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CÁMARA DE SENADORES

procurarse la subsistencia, avanzando sobre un territorio ocupado por el enemigo, que retirándose sobre el que uno ocupa. Si nadie murió, pues, de hambre, avanzando de Quilca a Arequipa, por terreno que iba desocupando sucesivamente el enemigo, con mucha mas razon nadie podía morir retirándose a Quilca por terreno que obedecía a las armas restauradoras.

Esta retirada no podía practicarse, en verdad, con todas las comodidades con que se hace un viaje de Manchester a Liverpool. Pero, entre no poderse mover i caminar en coche de vapor por caminos de hierro, hai muchos medios de movilidad a que hacen jamas asco los que no viajan por gusto sino por necesidad. El Ejército de Chile estaba en este caso, i pudo servirse de las bestias que tenía a su disposicion, cuyo número no podremos determinar, pero que, por lo ménos, eran las absolutamente indispensables. Este, como algunos otros hechos que llevamos mencionados, constan en declaraciones con que tenemos noticia que se ha conformado el Jeneral Blancoen los careos de su causa. I es tan incuestionable que no faltaban los recursos absolutamente indispensables para emprender la retirada, que el dia 16 de Noviembre, con el enemigo a la vista, desde veinticuatro horas ántes, se dió, a las seis de la mañana, órden para que el Ejército se retirase a las ocho; i todos, sin excepcion ni aun de los enfermos, estuvieron listos para marchar a esa hora, sin que quedase atras el mas insignificante de los útiles del parque. El plan del Jeneral Blanco era emprender la retirada; comprometer la batalla si el enemigo le seguía; i si no le seguía, reembarcarse. A las siete i media de la mañana, del mismo dia 16, fué reemplazando este proyecto por la resolucion de tratar que, como queda manifestado, no puede considerarse como el único medio de salvacion para el Ejército, puesto que aun despues de haber tenido al frente al enemigo, por espacio de veinticuatro horas, estuvo listo para contramarchar hácia la costa. Si esto pudo verificarse el dia siguiente de la aparicion del Ejército protectoral, con mas razon pudo verificarse la víspera.

Entre los males producidos por este funesto tratado, que ha sido para nosotros la caja de Pandora, no es el menor el empeño que se ha manifestado en establecer por disculpas los principios mas perjudiciales a la moral de los Ejércitos. Escandaliza la pretension de justificar el abandono de una campaña, porque el soldado come a las dos, en lugar de comer a las once; porque no encuentra en el pais que ocupa almacenes de vestuarios, i tiene que pasar algun tiempo con los que sirvieron para la invasion; porque no lleva cada hombre una cantina, i porque no viaja como un mayorazgo recien salido de su casa. Estas máximas serán sin duda mas agradables al soldado que las verdaderas reglas de la disciplina; pero mas parecen hechas para serrallos que para Ejércitos.

Bonaparte dijo a sus soldados, ai pasar la primera revista al Ejército de Italia: "Soldados, estais mal vestidos; estáis mal comidos; [1] el Gobierno os debe mucho i no puede daros nada. Son de admirar vuestra paciencia i el ánimo que manifestáis en medio de estos peñascos; pero no adquirís gloria en ellos ni realce vuestra fama. Mi objeto es conduciros a las llanuras mas fértiles del mundo, en las cuales sereis dueños de ricas provincias, de ciudades magníficas. Allí encontrareis honor; allí encontrareis gloria; allí encontrareis riquezas. Soldados del Ejército de Italia ¿os faltará el valor, os faltará la constancia?!! Este Ejército se componía de 33,000 hombres, i tenía a su frente 70,000 enemigos al mando del Jeneral Beaulieu. Venció sin embargo. Encontró despues otros Ejércitos superiores tambien en número i a despecho de ellos conquistó la Italia. Desde el 29 de Julio hasta el 12 de Agosto, hicieron los franceses en aquella campaña 15,000 prisioneros, tomaron 70 piezas de artillería i 9 banderas i mataron o hirieron 25,000 hombres. ¡Qué barbaridad!

Si Bonaparte hubiera tenido la fortuna de llevar a Irisarri de asesor, se hubiera librado de cometer tan solemnes disparates, i hubiera dicho a sus tropas: "Soldados, estáis mal vestidos; estáis mal comidos; teneis a vuestro frente un enjambre de austríacos i de italianos, que van a dar cuenta de vosotros. Esta es empresa superior a nuestras fuerzas. Declaremos que la República ha adoptado una política detestable, que el Directorio la pierde; i que nosotros no estamos para pasar trabajos por satisfacer caprichos ajenos. Volvamos al seno de nuestras familias, a comer i a vestir bien, i a vivir para nosotros i para nuestros hijos." Esto hubiera sido lo justo, lo grandioso.

El Jeneral San Martin pasó meses enteros en la costa del Perú, viendo a su Ejército desnudo i diezmado por las enfermedades, sin tener un solo pronunciamiento en los pueblos. Sin embargo, tuvo paciencia; i se pronunciaron pueblos, i aun se pasaron soldados enemigos.

El Jeneral Bolívar estaba reducido al departamento de la Libertad, i con el Ejército que allí formaba, proyectó ganar el resto del Perú, ocupado por 22 mil españoles.

El Jeneral Sucre, con siete mil hombres de estas fuerzas, marchó hasta el Cuzco sobre Canterac, que se reunió en aquella ciudad con Val



  1. Napoleon llegó a Niza el 27 de Marzo, i el estado que el Jeneral Scherer le presentó del Ejército, era aun mil veces peor de lo que se había imajinado. La provision de pan era dudosa, i carne hacía mucho tiempo que no se repartía; en las brigadas solo había quinientas mulas, i no había que pensar en conducir mas artillería que 30 piezas; la posicion del Ejército iba empeorando de dia en dia, i ni un solo instante se podía perder; porque el Ejército no podía subsistir mas tiempo en los puntos que se hallaba; era indispensable avanzar o retroceder. —Memorias de Napoleon por Montolon i Gourgaud, Guerra de Italia, cap. V, § 3.