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CONGRESO DE PLINIPOTENCIARIOS

nipotenciarios. —Santiago, Agosto 24 de 1830. —José Tomás de Ovalle. Manuel Renjifo. —Al Congreso Nacional de Plenipotenciarios.


Núm. 645

Señores Plenipotenciarios:

La Comision opina en este negocio que debe autorizarse al Gobierno para que disponga de la cantidad que pide para dotar a Mr. Gay i al jóven que lo acompaña en el interesante objeto que indica la nota del Gobierno. Esa dotaciones mui mezquina, i la utilidad que reporta al país es de importancia. —Sala de la Comision, i Agosto 25 de 1830. —F. A. Elizalde. Manuel J. Cardoso.


Núm. 646

Con fecha 21 del corriente he recibido una nota de V. S. en que me dice haber acordado el Congreso asista a sus sesiones mientras resuelve mi renuncia hecha el 19, acompañando esta notificacion de reflexiones que me han parecido tan eficaces con respecto a lo que por ellas se quiere probar, como impropias de un asunto de tanta trascendencia en que el honor del cuerpo representativo se halla no menos comprometido que el mió propio. Voi a contestar a ellas con el interés que me inspira la dignidad nacional que creo gravemente ofendida en el agravio que se me ha hecho.

La Sala ve con sorpresa que yo me manifieste ofendido por la destitucion (no exoneracion) del cargo de Secretario, fundando en que este destino es de comision i en las razones de economía que parece exijír la situacion actual del Erario. Es estraño, señor Secretario, que esta poderosa razon no haya ocurrido a la Sala sino en una época posterior a mis solicitudes. Antes de ellas ¿no existían las penurias del Tesoro? ¿i cómo para hacer valer este motivo se han aguardado unos sucesos de cuyas resultas semejante destitucion no puede parecer a los ojos del público sino como un verdadero castigo? Las antiguas fórmulas son todavía uno de los fundamentos de la lójica social, i al ver que un golpe de esta clase se ha seguido inmediatamente a un lance escandaloso, no habrá quien no crea en la relacion íntima de este hecho, considerando al segundo como emanación natural del primero.

Fortificará esta sospecha el contraste de la conducta que la Sala observa para conmigo comparada con la de la misma Sala respecto a sus otros empleados. Porque si se trata de economizar ¿por qué no se economiza el sueldo de un edecán dando este destino a un oficial del ejército? ¿de mí solo se exije abnegacion espartana cuando al mismo tiempo se sobrecarga el Erario con un sueldo que pudiera suprimirse sin que padeciese en lo mas pequeño el servicio público? Añade V. S. que la Sala ha dado este paso por eximirme de las fatigas de la Secretaría, tanto como para evitar un nuevo choque con el empleado que dió lugar a mis quejas. No puedo menos de agradecer al Congreso el interés con que atiende a mi reposo; pero la segunda de estas razones es de tal carácter, que no hallo voces con qué rebatirla: ¡a qué exceso de degradacion ha llegado en Chile la mas alta de las categorías políticas! ¿No está cometiendo el Congreso un verdadero suicidio cuando sacrifica i atropella el decoro de uno de sus miembros por complacer i dar el triunfo a un empleado ínfimo? ¿De dónde ha sacado la Sala estas estrañas máximas de derecho público? En Inglaterra la mas leve ofensa dirijida a un miembro de la Cámara de los Comunes se mira como un ataque al cuerpo entero: el reo pertenece desde entonces a la jurisdiccion de la Cámara i ésta lo juzga como quiere i con inhibición de todo tribunal. ¡Cuánto mas grave es el atentado si proviene nó ya de una persona estraña sino de un sirviente del cuerpo mismo, de un individuo pagado para respetar i obedecer! Me deja atónito este modo de justificar la Sala sus procedimientos: de ellos no puede menos de inferirse (i esta consecuencia es dolorosa) que mis servicios como Secretario no han sido tan gratos a la Sala como los de mi ofensor en su humilde esfera, es decir, que un oficial de Sala en el limitado círculo de sus mezquinas atribuciones ha merecido mas consideraciones del Congreso que uno de sus miembros en las delicadas operaciones de la Secretaría. Este contraste es demasiado violento; toca en la raya de los absurdos; la Nacion sabtá juzgarlo. Las mas sagradas consideraciones han sido holladas en este acto sin ejemplo en la historia de los pueblos libres.

Me dice V. S. que en resolver la Sala mi separación tuvo presente una carta que dirijí a su Presidente, en que me niego del modo mas absoluto a continuar en el destino de Secretario si no se separa al empleado; i como no se creyeron suficientes los ultrajes que me hizo para motivar su destitucion, se hallaba en el caso de renuncia i en la necesidad de proveer un destino que no podia estar vacante un momento. Prescindo de la poca importancia que ha dado la Sala al dicho de uno de sus miembros; prescindo de la incongruencia que se nota en este modo de proceder, cuando no se trataba de administrar justicia sino de dar una satisfaccion; prescindo tambien de la práctica recibida entre todas las jentes bien educadas de despedir a un inferior por satisfacer a un igual; de todo esto prescindo para fijar la atencion de la Sala en la omision que se hace del verdadero carácter de mi renuncia, pues ésta no se limitaba a la direccion de los negocios de Secretaría, sino a mi investidura de Representante. I en efecto, no solo fué el Secretario el agraviado; lo fué tambien el