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SESION DE 23 DE DICIEMBRE DE 1836

como pelear con Chile, i todo esto como el único medio de conservar la fuerza armada para oprimir al Perú, continuar en el mando, i lo que es mas, para hacerse reelejir, como infaliblemente sucederá. No sabemos cuál sea mas culpable, si el Jeneral Gamarra o el pueblo peruano que le sufre i contribuye a sus maniobras. Lo cierto es que si él solo sintiera, ya no le tendríamos ni lástima; pero Bolivia es el pretesto: Chile lo es: i lo será Rusia i la China cuando faltáran motivos tan inmediatos que finjir, resultando males mui positivos a los Estados vecinos, por la alarma en que los tiene.


Con toda la posible exactitud he referido los hechos, presentando los acontecimientos i la historia de las negociaciones que hace el honor del Gobierno de Bolivia, i prueba la mala fé i la insufrible conducta de la viciosa administracion del Perú. Los hombres ménos imparciales i los peruanos mismos; aquellos peruanos que no han perdido aun su .dignidad, juzgarán cuya es la razon.


Siento un placer mui vivo, habiendo defendido a mi patria i a mi Gobierno con un pié en tierra i con el otro en el buque que me conduce. No me priven VV. SS. EE. de El Araucano del inmenso gusto de saber que hicieron VV. un lugar en su periódico a este artículo en que, por última vez en América, he combatido al enemigo de las libertades del pueblo peruano; al implacable aborrecedor de Bolivia; al perturbador de la paz de Colombia; al instigador de la República Arjentina a nuevos desastres; al que se ha atrevido a molestar al pacífico pueblo de Chile.


Suplico a VV. SS. EE. mui interesadamente por la publicacion de este remitido; quedando lleno de gratitud a este favor que no duda haber otorgado su S. S. —Casimiro Olañeta.




Núm. 412[1]

La vuelta del señor Egaña en la goleta Colo-Colo, sin haber desembarcado siquiera en el Callao, para desempeñar la mision de que iba encargado, ha sido un doloroso testimonio de la inutilidad de los esfuerzos del Gobierno chileno para la consecucion de la buena intelijencia con el Gobierno del Perú.


Las comunicaciones que hoi insertamos, canjeadas entre el Vice-Almirante, Comandante de nuestra Escuadra, i el Gobernador del Callao, i entre nuestro Ministro Plenipotenciario i la Secretaría Jeneral del Protector, contienen la historia lamentable de los acontecimientos del Callao. Por ella se ve que el Jeneral Herrera se negó abiertamente a permitir que nuestros buques llegasen al fondeadero i que desembarcase otra persona que nuestro Ministro Plenipotenciario; que el Gobierno, ademas de esta solicitud i cuando nuestro Ministro había convenido en quedarse i se había quedado solo en el buque de menor porte de la Escuadra, exijió no ya que la Escuadra no entrase en el fondeadero, sino que se retirase de las costas del Perú i que se diesen por nuestro Ministro garantías llanas i sin condiciones, de que no se habían de cometer algunos actos de hostilidad; que no se quiso convenir en las providencias de precaucion, que por nuestro representante se espuso francamente, que se tomarían para impedir la reunion de las fuerzas navales del Perú; que se desoyeron las propuestas, hechas por nuestra parte, de arreglar estas dificultades en una convencion prévia a las negociaciones principales; i que, por fin, se arrastró a nuestro Ministro al estremo de intimar al Gobierno del Perú que habíamos entrado con él en el fatal estado de que hemos procurado huir, apesar de que las provocaciones de nuestros enemigos han sido, tiempo hace, bastantes para aniquilar en nosotros todo sentimiento de moderacion.


Volvamos la vista a nuestras relaciones con el Gobierno del Jeneral Santa Cruz en estos últimos seis meses, i saltarán a nuestros ojos los motivos que hemos tenido para no confiar la persona de un Ministro chileno a la nobleza i legalidad del Gobierno cerca del cual iba enviado. Los enemigos de nuestro órden han encontrado en el territorio peruano no la acojida que todos los Gobiernos dan a los que buscan un refujio en pais estranjero, sino una proteccion escandalosa contra el Gobierno que intentaban derrocar; no un asilo donde vivir fuera del pueblo cuya tranquilidad exijía su separacion, sino un cuartel jeneral para preparar empresas hostiles; no una morada de paz sino almacenes de guerra abiertos a su furor de conspirar; no los auxilios de la humanidad sino los que pudiesen emplear para encender el fuego de la discordia civil en una nacion amiga. I cuando se toman por nosotros prendas para asegurar el resarcimiento de los daños ocasionados, i la prestacion de futuras garantías, se cometen sobre la persona de nuestro Encargado de Negocios vejaciones contrarias a los principios universalmente reconocidos del Derecho Internacional. ¿Podía el Gobierno chileno, sin que se le acusase de poco celoso por la dignidad nacional i por todos los sagrados intereses confiados a su custodia, abandonar al señor Egaña a la arbitrariedad de una administracion que desconoce los privilejios que gozan los representantes de las naciones? ¿Podía dejar de emplear todos los medios que estuviesen a su alcance para asegurar la libertad que debía tener su negociador en el ejercicio de su importante ministerio? Estos medios no podían ser otros que el de presentar una fuerza respetable, que impidiese cualquier acto de violencia de parte de un Gobierno que no se rije en sus procedimientos por la práctica de los

  1. Este documento ha sido trascrito de El Araucano, número 327, de 9 de Diciembre de 1836. —(Nota del Recopilador.)