, i sin embargo hai puntos que como Elqui, no tienen correspondencia con las cabeceras i que necesitan valerse de los viajeros o de propios para comunicarse con ellas.

En las provincias del Sur es donde se hace sentir mayormente esta imperfeccion. Si se recorren los diversos ramos de la administracion, se verá que ninguno se encuentra en mayor desarreglo que las estafetas. Para esto basta echar una ojeada a las partidas de la Administracion de Correos. Los señores Diputados que hayan examinado minuciosamente los presupuestos, habrán tenido lugar de observar que varias de las oficinas gozan de asignacion para el pago de casa i otras no; que unas tienen interventor i otras no lo tienen; que unos administradores tienen sueldo i oíros sirven gratis; que ninguna de las asignaciones es igual, i en fin, que no hai una regla uniforme que nivele las diversas oficinas. Por lo que toca a la contabilidad, carecen de ellas. Cada individuo de los que desempeñan destinos en las estafetas, tienen medios como quedarse con lo que pertenece a la nacion. I ¿cuál es la causa de esto?... La imperfeccion del sistema actual; no puede ser otra. Siendo tan graves los males que se hacen sentir, debemos buscar la fuente de esos males. El Gobierno cree haber encontrado esta fuente en una ordenanza que dictada en una época distinta de la actual, en que eran otras las necesidades, otras las relaciones, es imposible que pueda convenir a las circunstancias del pais; la fuente del mal está pues en la lei misma; será necesario entonces tocar la lei, variarla para remediar el mal. Pondré un ejemplo que servirá para corroborar las razones que he espuesto i las que seguiré esponiendo. Por la ordenanza actual está fijado el 15 % de premio en beneficio del administrador. Este mezquino premio produce una recompensa desproporcionada con el trabajo a la mayor parte de los administradores i aun cuando esté en relacion con el trabajo, ese premio sólo inspira su desprecio. ¿Qué resulta de aquí? Resulta que no hai individuos que quieran hacerse cargo de tal empleo, que el Gobierno tiene que valerse las mas de las veces de las relaciones particulares de sus miembros para que admitan el cargo i se ve obligado a usar de varios artificios para no admitir sus renuncias.

El administrador de San Felipe, por ejemplo, ha hecho ya cuatro o cinco renuncias, respecto de las cuales nada se ha provisto, por no encontrarse persona alguna que quiera hacerse cargo del empleo. Resulta ademas que sirviendo como sirven por ruego, por compromisos, i muchas veces personas indignas de la confianza del Gobierno, se observan abusos, o cuando ménos falta de celo que el Gobierno no puede remediar. Resulta también que si se les exije cuenta, se niegan a darlas, diciendo que no tienen tiempo para hacerlas, i si se les apuran dicen: Depóngasenos del destino. No creo necesario deducir las consecuencias que resultarán de la actual administracion, i sera fácil prever las inmensas ventajas que va a reportar el pais con la medida que se propone.

El primer paso que dió el Gobierno para poner remedio al mal, fué nombrar un activo i celoso funcionarlo que se acercase a la administracion de correos de toda la República, que toma se datos, que examinase las cuentas desde al año 17, i el resultado fué una completa reforma en la administracion del ramo, reforma que despues de revisada por mí, fué presentada al Consejo de Estado, trámite indispensable por que deben pasar esta clase de proyectos. Va sea las dificultades que ofrecía la materia, o bien lo estéril i seco del asunto, o las muchas ocupaciones del Consejo, ello es que se han visto obligados a abandonar la discusion.

Cerca de cuatro años ha corrido sin que el Consejo de Estado se haya ocupado apénas de una tercera parte de la ordenanza. Ahora yo pregunto: ¿Cuánto tiempo seria necesario para que se repitiese este exámen en esta Cámara i en el Senado? Tendríamos que resignarnos a sufrir los males que he bosquejado, con grave perjuicio de la prosperidad pública. Yo participo hasta cierto punto de la cautela i circunspeccior con que debe procederse en asunto de esta naturaleza.

Mui justo es que el Congreso ejerza por sí mismo aquellos actos que la Constitucion le confiere; pero hai casos, i entre ellos se encuentra el actual, en que una imperiosa necesidad nos obliga a separarnos de principios mui justos en circunstancias comunes. Ya el Congreso ha dado otras veces estos votos de confianza i no ha tenido por qué arrepentirse de ello.

Se ha hecho una alusion por el señor Diputado preopinante, alusion que me parece referirse al voto de confianza concedido al Gobierno para hacer un reglamento de Aduana. Quiero suponer que se hayan perdido a causa de ese reglamento 40 o 100,000 pesos, advierto que esa es una mera hipótesis, aun suponiendo digo, que realmente hubiese habido tal pérdida, el Congreso no debe arrepentirse de haber dado su voto de confianza, pues habiéndose advertido los errores de aquella ordenanza, se hicieron las reformas convenientes i gracias a ellas el pais ha reportado ventajas que no puedo calcular yo, ni el autor del reglamento. I yo pregunto, si no se hubiese concedido aquella autorizacion al Gobierno