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SESION DE 29 DE JULIO DE 1836

ciones, no podrían tener libertad para conducirlas a una empresa atrevida, en que todas las probabilidades, decían, que deberían fracasarse. Tampoco tuvo aviso alguno el infrascrito hasta despues que había dado a la vela el bergantin Jeneral Orbegoso, i respecto al Monteagudo no supo que tenía el mismo destino hasta la tarde ántes del dia en que salió del Callao.

Por todas estas razones, no creyó conveniente dirijirse al señor Jeneral Moran, comunicándole sus sospechas, pues debió dar al desprecio las noticias que las causaban.

El infrascrito cree que deben calmar los temores que tiene el Gobierno del Perú, respecto a los males que pueda causar a Chile la ridícula espedicion que ha salido de estas costas. No es de temerse que la tranquilidad de aquella República pueda ser alterada sino mui fugazmente, dado el caso de que logren los facciosos desembarcar libremente en su territorio. Las intenciones de estos i de todos sus cómplices son ciertamente las mas inicuas i perversas, pero ellas se estrellarán contra el poder de todo un pueblo amante de su tranquilidad, de su dicha i del Gobierno que les hace feliz. Los revoltosos recibirán bien pronto el condigno castigo a que se han hecho acreedores, i el mundo entero conocerá a los que han querido llevar la guerra, la desolacion i la angustia a una nación que goza de quietud, de felicidad i de todos los bienes que pueden hacerla prosperar.

El infrascrito cuidará de trasmitir bien pronto a su Gobierno los sentimientos honrosos i estimables que tiene el del Perú respecto a Chile, i no duda que éste sabrá apreciarlos debidamente.

El infrascrito tiene el honor de saludar al señor Jeneral Moran, suscribiéndome respetuosamente su atento servidor. —Legación de Chile. —Lima, Julio 12 de 1836. —Ventura Lavalle. —Al Señor Jeneral don Trinidad Moran, Jefe Superior del departamento de Lima i Encargado de las Relaciones Esteriores.


Núm. 95 [1]

Núm. 3

Señor:

El infrascrito, Encargado de Negocios de Chile, considera de su deber llamar la atención del señor Jeneral don Trinidad Moran, encargado de las Relaciones Esteriores, sobre la escandalosa fuga de los refujiados chilenos en esta capital, con el objeto de marchar a Chile a trastornar el órden de aquel pais. Habiendo manifestado el señor Jeneral Moran al infrascrito, en su apreciable nota del 9, lo sensible que ha sido al Gobierno peruano esta ocurrencia, i la resolucion de no permitir que de su territorio se le lleve la discordia, considera el infrascrito que nada podía ser tan satisfactorio al Gobierno de Chile, en prueba de los nobles sentimientos del peruano, como ver que se tomaban aquí providencias activas a fin de descubrir a los cómplices de aquel horrible atentado i aplicarles la pena que merecen. La voz pública señala a muchos individuos que han tenido en él una parte mui activa i un castigo ejemplar en ellos haría mas patente la notoria justificación del Gobierno de esta República, al paso que evitaría que mañana pudieran repetirse crímenes semejantes. Si el Gobierno del Perú tiene a bien mandar levantar un sumario contra todas las personas que hayan sido cómplices en el atentado de la espedicion contra Chile, habría dado con tal conducta la señal mas clásica de su franqueza, lealtad i consideracion hácia esa República.

No parecerá estraña ciertamente esta solicitud de parte del infrascrito, si se tiene presente, a mas de otras muchas consideraciones, la conducta que en un caso parecido observó el justificado Gobierno de Bolívia, no hace mucho tiempo, en la fuga de un Jeneral que salió de su territorio para ir a hacer la guerra a los provincias arjentinas. El Gobierno de Bolivía espontáneamente dictó providencias enérjicas para juzgar i castigar a los que hubiesen protejido la evasión de dicho Jeneral, i no se dirá ciertamente que en este acto de justicia procedió con lijereza sino conducido por los principios de razon, de equidad i de respeto a sus vecinos, que forman la base de su ilustrada polítíca. Muchas circunstancias se encuentran en la fuga de los chilenos de esta capital, que elevan a un grado mucho mas alto el crimen que han cometido, con respecto al perpetrado en Bolivia por el Jeneral arjentino d m Javier López. Este, segun las comunicarioncs oficiales que se han publicado, verificó su eva on acompañado solamente de unos cuantos compañeros; pero no se ha dicho que hubiese juntrdo en el territorio donde estaba asilado los elementos de guerra con que los facciosos chilenos salieron del Perú.

No cree el infrascrito que el señor Jeneral, a quien tiene el honor de diríjirse, pretenda que a nadie puede castigarse por un delito que talvez no se ha cometido aunque se haya intentado, pues es notorio el objeto que llevan los chilenos que han marchado en el Monteagudo i Jeneral Orbegoso. Que se tomen las medidas necesarias para asegurar a todos los que hayan ayudado en su empresa, i el castigo será aplicado cuando el Gobierno peruano reciba pruebas indudables de la invasión a mano armada que han hecho sobre Chile.

Así lo espera el infrascrito; i tiene entretanto la honra de reproducir al señor Jeneral Moran los sentimientos de aprecio i respeto con que se

  1. Este documento ha sido tomado del periódico El Araucano, núm. 310, correspondiente al 12 de Agosto de 1836. —(Nota del Recopilador.)