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CONGRESO NACIONAL


ANEXOS

Núm. 333

Los Diputados, reunidos en sesion preparatoria, han acordado concurrir a la sala de la Cámara de Senadores, mañana 1.° de Junio, a las 11 del día, para que S.E. el Presidente de la República abra las sesiones ordinarias del Congreso.

El que suscribe tiene el honor de ponerlo en conocimiento del señor Presidente del Senado.

Dios guarde al señor Presidente. —Cámara de Diputados. —Santiago, Mayo 31 de 1837. —José Vicente Izquierdo. —Vicente Arlegui, pro-secretario. —Al señor Presidente de la Cámara de Senadores.


Núm. 334 [1]

El 1.° del corriente el Presidente de la República, acompañado de un gran número de funcionarios civiles i militares, se dirijió a la sala del Senado, donde estaban reunidas ámbas Cámaras Lejislativas, i despues de recibir el juramento de los nuevos Diputados, procedió a la apertura de las sesiones ordinarias, leyendo el siguiente discurso:

Conciudadanos del Senado i de la Cámara de Diputados:

Aunque no puedo felicitarme con vosotros de la continuacion de la paz, como en otras ocasiones anteriores, no por eso debemos una gratitud ménos señalada a la Providencia Suprema, que tan visiblemente ha amparado a la Patria contra las asechanzas alevosas de un pequeño número de desorganizadores i de un Gobierno pérfido que, bajo la capa de la amistad, atizaba la discordia civil en nuestro suelo i preparaba la ruina de nuestra Independencia.

Nuestras relaciones de amistad con las Repúblicas hermanas o con las demas Naciones de la tierra permanecen sin alteracion. Los sucesos que en el último período lejislativo han producido una lamentable excepcion en la concordia universal de los nuevos Estados, atestiguan la necesidad que os he indicado ántes de ahora, de lazos mas íntimos entre todos ellos. Nada sería mas conveniente para reprimir designios ambiciosos de engrandecimiento personal, calculados sobre su aparente separacion de intereses i su falta de unanimidad i de simpatía en cuestiones que mas o ménos directamente comprometen su seguridad i bienestar futuro.

El reciente reconocimiento de la República mejicana por la España, manifiesta que el Gobierno español se halla al fin convencido de la necesidad de un acto de justicia, que haga cesar la prolongada incomunicacion de pueblos que la naturaleza ha destinado a cultivar una amistad fraternal entre sí. Aunque ignoro las bases del tratado de reconocimiento de la República mejicana, tengo motivo de creer que no son opuestas a las que aprobásteis vosotros, cuando se trató esta materia en vuestro seno, a solicitud del Gobierno, i que, por consiguiente, las negociaciones que entablásemos en este momento con el Gabinete español, no sufrirían dificultad alguna. Luego que me halle en posesion de datos auténticos que confirmen mis esperanzas, trataré de poner en ejecucion la lei de 6 de Octubre de 1835.

Tengo motivo de esperar que se harán mas frecuentes e interesantes nuestras conexiones políticas i comerciales con el Imperio del Brasil, convidado por las producciones naturales de ámbos territorios i por su situacion jeográfica a tomar una parte importante en nuestro comercio.

Nada ha alterado nuestra amistad i buena armonía con los Estados Unidos de América, i con las potencias europeas que han abierto comunicaciones con esta República. El Gobierno se ocupa sin interrupcion en el exámen de las reclamaciones interpuestas por la Federacion Americana, con motivo de perjuicios que se suponen irrogados a ciudadanos de aquellos Estados, en presas hechas por nuestras fuerzas navales i en los procedimientos judiciales de algunas causas de contrabando. El Gobierno está dispuesto, aun a costa de sacrificios, a hacer completa justicia a los reclamantes en todo aquello en que le parezca que la tienen; i la amigable i liberal conducta observada por el Gabinete de los Estados Unidos, que se abstuvo de instar en la prosecucion de estas demandas durante una época en que, aflijida la República por conmociones intestinas o mal segura todavía la paz interior, necesitaba de toda su atencion i de todos sus recursos para consolidarla, es un nuevo motivo que nos empeña a procurar por los medios posibles el arreglo definitivo i recíprocamente satisfactorio, tanto de las antiguas demandas como de las que posteriormente se han hecho.

A la reclamacion de la Gran Bretaña i a las del Gobierno frances, aquella relativa a la legalidad de una presa hecha por la Escuadra chilena, en la época de las hostilidades marítimas contra la España, i éstas a los procedimientos judiciales en los casos de los dos buques mercantes Jóven Nelly, Trofeo i Matilde, he dado las contestaciones que me ha parecido en derecho. En las discusiones ulteriores que puedan ocurrir sobre estos asuntos, el Gobierno manifestará, sin agravio de la justicia, las disposiciones conciliatorias que han dirijido hasta aquí su marcha en todas las cuestiones de política esterna.

Para completar esta breve noticia del estado de nuestras relaciones esteriores, me resta hablar

  1. Este documento ha sido trascrito del periódico El Araucano, número 352, correspondiente al 2 de Junio de 1837. —(Nota del Recopilador.)