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SESION EN 12 DE JULIO DE 1843


Discurso del señor Renjifo en la sesion del 12[1]

Principió su discurso aplaudiendo el celo i patriotismo del autor del proyecto en discusion, pero como muchas veces ni el ascendrado patriotismo ni las buenas intenciones bastan para preservar a las obras del hombre del error o de las equivocaciones de que son susceptibles, tenia la Cámara que ocuparse con detencion en la discusion de un proyecto que por su importancia lo demandaba i que en consecuencia él iba a hacer algunas observaciones sobre dicho proyecto; que ántes de hacerlas, suplicaba a la Cámara prestase su atencion, no tanto por la fuerza que pudieran tener éstas cuanto por la gravedad del asunto que se iba a tratar. En seguida principió por hacer una reseña histórica de la renta en cuestion i dijo que el poder lejislativo nacional, íntimamente persuadido de la necesidad de aumentar las rentas públicas para cubrir el crédito de la nación empeñado por consecuencia del empréstito levantado en Londres en 1822, dictó en 19 de Marzo de 1824 la lei de cesacion del estanco, i que el poder ejecutivo entónces obrando bajo la misma precaucion celebró con una compañía particular una contrata en virtud de la cual se cedió a dicha compañía los productos i administracion de la renta con la condicion de que pagase anualmente en Lóndres los intereses del empréstito de cinco millones de pesos i algún tanto mas asignado para la amortizacion. La magnitud del negocio por una parte i los celos de los que lo solicitaron i no lo obtuvieron, por otra, hicieron que en él se fijase la atencion de todos en circunstancias en que el pais se hallaba dividido en partidos políticos. Uno de ellos queriendo agregar un color mas a la bandera que habia alzado para hacerse distinguido, se declaró antagonista del estanco, haciendo volver los temores de que el ascendiente que aquella compañía debía ejercer en toda la República, se hiciese servir en perjuicio de los intereses comunes de la nacion, i aprovechando las circunstancias que para su objeto eran favorables por los inconvenientes que encuentra toda empresa en sus principios i por las resistencias que naturalmente se oponían al establecimiento del impuesto. No fueron vanos sus esfuerzos i dieron por resultado un triunfo a medias porque no podia ser completo. Este triunfo consistió en la traslacion del estanco al fisco que se hizo por disposicion de la lei de 2 de Octubre de 1826. Desde entónces acallaron las voces de la declamacion contra el estanco, por que ya no era una compañía particular, sino el fisco el administrador de esta renta i porque no podia dejar de prevalecer el convencimiento de la necesidad de conservarla; desde entónces apénas se le ha oído sobre este particular la voz de uno que otro patriota, pero estas voces han sido siempre débiles, porque no encontraron eco en la opinion pública. De aquí pasó a hacer las observaciones sobre la abolicion de que se trataba, i dijo, que el autor mismo del proyecto no podia prescindir del convencimiento de la necesidad de conservar la renta, pues al mismo tiempo que proponía la abolicion del estanco, proponía también el reemplazo de esta renta en otra forma, lo cual bien considerado convencía que la abolicion era nominal, pues que no daría por resultado la minoracion de las cargas públicas, sino la supresion del nombre de estanco; que con esto no se mejoraba la suerte de esa parte de la sociedad a la cual dirijia el señor Toro sus miradas, puesto que la renta que se pretendía abolir, por mas que se llamase onerosa, era mui tolerable i no podría decirse jamas de ella, lo que por ejemplo del diezmo. Observó que el señor Toro decía en su mocion, que los miserables proletarios invertían la sesta parte de sus rentas en la contribucion del estanco i que esto se contradecía con el cálculo que mas adelante hace de semanal, lo que no puede ser, sí se advierte que el mas infeliz de los que componen la clase desgraciada, la sesta parte de sus entradas en la semana, asciende a mucho mas de un cuartillo. El señor Renjifo notó también que esta no era una de aquellas necesidades cuya satisfaccion era indispensable en la vida i que su consumo era libre, que nadie podia parecer por la fuerza de esta necesidad. Por otra parte que la industria agrícola era insignificante en este ramo, pues que sí se notaba en los campos ese anhelo por sembrar, era en razon del alto precio que tenia a consecuencia del estanco. Dijo se alegaba para su abolicion que se habia creado por necesidad i que habiendo cesado ésta, ya no se podia sostener un monopolio por su naturaleza insostenible, pero que él contestaba que quedaba desvanecida esta observacion, si se atendían dos cosas: el largo tiempo que habia permanecido el estanco sin alteracion alguna i la consideracion de las exijencias actuales de la sociedad, las cuales eran las mismas que cuando se estableció el estanco respecto a existir empeñado el crédito de la nación para cuyo desempeño fué creada la renta. Pasó en seguida a examinar los medios propuestos para su abolicion i dijo; con respecto a ellos, entre otras cosas, que los cálculos cuya exactitud i buenos resultados estaba por averiguarse, no podían admitirse para decidir por ellos la abolicion de una renta que existe de hecho i que importaba algo mas de mil pesos diarios a la nación. En segundo lugar, consideró injustos los medios propuestos, pues dijo que por aliviar a cuatrocientos mil habitantes de una carga soportable, se iba a gravar a un millon i mas, i que no habia cosa mas conforme a la equidad que hacer recaer un gravámen en los que hacían un consumo innecesario: que no

  1. Este documento es tomado de El Progreso de 15 de Julio de 1843, Núm. 205. —(Nota del Recopilador.)